La infancia plateada de Jir¨ª Orten
Kutn¨¢ Hora, ciudad natal del poeta checo, es una sorpresa barroca al este de Praga
Uno de los m¨¢s grandes poetas y diaristas del pasado siglo fue el checo Jir¨ª Orten. Muri¨® en 1941, el mismo d¨ªa que cumpl¨ªa 22 a?os de edad. Caminando por el borde del r¨ªo Moldava fue atropellado por una ambulancia alemana. Sus ocupantes, al comprobar que era jud¨ªo, no le prestaron auxilio. Tampoco despu¨¦s fue admitido en ning¨²n hospital de Praga. D¨ªas antes, en el mes de agosto, en el Cuaderno rojo hab¨ªa escrito los siguientes versos: "... Y as¨ª fui por el adoquinado muelle, / como si el camino nunca se acabara, / como si la matanza no hubiera acabado" (Solo al atardecer, edici¨®n de Clara Jan¨¦s, Pre-Textos).
Expulsado de todos los domicilios, de su trabajo como periodista, escribiendo y publicando bajo seud¨®nimo, encontr¨® su ¨²ltimo refugio en el n¨²mero 66 del bulevar Ras¨ªn. Recorro todos estos lugares de la capital checa, y al d¨ªa siguiente decido peregrinar al territorio de su nacimiento en Kutn¨¢ Hora, unos 70 kil¨®metros al este de Praga. Por la lectura de los diarios pens¨¦ que Kutn¨¢ Hora era una villa, o quiz¨¢, m¨¢s bien, una aldea. Orten no hace ninguna menci¨®n a la historia o al arte de la ciudad y s¨®lo se recrea en los productos hort¨ªcolas que le pide o le env¨ªa su madre, as¨ª como en la reclamaci¨®n de libros y ropas limpias que ¨¦sta, pacientemente, le va suministrando. Desde Praga, por una carretera estrecha pero bell¨ªsima, atravieso campos repletos de ¨¢rboles frutales. Cada tanto aparecen los rybn¨ªk, lagos artificiales donde pacientes pescadores tratan de hacerse con algunas carpas. Al divisar Kutn¨¢ Hora desde la distancia, me doy cuenta de lo muy equivocado que estaba.
La ciudad de Jir¨ª Orten es una de las m¨¢s altas consecuciones del barroco, si bien su larga historia proviene de muchos siglos antes. Fue la segunda ciudad del reino checo, y su arquitectura y patrimonio art¨ªstico, a pesar de los tiempos y los conflictos b¨¦licos, est¨¢n intactos. La Unesco la declar¨® patrimonio de la humanidad. Su leyenda comienza con un monje del monasterio cisterciense de Sedlec al que, mientras le¨ªa sus oraciones en un bosque cercano, le nacieron de la tierra sobre la cual estaba echado tres altas varillas de plata. En este lugar se excav¨® la primera mina de plata. Posteriormente, tras haber sido explotado este fil¨®n, se levant¨® la iglesia de Todos los Santos.
Hora significa monta?a, y Kutn¨¢, cogulla, h¨¢bito de los monjes. As¨ª se la conoce desde el siglo XIII. El rey Juan de Luxemburgo le otorg¨®, a trav¨¦s de un fuero firmado en el a?o 1318, el t¨ªtulo de Real Ciudad Minera. Estos yacimientos trajeron riquezas, pero tambi¨¦n las crueles guerras.
En el siglo XIV, Wenceslao IV fue un entusiasta de Kutn¨¢ Hora. Termin¨® el majestuoso edificio de la corte italiana y de ¨¦l hizo un palacio real al que le a?adi¨® una preciosa capilla. El palacio est¨¢ situado por encima de un gran pe?asco sobre el diminuto r¨ªo Vrchlice. El primer destino que tuvo este inmueble fue para dep¨®sito de la plata. Detr¨¢s de ¨¦l, destaca por su formidable portal renacentista el edificio del arzobispado, del siglo XVI.
Luchas y sublevaciones
Durante casi toda la primera mitad del siglo XV, Kutn¨¢ Hora fue un campo de batalla. Cat¨®licos y reformistas dirimieron sus diferencias con las armas. La ciudad fue incendiada en 1422 por el rey Segismundo de Luxemburgo. Dos a?os despu¨¦s, los ej¨¦rcitos husitas (reformistas) de Jan Zizka hicieron lo mismo. La mayor parte de los husitas acabaron en la horca. Tambi¨¦n durante este siglo y posteriores hubo graves sublevaciones de los mineros. A estos esforzados trabajadores se les debe la construcci¨®n de una de las m¨¢s bellas iglesias que he visto en mi vida: Santa B¨¢rbara. Por fuera, g¨®tica, y por dentro, sobre todo su decoraci¨®n, barroca. Comenz¨® a levantarse en el siglo XIV. La b¨®veda estrellada, del g¨®tico tard¨ªo (finales del XV), es obra de Mat¨ªas Rjsek. Benedicto Ried fue el arquitecto responsable. En la parte superior del coro se han conservado algunas de las pinturas g¨®ticas originales que representan a los ¨¢ngeles m¨²sicos y a los profetas del Antiguo Testamento. En la pared de una de las capillas m¨¢s bellas, la de Santa Dorotea, hay una gran pintura g¨®tica dedicada a San Crist¨®bal. Las pinturas de la bell¨ªsima capilla Sm¨ªškovsk¨¢ fueron igualmente realizadas a finales del siglo XV. De la ¨¦poca renacentista se conservan la Escuela Vysokokostelsk¨¢, la Casa de los M¨¢rmoles o el magn¨ªfico portal de columnas de la casa U Mramoru, en la calle Sultysova. Tambi¨¦n pertenecen al g¨®tico tard¨ªo dos curiosos monumentos: la Fuente de Piedra, de finales del XV, y la Casa de Piedra.
