"Soy pesimista y melanc¨®lico"
Nick Hornby (Maidenhead, 1957) toc¨® diana, en 1992, con Fever pitch (Fiebre en las gradas), apasionada y divertida memoria de un fan¨¢tico del f¨²tbol. Fue su primer ¨¦xito como escritor, adem¨¢s de fen¨®meno cultural. Desde entonces, ahonda en sus obsesiones y experiencias vitales, ubicando las historias y los personajes de sus libros en Islington, el barrio del norte de Londres donde ¨¦l vive y donde tambi¨¦n se ubica su querido Arsenal. Hornby trabaja en un ¨¢tico, arropado por su obra creativa. En una pared, carteles de las adaptaciones al cine de Fiebre en las gradas, cuyo gui¨®n firm¨®, y de Alta fidelidad, novela inspirada en sus obsesiones musicales y en las mujeres que entraban y sal¨ªan de su vida. En otra, la imagen de Hugh Grant en Un ni?o grande y una reproducci¨®n de la portada de 31 canciones, libro compilatorio de sus canciones y discos favoritos. En la estanter¨ªa, ediciones extranjeras de sus novelas, incluidas C¨®mo ser buenos y En picado, la novela de humor negro sobre cuatro deprimidos asomados al pozo del suicidio, que publica ahora en Espa?a (Anagrama). Hornby guarda los compactos en casa, ordenados alfab¨¦ticamente por el nombre de pila del cantante o grupo, y escucha m¨²sica en la oficina en un reproductor digital. Su refugio profesional queda a una estaci¨®n de metro del campo del Arsenal y a varias paradas de autob¨²s de Tree House, el colegio para ni?os autistas que el escritor ayud¨® a fundar hace nueve a?os y al que destina parte de sus ingresos de autor.
Pregunta. ?Cu¨¢l es el origen de En picado?
Respuesta. El puente de Archway, que, por desgracia, es un lugar muy popular del norte de Londres para suicidarse. Lo he cruzado muchas veces y uno de esos d¨ªas me enter¨¦ de que la tasa de suicidios se dispara las noches de Navidad, A?o Nuevo y San Valent¨ªn. Me pregunt¨¦ si ser¨ªa posible coincidir con otras personas que tambi¨¦n est¨¢n pensando en quitarse la vida y c¨®mo ser¨ªa la din¨¢mica de la relaci¨®n entre ellas.
P. ?Le result¨® dif¨ªcil impregnar de humor un asunto tan sombr¨ªo?
R. No, porque el material es una expresi¨®n absoluta de qui¨¦n soy yo. Tengo ambos tonos en mi personalidad: el lado depresivo y el deseo de hacer bromas sobre la depresi¨®n. T¨¦cnicamente, no fue un reto, sino una buena v¨ªa para satisfacer mi expresi¨®n personal.
P. ?Sigue deprimido pese a su ¨¦xito popular, cr¨ªtico y financiero?
R. Mi temperamento es depresivo desde hace tiempo y los factores externos, aunque facilitan la vida, no alteran el car¨¢cter. Depresi¨®n es quiz¨¢ una palabra fuerte. Soy pesimista y melanc¨®lico.
P. ?Con qui¨¦n se identifica m¨¢s de los cuatro personajes? Con el m¨²sico, JJ?
R. S¨ª, volqu¨¦ en ¨¦l muchos sentimientos autobiogr¨¢ficos. Con 30 a?os, me sent¨ªa como JJ: dando tumbos, sin saber qu¨¦ hacer, sin ingresos estables y dudando de mis aspiraciones. Esa edad es muy peligrosa para la gente con ambiciones art¨ªsticas. Lo m¨¢s probable es que a¨²n no hayas conseguido establecerte profesionalmente mientras que todos los amigos tienen trabajo, hipotecas e incluso hijos. Te sientes cada vez m¨¢s alejado de tu entorno.
P. ?Contempl¨® el suicidio?
R. S¨ª, al cumplir los 30. A¨²n rebuscaba dinero en los fondos del sof¨¢ para tomarte una copa. Yo quer¨ªa escribir, pero mis amigos me segu¨ªan preguntando: "S¨ª, vale, ?pero qu¨¦ quieres realmente hacer?". Tu confianza se resquebraja a esa edad. Lo pens¨¦ durante un tiempo hasta que me di cuenta de que el suicidio no era para m¨ª. En cierta forma, me compliqu¨¦ la existencia, porque ya no ten¨ªa una ruta de escape. Los que vivimos en el primer mundo, sabemos que el suicidio es una posibilidad. Y si uno cree que la vida no tiene nada que ofrecerle, no veo por qu¨¦ debe aguantarse y sufrir.
