Un mundo a la medida de siete viajeros
Jorge Drexler, Geraldine Chaplin o Javier Reverte se preguntan por qu¨¦ viajamos
La NASA le propuso a un astronauta ya jubilado volver a subir al espacio. Se neg¨®. Prefiri¨® quedarse en tierra antes que enfrentarse por segunda vez a un viaje que sab¨ªa que ser¨ªa el ¨²ltimo. La an¨¦cdota es del psic¨®logo Alexandre Garc¨ªa-Mas, autor de La mente del viajero. La usa para ilustrar la profunda experiencia humana que supone viajar. "Nos descoloca. Nos enfrenta a nosotros mismos. Nos abre a las emociones". "Decimos que viajamos por muchas razones; la aventura, la libertad, la curiosidad, la cultura, el placer", explica el psic¨®logo; "pero, en el fondo, hay muy pocas". Seg¨²n la psicolog¨ªa, viajar est¨¢ en la esencia de lo que somos. Garc¨ªa-Mas usa el t¨¦rmino Homo mobilis: una especie condenada a moverse.
"El avi¨®n me inspira mucho, est¨¢s encapsulado, sin contacto exterior, sin responsabilidades, obligado a mirar hacia dentro. Entre las tres copas, la despresurizaci¨®n y el 'jet-lag', la cabeza va a ir a lugares curiosos" (Jorge Drexler)
"La clave es la curiosidad. Viajo con la misma pasi¨®n a Extremadura que a China. Puedes ser un aventurero al lado de casa y un consumidor en la otra punta del mundo. Como en la mesa, todo depende de c¨®mo te enfrentes al plato" (Andoni Aduriz)
"Si no te gusta un sitio, te vas a otro; si alguien no te cae bien, te levantas. Lo aprendes viajando, pero hay que hacerlo siempre" (Andr¨¦s Jaque)
Esclavos o no de nuestra gen¨¦tica, viajar se ha convertido en una forma de vida para muchos. Un grupo de profesionales que han recorrido el mundo habla sobre lo que les aporta estar en movimiento. Sus recuerdos, los sitios que les cambiaron la vida, los incordios que cada vez se ven obligados a afrontar... Aun as¨ª, siguen buscando la pr¨®xima aventura. Porque el viaje es memoria de lo recorrido, pero tambi¨¦n esperanza de lo que queda por ver. "Viajo por nostalgia de lo que no he visto", dice Geraldine Chaplin, la primera de los siete personajes en busca de una raz¨®n para volver a partir y no quedarse en tierra como un triste astronauta.
GERALDINE CHAPLIN
Actriz. En febrero estrena Miguel & William.
Cuando ten¨ªa seis a?os, su padre la llevo a un espect¨¢culo de patinaje sobre hielo cerca de Los ?ngeles. "Me dorm¨ª en el coche ?y despert¨¦ en Hadalandia! Todo era de hielo. Hab¨ªa ninfas bailando. Era lo m¨¢s bonito que hab¨ªa visto en mi vida", recuerda la actriz. Poco despu¨¦s su padre anunci¨® que la familia emprender¨ªa un viaje largu¨ªsimo a un lugar llamado Inglaterra. Charles Chaplin no volaba, as¨ª que hab¨ªa que cruzar Estados Unidos en tren hasta Nueva York para llegar, a bordo del Queen Elizabeth, a las costas brit¨¢nicas. La peque?a Geraldine pens¨® que si a un par de horas en coche estaba el pa¨ªs de las hadas, qu¨¦ no habr¨ªa en Inglaterra. "Fue tan decepcionante... atracamos en un lugar gris, fr¨ªo, donde no hab¨ªa cocoteros, la gente era blanca, y lo peor de todo, ?hablaban en ingl¨¦s como nosotros!".
El trauma no le quit¨® las ganas de viajar, pero le hizo comprender que la distancia no importa: "Viajo por la a?oranza de algo que no he visto. Por saudade, longing... una nostalgia at¨¢vica que busca una luz especial. He encontrado esa luz en ?frica, pero tambi¨¦n en Segovia. Me despierta todos los sentidos".