Desde comienzos del siglo XVI, los Habsburgo se instalaron en Chequia hasta la ca¨ªda del Imperio Austroh¨²ngaro. A mediados de ese siglo, Kutn¨¢ Hora inici¨® una transitoria decadencia. La miner¨ªa checa sufri¨® la aparici¨®n de nuevas explotaciones en Alemania y en la Am¨¦rica reci¨¦n descubierta. Kutn¨¢ Hora fue una ciudad levantisca y poco cat¨®lica hasta la derrota de los Estados checos en la Monta?a Blanca, a las afueras de Praga.
La recatolizaci¨®n de la urbe la llevaron a cabo los jesuitas a partir del a?o 1626. A ellos se deben los magn¨ªficos y sobresalientes edificios barrocos: la residencia de los jesuitas y su hilera de estatuas en el puente sobre el r¨ªo Vrchlice, la Columna de la Peste, el Seminario, la iglesia de San Juan Nepomuceno y el Monasterio de las Ursulinas. El casco hist¨®rico conserva muchas casas barrocas protegidas por tejados de mansardas. Kutn¨¢ Hora sufri¨® un gran incendio en el a?o 1770. Adem¨¢s de no abandonar nunca su origen minero, durante los dos ¨²ltimos siglos se dedic¨® tambi¨¦n a la manufactura textil, la fabricaci¨®n azucarera, el tabaco y los productos del campo.
D¨ªas de diciembre
Jir¨ª Orten naci¨® en la calle Koll¨¢rova, una v¨ªa muy c¨¦ntrica que da a la Palack¨¦ho N¨¢m¨¦sti, la plaza de Paleski, la plaza principal. Todav¨ªa est¨¢ en pie este inmueble decimon¨®nico, de estilo neog¨®tico, del n¨²mero 315-314. De la fachada sobresale un balc¨®n, una especie de p¨²lpito triangular sostenido por dos personajes a manera de cari¨¢tides. Ambos vestidos con levita. En el bajo ahora hay una tienda de ropa interior femenina y otra de m¨²sica.
En el Cuaderno azul (1939) escribe: "Contar¨ªa c¨®mo echo de menos aquella habitaci¨®n peque?a de Kutn¨¢ Hora, aquellos d¨ªas de principios de diciembre, en que ven¨ªa San Nicol¨¢s. Contar¨ªa c¨®mo echo de menos el misterio de los regalos, los d¨¢tiles, los higos, las avellanas, todo aquel ambiente un poco triste, ya que siempre llegaba, con San Nicol¨¢s, una peque?a desilusi¨®n. (...) ?Cu¨¢ndo habl¨¦ con un ser humano de m¨ª mismo por ¨²ltima vez?". En medio de ambos bajos comerciales sale una larga y estrecha escalera de madera que conduce a los escasos pisos. "Por la escalera del dolor", recuerda Orten en el poema Regreso, y en el Cuaderno jaspeado anota en diciembre de 1939: "?Ah, hogar de cerca! ?Ah, hogar! ?Tambi¨¦n a ti hay que amarte desde lejos?".
A mediados del XIX se unieron a Kutn¨¢ Hora los pueblos de Kank, donde hay una magn¨ªfica iglesia g¨®tica de San Lorenzo con su torre en forma de cebolla; Mal¨ªn, con la iglesia prerrom¨¢nica de San Juan Bautista y la rom¨¢nica de San Esteban, con un bell¨ªsimo campanario de madera del XVI; as¨ª como el monasterio cisterciense de Sedlec, de donde surgi¨® Kutn¨¢ Hora. Es un conjunto majestuoso exterior e interiormente. El templo abacial de la Asunci¨®n de la Virgen Mar¨ªa fue construido entre finales del siglo XIII y comienzos del XIV. Durante las guerras de religi¨®n fue destruido. Se volvi¨® a levantar en la ¨¦poca del barroco tard¨ªo y conserva algunos viejos recuerdos de la arquitectura g¨®tica. Nunca he visto un refectorio tan impresionante.
"?Qu¨¦ hay despu¨¦s de la muerte? No lo s¨¦, no lo he aprendido todav¨ªa, pero no puedo mirarlo de otro modo que estando vivo...", escribe Orten en el Cuaderno jaspeado (1939). El verano de 1940 Orten lo pas¨® en Kutn¨¢ Hora, pero, en vez de quedarse all¨ª -su madre tambi¨¦n fue perseguida-, regres¨® a Praga, "d¨®nde se decidir¨¢ mi suerte". ?Ad¨®nde fueron a parar los huesos de Orten? "De ning¨²n sitio es el para¨ªso", dej¨® escrito el poeta.
C¨¦sar Antonio Molina es director del Instituto Cervantes
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