P. ?C¨®mo sali¨® del agujero?
R. Me cost¨® mucho comprender qu¨¦ quer¨ªa hacer. Intent¨¦ escribir guiones, vend¨ª algunas historias, pero segu¨ªa sin descubrir mi voz ni el medio id¨®neo donde expresarla. Era mi culpa totalmente. No me daba cuenta de que la no ficci¨®n pod¨ªa ser mi campo. Me parec¨ªa extra?o escribir una autobiograf¨ªa cuando nadie me conoc¨ªa. No es una idea obvia, as¨ª que me llev¨® tiempo encontrar la voz de Fiebre en las gradas.
P. Y desde entonces bucea en su experiencia en sus novelas.
R. S¨ª, siempre pongo algo de m¨ª en los libros. De mi entorno vital y de lo que veo, sin que necesariamente sea personal.
P. Su retrato de un hincha aport¨® respetabilidad al f¨²tbol. ?Le sorprendi¨® el efecto que tuvo el libro?
R. El cambio se produjo realmente en los sesenta, cuando la sociedad inglesa se volvi¨® m¨¢s igualitaria. Dio paso a una generaci¨®n de intelectuales, comentaristas o periodistas apasionados por el juego. Hab¨ªan jugado al f¨²tbol en la escuela p¨²blica, en vez de al cr¨ªquet o al rugby, que son deportes de la clase alta, pero no pod¨ªan demostrar su afici¨®n porque no escrib¨ªan de deporte. El libro les ofreci¨® la oportunidad de hacerlo. Se pudo entonces hablar de f¨²tbol fuera de los espacios deportivos.
P. Eso en s¨ª ya es un fen¨®meno cultural.
R. S¨ª, pero las ra¨ªces se sembraron tiempo atr¨¢s. Siempre sospecho de las teor¨ªas que atribuyen a un libro cambios en la gente. El mundo no funciona as¨ª.
P. ?Sirvi¨® al menos de detonante?
R. Eso s¨ª lo acepto.
P. ?El norte de Londres puede alg¨²n d¨ªa qued¨¢rsele peque?o como ubicaci¨®n de sus novelas?
R. No creo. Islington tiene de todo, real y metaf¨®ricamente. Es morada de la inteligencia liberal y uno de los barrios m¨¢s pobres de Londres, con malas escuelas, crimen... Si no se me ocurre una historia que pueda suceder aqu¨ª, supondr¨ªa que ya no tengo ideas. Tampoco creo que sigo escribiendo del norte de Londres, sino de gente que vive en ciudades del Primer Mundo. El lector se identifica con las situaciones y los personajes, no con mi barrio londinense. Perder¨ªa algo, sin ganar nada, de ubicar una historia en Madrid, Nueva York o cualquier ciudad que no conozco bien.
P. ?Cu¨¢ntas veces ha deseado, como desea Maureen en En picado, una cura para su hijo autista?
R. Uhhh, interesante. Hay mucho debate al respecto entre los padres con hijos discapacitados. Un invento que cure a la gente quiz¨¢ no sea la respuesta. Tal vez no deber¨ªamos pensar en ello. Mi hijo Danny es muy diferente a otros chavales, pero tambi¨¦n es muy feliz. ?Ser¨¢ el mismo Danny si se cura de repente? Nunca tendremos una cura para todos y siempre habr¨¢ ni?os diferentes. Debemos aprender a valorar y aceptar a estos ni?os tal y como son.
P. Debe ser frustrante no compartir con ¨¦l sus aficiones.
R. ?Y si un hijo sano no quiere jugar al f¨²tbol conmigo? A m¨ª, personalmente, me gustar¨ªa una soluci¨®n al autismo. Su madre cree que no es lo m¨¢s importante en la vida. Comprendo sus dudas.
P. ?Por miedo al cambio?
R. S¨ª. Mi experiencia en estos ¨²ltimos 13 a?os hubiera sido extremadamente diferente y probablemente no tan buena. A trav¨¦s de Danny he entablado relaciones maravillosas, intensas. Me ha hecho pensar mucho sobre el valor del dinero. No s¨¦ qu¨¦ hubiera sido de m¨ª con todo lo que gano si no tuviera a Danny. Me alegro de que alguien me haya mostrado otra forma de ver las cosas."Siempre sospecho de las teor¨ªas que atribuyen a un libro cambios en la gente" "Tengo el lado depresivo y el deseo de hacer bromas sobre la depresi¨®n"
Babelia
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