Lo peor de viajar:
"Los aeropuertos. Antes eran rom¨¢nticos, ahora pasas una angustia terrible. Las estaciones de tren han cambiado menos, siguen siendo melanc¨®licas. Con el turismo de masas se ha perdido el encanto de la aventura. Todo es un parque tem¨¢tico; el safari y las ciudades, las ves con prisa, tachando casillas en una lista".
Los mejores viajeros:
"Los suizos son muy meticulosos. Los estadounidenses no son tan terribles como dicen; dejan las mejores propinas. Los franceses se sol¨ªan quejar sin parar, pero inventaron el Club Med y ahora tienen su bistec y sus patatas como a ellos les gustan".
Un recuerdo:
"Viajar con mi padre. Fueses donde fueses, Charlot era el rey del mundo. La gente le conoc¨ªa en Bali, en Camboya... nos invitaban los sultanes, era como estar en un cuento".
JORGE DREXLER
Cantante. Acaba de publicar su disco 12 segundos de oscuridad.
"Viajar es la gran met¨¢fora del cambio". Para Jorge Drexler, todos los buenos viajes son inici¨¢ticos: "Vuelves diferente al que te fuiste". En su primer gran viaje recorri¨® Europa en tren durante cinco meses con su novia. Visit¨® todos los museos en "ese af¨¢n tan sudamericano de verlo todo por si no vuelves". Entonces era m¨¦dico. La libertad de estar lejos le cambi¨® la vida. "De viaje te permites cosas; yo me permit¨ª la m¨²sica, fue la primera vez que toqu¨¦ en vivo, cobrando". Va por su noveno disco, 12 segundos de oscuridad, una obra en tr¨¢nsito, con canciones fechadas en distintos lugares del mundo. Algunas a bordo de un avi¨®n. "Voy en este vuelo transoce¨¢nico / oyendo tus versos melanc¨®licos", canta Drexler. "El avi¨®n me inspira mucho, est¨¢s encapsulado, sin contacto con el exterior, sin responsabilidades, obligado a mirar hacia dentro. Es un poco como estar enfermo en la cama. Entre las tres copas, la despresurizaci¨®n y el jet-lag, la cabeza empieza a ir a lugares curiosos".
?Por qu¨¦ viaja?:
"Soy inmigrante, hijo y nieto de inmigrantes. Todos mis antepasados consiguieron algo movi¨¦ndose. La di¨¢spora ha cambiado, ahora est¨¢s siempre a un clic de casa. No es ni bueno ni malo, depende de las ganas que tengas de estar localizable".
Lo malo de viajar:
"A la larga te genera una adicci¨®n y trastoca el desarrollo de una vida normal, con una base de operaciones. Hace a?os que no puedo hacer un curso o los dejo todos a medias".
Una recomendaci¨®n:
"Cabo Polonio, en Uruguay; Trancoso, en la costa norte de Brasil, y, en general, lugares donde no haya cobertura de celular y te puedas dedicar al dolce far niente".
SOLEDAD LORENZO
Galerista. Expone en Madrid obras de Antoni T¨¤pies hasta el 4 de enero.
Lo dice sin dudarlo. El mejor lugar para ir de galer¨ªas es el barrio de Chelsea, en Nueva York. Soledad Lorenzo viaj¨® por primera vez hasta all¨ª con 20 a?os. Eran mediados de los cincuenta. "Encontr¨¦ la ciudad contempor¨¢nea", dice. "En Par¨ªs o Madrid hab¨ªa edificios modernos, pero aquello era la ciudad del siglo XX". "El pasado es muy amplio, lo que me emociona de verdad es ver puntos que muestran mi tiempo y lo que est¨¢ por llegar". Por eso, con 69 a?os, su viaje pendiente es Shanghai. El pintor Guillermo P¨¦rez Villalta le dio el soplo: "China; como t¨² crees que es China, ya no existe", le dijo. "Tengo que ir a ver la ciudad del futuro", dice la galerista, que admite que ya apenas siente la necesidad de viajar. "Ahora es un horror. El turismo masivo, los aeropuertos, los asientos cada vez m¨¢s estrechos...", se queja. "Viajas por tres pesetas, pero a veces te sale caro. Mira Air Madrid".
?Por qu¨¦ viajamos?:
"Necesitas vivir las cosas f¨ªsicamente. Por ejemplo, si piensas en Australia en abstracto no llegas a comprender lo lejos que est¨¢ y lo raro que es que en medio de otra cultura exista un trozo de Occidente. Tienes que tener un contacto real del recorrido, el tiempo, el calor, la gente para comprenderlo".
