Cantando bajo la lluvia
La mejor versi¨®n del Bar?a reapareci¨® en Jap¨®n en un torneo que cambia de nombre en funci¨®n de si se gana o se pierde, a una hora intempestiva para el telespectador y hasta de forma sorprendente para el aficionado, m¨¢s que nada porque los jugadores se pusieron muy pesados durante la semana con el jet lag y hab¨ªa dudas sobre si pretend¨ªan curarse en salud o por el contrario practicaban el camuflaje en momentos de insomnio, como as¨ª ocurri¨®, a Dios gracias para cuantos se tomaron la ma?ana libre o entrevieron el partido. No extra?a que despu¨¦s de encuentros tan completos como el de ayer la cr¨ªtica se ponga de mala leche cuando el equipo escatima el juego en jornadas de entretiempo, y se dedica a gestionar la victoria en vez de cantar goles, por no recordar los gatillazos del Bernab¨¦u y los mano a mano frustrados con el Chelsea del dichoso Mourinho, cuando se acomod¨®, le pudo la pereza o le falt¨® un punto de energ¨ªa. A la que el Bar?a se pone a jugar, entonces el f¨²tbol manda parar la m¨¢quina y est¨¢ bien visto incluso ganarse la bronca del amo por escaquearse de la faena.
El Bar?a cant¨® bajo la lluvia porque se puso serio desde la alineaci¨®n. Fue a por el partido con inter¨¦s, se tension¨® en la cancha y no par¨® de rematar a porter¨ªa. A los futbolistas se les nota que est¨¢n entusiasmados con la posibilidad de ganar un trofeo que culminar¨ªa una trayectoria hist¨®rica: La Liga, la Copa de Europa y, finalmente, por vez pimera, el Mundial de Clubes, tres trofeos mayores en un mismo a?o. Ninguna competici¨®n ni juego les puede motivar m¨¢s porque necesariamente les evoca un escenario con el que no pudo el dream team, progenitor del equipo de Rijkaard, un t¨¦cnico que ha seguido el rastro de Cruyff. Uno y otro compiten en belleza y desequilibrio, y hay quien sostiene todav¨ªa que nadie superar¨¢ en pase a un toque y velocidad de bal¨®n al equipo de Wembley. A diferencia de Van Gaal, Rijkaard nunca compiti¨® con Cruyff sino que interpret¨® su legado sin necesidad de mentarle y sin quitarle nunca los derechos de autor. Mantiene el Bar?a los rasgos, las esencias y la hermosura del dream team al tiempo que ha mejorado en equilibrio, organizaci¨®n y competitividad, y ha crecido tambi¨¦n su juego.
Ning¨²n futbolista personifica mejor la evoluci¨®n del futbol azulgrana que Ronaldinho, cuya alegr¨ªa contrasta necesariamente con la cara de dolor de Rivaldo, un futbolista extraordinario, protagonista de goles c¨¦lebres y, sin embargo, silenciados, porque a veces daba la sensaci¨®n de que s¨®lo pod¨ªa celebrarlos Van Gaal. A Patapalo le pill¨® una ¨¦poca de conflicto social que no escamp¨® hasta que al Camp Nou lleg¨® la sonrisa de Ronaldinho. Aunque su actuaci¨®n puede resultar a veces reprochable, Ronaldinho celebra los goles como los ni?os. Los suyos son tantos de playa, llenos de luz, de color, con tanto entusiasmo que resultan contagiosos en un equipo divertido incluso cuando afronta el partido que vale por una final. A Ronaldinho y al Barcelona les anima un t¨ªtulo in¨¦dito y el trofeo al mejor jugador del a?o que el lunes otorga la FIFA. El gaucho no quiere comparecer como un cualquiera sino en calidad de mejor futbolista del mundo. As¨ª se entiende su actuaci¨®n y la de sus compa?eros en un momento en que faltan Eto'o y Messi, dos jugadores a partir de los que se podr¨ªa armar un equipo capaz de competir con el propio Barcelona.
A buen seguro que el Bar?a ha perdido intimidaci¨®n y pegada, y puede que determinaci¨®n, pues la ¨²ltima victoria en Stamford Bridge se explica a partir de Messi y los triunfos diarios se cuentan por los goles de Eto'o. A cambio, ha recuperado su versi¨®n original, su juego coral y de asociaci¨®n, y su capacidad para convertir un fuera de banda en un gol de cine, detalles que refuerzan el esp¨ªritu del equipo y una concepci¨®n del juego tan singular que sus futbolistas son an¨®nimos en sus selecciones. A muchos conocidos, la victoria de ayer les parecer¨¢ poca cosa ante un rival blando y simpl¨®n que nunca supo descifrar el partido, pero a los japoneses y mexicanos les resultar¨¢ seguramente asombrosa. Y ahora se trata de conquistar al mundo y no al barcelonismo. Finiquitado el Am¨¦rica, queda el Internacional.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.