Los mitos de la guerra y su trastienda
Se estrena 'Banderas de nuestros padres', primero de los dos filmes de Clint Eastwood sobre Iwo Jima
La prol¨ªfica carrera de Clint Eastwood (San Francisco, 1930) se centr¨® el pasado a?o en el examen a un momento cr¨ªtico del siglo XX: la conquista de la isla de Iwo Jima por parte de los infantes de marina estadounidenses. El testimonio gr¨¢fico de aquella acci¨®n qued¨® grabado para siempre por Joe Rosenthal, autor de la fotograf¨ªa que muestra a seis soldados clavando la bandera en la cima del monte Suribachi. Clint Eastwood se remite a aquel momento decisivo de la guerra del Pac¨ªfico -la aviaci¨®n estadounidense encontr¨® por fin v¨ªa libre para atacar las grandes islas de Jap¨®n- para filmar dos pel¨ªculas: Banderas de nuestros padres y Cartas desde Iwo Jima. La primera se estrena hoy en Espa?a; la segunda ha sido presentada, con ¨¦xito de cr¨ªtica, en un preestreno celebrado en Nueva York.
Hac¨ªa a?os que Eastwood andaba detr¨¢s de los derechos de un libro llamado Banderas de nuestros padres, de James Bradley y Ron Powers, pero cuando se enter¨® de que Steven Spielberg se le hab¨ªa adelantado en la adquisici¨®n de los derechos, aparc¨® la idea y se lanz¨® en busca de retos diferentes, en este caso Million dollar baby. Finalmente, Eastwood y Spielberg llegaron a un acuerdo: Eastwood adaptar¨ªa el libro a la gran pantalla como director y Spielberg se sumar¨ªa como productor.
El pasado octubre, coincidiendo con unos de los meses m¨¢s sangrientos para el Ej¨¦rcito norteamericano en Irak, se estren¨® en Estados Unidos Banderas de nuestros padres, la historia de tres de los seis soldados que alzaron la bandera norteamericana en la cima del monte Suribachi, en el quinto d¨ªa de la invasi¨®n a la isla de Iwo Jima, en 1945. Construida a modo de collage, im¨¢genes de la sangrienta invasi¨®n, que cost¨® la vida a 2.000 soldados norteamericanos s¨®lo en el primer d¨ªa, se mezclan con la llegada de los tres supervivientes de la fotograf¨ªa a Estados Unidos, donde son elevados a la condici¨®n de h¨¦roes por el Gobierno para utilizarlos como hucha para recaudar fondos para la guerra y luego destinarles al olvido.
La fotograf¨ªa tomada por Rosenthal, una de las m¨¢s simb¨®licas de la mitolog¨ªa norteamericana, no reflejaba de hecho el hero¨ªsmo y el patriotismo, argumentos que utiliz¨® el Gobierno para venderla. La bandera de la fotograf¨ªa sustituy¨® a una alzada momentos antes por otros soldados y cuyas identidades se mezclaron. Pero durante el rodaje, Eastwood comenz¨® a realizarse nuevas preguntas que rondaban en el estado de ¨¢nimo de los 20.000 soldados japoneses que perdieron la vida defendiendo su basti¨®n. La respuesta la encontr¨® en un segundo filme, Cartas desde Iwo Jima, rodado en japon¨¦s. Narra la historia desde el punto de vista opuesto, el de los japoneses y su filosof¨ªa con siglos de tradici¨®n por la que prevalece el ideal de morir por encima del deshonor que significa la rendici¨®n.
Con la guionista de origen japon¨¦s Iris Yamashita a bordo, Eastwood se atreve a colocar al Ej¨¦rcito norteamericano como enemigo en una ¨¦poca en la que la mayor¨ªa de la poblaci¨®n estadounidense rechaza la invasi¨®n iraqu¨ª y pide a gritos el regreso de las tropas. Con Banderas de nuestros padres y Cartas desde Iwo Jima, refleja no s¨®lo el choque armament¨ªstico, sino el cultural. Recibida con mayores aplausos por parte de la cr¨ªtica que con Banderas de nuestros padres, es poco probable que la versi¨®n japonesa de la invasi¨®n atraiga m¨¢s espectadores que su predecesora, que de por s¨ª sola se convirti¨® en un fracaso en la taquilla. Con 90 millones de d¨®lares de presupuesto, s¨®lo ha recaudado hasta la fecha la tercera parte en el mercado nacional.Joe Rosenthal fotografi¨® a los seis soldados clavando la bandera
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.