Un destino:
"Marruecos. Est¨¢ al lado, pero es otro mundo".
Una sorpresa:
"El aeropuerto de Singapur. Estaba enfadada porque ten¨ªa que esperar all¨ª tres horas, pero fue fant¨¢stico. Bull¨ªa de gente; hab¨ªa tiendas de tatuajes, de pigmentos, joyer¨ªas kilom¨¦tricas. En el duty free vend¨ªan lavadoras y neveras y no dejaba de sonar la m¨²sica".
ANDONI ADURIZ
Chef. Su restaurante Mugaritz, en Renter¨ªa (Guip¨²zcoa), tiene dos estrellas Michelin.
Las hormigas crujen. Fue lo que m¨¢s impresion¨® a este chef cuando las prob¨® en el Amazonas. "Viajo como un gourmet", dice, "y me quedo con la filosof¨ªa que hay detr¨¢s de cada gastronom¨ªa". Ejemplo: si va a Jap¨®n no vuelve con la idea de hacer "sushi de merluza", sino que asimila "el af¨¢n nip¨®n por la perfecci¨®n, que va al matiz infinito de lo delicado, para luego aplicarlo a una paella". Este "aventurero con Visa", que viaja unas diez veces al a?o, ha probado de todo. "Las g¨®nadas de pescado tienen una textura fascinante", dice sobre el semen de bacalao que prob¨® en Tokio. "En China, sin embargo, lo importante no es lo exquisito, sino la subsistencia; se comen todo lo que tenga cuatro patas y no sea una mesa, todo lo que vuele y no sea un avi¨®n".
All¨¢ donde va graba los mercados. Viendo las cintas comprende c¨®mo "el ser humano tiene los mismos problemas en todo el mundo, pero cada cultura los soluciona a su manera". Luego comprende algo m¨¢s profundo: "Los viajes lo son tambi¨¦n hacia dentro. Te ponen en la piel del otro. Inconscientemente te buscas a ti mismo. Viajar toca todas las cuerdas, las buenas y las malas; tensa los m¨²sculos emocionales. En casa, los h¨¢bitos rellenan espacios..., de viaje, te pones un espejo delante".
Una imagen:
"Unas cuevas en Nueva Zelanda llenas de gusanos fosforescentes. Miles de sobrecogedores puntos de luz verde".
Aventurero o turista:
"La clave es la curiosidad. Viajo con la misma pasi¨®n a Extremadura que a China. Puedes ser un aventurero al lado de casa y un consumidor en la otra punta del mundo. Como en la mesa, todo depende de c¨®mo te enfrentes al plato".
El pr¨®ximo viaje:
"Birmania. Siempre leo novelas sobre el destino. Ahora, Cartas desde Birmania, de Aung San Suu Kyi, y El afinador de pianos, de Daniel Mason".
Un 'souvenir':
"Sal. Se usa en todo el mundo, pero en cada sitio es diferente. En Jap¨®n encontr¨¦ una sal que bombean desde una corriente marina que tarda mil a?os en recorrer el mundo. Ahora est¨¢ de moda la sal rosa del Himalaya".
CRISTINA GARC?A RODERO
Fot¨®grafa. Premio Nacional de Fotograf¨ªa y ¨²nica firma espa?ola en la agencia Magnum.
Cuesta imaginar a Cristina Garc¨ªa Rodero en medio de un rito vud¨² en Hait¨ª. Es una mujer bajita y dicharachera. Dulce y femenina, que habla quit¨¢ndose importancia. Nada m¨¢s lejos del t¨®pico del avezado fot¨®grafo con chaleco mil bolsillos y narraci¨®n bravucona. Pero esta se?ora se transforma detr¨¢s de la c¨¢mara con la que ha recorrido el planeta. "Para m¨ª, el viaje est¨¢ muy ligado a mi trabajo. A mi amor por lo que hago: abrir los ojos ante el mundo y el coraz¨®n a la aventura y, sobre todo, a los dem¨¢s", dice todav¨ªa sorprendida por lo que se encuentra en el camino. Buscar esa sorpresa le da fuerza: "Detr¨¢s de una c¨¢mara se ve infinitamente m¨¢s", dice. "Te arriesgas, te metes, te da valor para colarte en primera l¨ªnea y te engendra curiosidad".
Lleva a?os retratando fiestas populares, de pueblos de Castilla, de hippies psicotr¨®picos en Tejas, de espiritismo marialioncero en Venezuela: "Son excusas para hablar del ser humano, de su mejor cara, cuando est¨¢ en la calle, siendo feliz, liberado".
Garc¨ªa Rodero habla del viaje como un incordio necesario. Sue?a durante a?os con los destinos, pero confiesa que luego lo deja todo para el ¨²ltimo minuto y termina "encestando" la maletea y correteando cargada de tr¨ªpodes y b¨¢rtulos innecesarios por los aeropuertos. Tampoco le gusta viajar sola, porque "es duro y triste". "Pero es lo m¨¢s eficaz para trabajar; absorbes, arriesgas y conectas m¨¢s con la gente". Y as¨ª su mirada humana y profunda atraviesa ese "tubo met¨¢lico que parece una pistola", la c¨¢mara agresiva, para alargarse "como un tent¨¢culo amigo y tocar a la gente". No habla idiomas, pero despu¨¦s de casi veinte a?os suelta por el mundo sabe que "el mejor lenguaje es una sonrisa".
Qu¨¦ le queda por ver:
"A medida que cumples a?os, tienes m¨¢s ganas de quedarse en casita... Pero a¨²n tengo que visitar T¨ªbet".
Un lugar:
"Dos ciudades, un mismo sue?o. Venecia y Benar¨¦s. Es dif¨ªcil imaginar tanta belleza".
Una foto:
"Casi no tengo fotos m¨ªas. Pero hay una que no olvido. Tendr¨¦ cuatro a?os, estoy por primera vez frente al mar. Me agarro la faldita para que no se moje y luzco una enorme sonrisa".
ANDR?S JAQUE
Arquitecto. Es autor de la Casa Sacerdotal Diocesana, en Plasencia, y el bar Ojal¨¢, en Madrid.
La ¨²ltima vez que cont¨® los pa¨ªses que hab¨ªa pisado iba por 120. Sus posesiones m¨¢s preciadas son una piragua, un barco, una moto y una maleta de fibra de vidrio, "que se puede tirar desde un sexto piso". Para este joven arquitecto no existe discontinuidad entre lo que es viaje y lo que no lo es. Tampoco entre trabajo y vacaciones. Todo es todo. Viaja cuando pasea por Madrid (donde vive), y se siente de vacaciones cuando da conferencias en Bogot¨¢. "En mi estudio, cualquiera puede pedir d¨ªas para viajar, no tengo una mercer¨ªa", dice. Y tambi¨¦n: "Viajar es vivir despacio y conocer otras vidas, es como dormir en casa de alguien". Y lo dice sonriendo, claro.
El mundo es un continuo de experiencias gracias en parte a la tecnolog¨ªa. Ya no hay lejos. "Mis amigos viven en cinco continentes distintos, pero todos est¨¢n en el Messenger", dice Jaque. "De la misma forma que mi hogar no es mi piso de alquiler, sino mi iPod. Puedo estar en un inh¨®spito aeropuerto, pero pongo cierta canci¨®n de Saint Etienne y me siento como en el sal¨®n de mi casa".
Algo que ver:
"La exposici¨®n de Disney en las galer¨ªas Le Grand Palais, de Par¨ªs, y la de los retratos de Hockney, en la National Portrait Gallery, de Londres".
Un 'souvenir':
"De viaje me invento proyectos, rollos raros... En Etiop¨ªa repart¨ª objetos cotidianos: un billete de 20 euros, un sobre de caf¨¦ instant¨¢neo, una calcoman¨ªa y una c¨¢mara de usar y tirar. Se los di a seis africanos. Dos me devolvieron fotos incre¨ªbles que ilustraban c¨®mo los hab¨ªan reinventado. Tambi¨¦n filmo c¨®mo abren las farmacias. Y durante un a?o viaj¨¦ gracias a una beca. Ten¨ªa que enviar bocetos de lo que ve¨ªa. Pas¨¦ un mes dibujando la marea en Santorini".
Una lecci¨®n:
"Si no te gusta un sitio, te vas a otro; si alguien no te cae bien, te levantas. Lo aprendes viajando, pero hay que hacerlo siempre".
JAVIER REVERTE
Escritor. Acaba de publicar La aventura de viajar (Plaza y Jan¨¦s).
"Viajamos con los sentidos. Tenemos canales tem¨¢ticos hasta sobre la superficie de Marte. No tendr¨ªamos que viajar para ver nada; lo hacemos para encontrarnos sensualmente con la realidad. Tocar, oler..., necesitamos entrar dentro de las cosas". Javier Reverte se dedica a la literatura viajera desde hace d¨¦cadas, pero sigue viendo el mundo con la sorpresa de aquel ni?o que descubri¨® el mar a los 11 a?os: "Era real y salado, dorado como el escudo de un guerrero. Lo hab¨ªa visto miles de veces, pero lo emocionante era estar all¨ª".
El aventurero profesional no hace elitismos: "Todos somos turistas, todos compramos algo; algunos, alfombras, y otros, como yo, almas". Tambi¨¦n hay cosas que se dejan en el camino: "He soltado mucha hojarasca. Soy bastante descre¨ªdo, pero hay cuatro cosas que valen, est¨¦s donde est¨¦s: la solidaridad, el amor, la amistad y la hospitalidad".
"Somos una raza tocada por la curiosidad", "aunque los adultos se encarguen de civilizarnos", dice Reverte. "Dejas de ser joven cuando dejas de aprender. De viaje no repites las mismas ceremonias, cada d¨ªa es diferente al otro, el tiempo dura m¨¢s, la vida se queda quieta y t¨² rejuveneces".
El mejor viaje:
"Es como hacer el amor; siempre piensas que el mejor ser¨¢ el pr¨®ximo. Por eso es dif¨ªcil dejarlo, hemos sido tan felices haci¨¦ndolo que es imposible no querer repetir".
?Y el ¨²ltimo?:
"Baj¨¦ el Yuk¨®n (Canad¨¢) en canoa. Unos 750 kil¨®metros. Ser¨¢ mi pr¨®ximo libro".
Lo peor de viajar:
"A los tres meses de estar fuera estoy descolocado. Me acostumbro a negociar s¨®lo conmigo mismo, y como me perdono enseguida, vuelvo muy rebelde. Mi mujer dice que asilvestrado".
Una pregunta eterna:
"?Qu¨¦ cojones hago yo aqu¨ª? Al final, siempre encuentras una raz¨®n".
BIBLIOTECA N?MADA
"VIAJAR ERA ANTES explorar, ahora es comprender", declar¨® en una ocasi¨®n
Colin Thubron, uno de los exponentes contempor¨¢neos de la gran tradici¨®n anglosajona de escritores viajeros y autor de Entre rusos, En Siberia
y Behind the Wall. La tensi¨®n de la b¨²squeda y la fascinaci¨®n por lo desconocido siguen siendo los grandes motores de la literatura de los caminos, aunque la democratizaci¨®n de los viajes ha tra¨ªdo una nueva forma de entenderlos y contarlos, m¨¢s cr¨ªtica, comprometida y cercana al periodismo. Desde su deb¨² con N¨¢poles, 1944, el brit¨¢nico Norman Lewis
fue una voz excepcional entre los escritores de su generaci¨®n por su mirada llena de humanidad, su discreci¨®n y su conciencia social, que le llev¨® a denunciar en sus obras la destrucci¨®n ecol¨®gica en Indonesia o la violenta evangelizaci¨®n de los indios amaz¨®nicos por los fundamentalistas cristianos. En la lista tampoco pueden faltar cronistas como Paul Bowles (Cabezas verdes, manos azules), Graham Greene (Viajes sin mapas) o el inefable Bruce Chatwin (En la Patagonia); la claridad de las tierras altas de Kenia que retrata Isak Dinesen en Memorias de ?frica; la luz del Mediterr¨¢neo tamizada por los ojos de Capote (Los perros ladran), Lawrence Durrell (Limones amargos) y Paul Morand (Venecias), o la complejidad de la India bajo el prisma de Henri Michaux (Un b¨¢rbaro en Asia), Octavio Paz (Vislumbres de la India), V. S. Naipaul (India) o Pasolini (El olor de la India).
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