Adi¨®s, m¨ªster Chips
Si los Beckham quieren hacer el equipaje antes del mes de julio, si pretenden llegar hasta su fondo de armario antes del verano, deber¨¢n darse prisa. A poco que en la mansi¨®n familiar las cosas sean como parecen, s¨®lo en alta lencer¨ªa y otros caprichos fashion, ll¨¢mense gorros de lana, pamelas, faldas de tubo, blusas cortas y largas, estolas, abrigos, levitas, plumeros de avestruz, tarros de baba de caracol, viales de placenta, remedios para las arrugas de expresi¨®n, condecoraciones, maquinillas de afeitar y dem¨¢s industria depilatoria, llenar¨¢n media docena de ba¨²les, y en la hip¨®tesis de que a Victoria, esa mujer sin arrugas ni expresi¨®n, se le antoje comprar las maletas en Oxford Street habr¨¢ que llamar al piloto para que vaya calentando los motores del jet antes de las 14 PM, y qu¨¦ agobio, cari?o, cu¨¢ntos bostezos hay que aguantarse para llevar a casa cien millones de d¨®lares libres de impuestos...
S¨®lo a ratos perdidos, es decir, como siempre, el atribulado David volver¨¢ a Valdebebas a vestirse de futbolista durante un par de horas, y ¨¦se ser¨¢ el tiempo disponible para despedirse de ¨¦l.
Afortunadamente, su perfil de jugador cabe en una tarjeta de visita. Sin duda, ha sido el deportista brit¨¢nico m¨¢s internacional de la historia. En la escala de la calidad, entendida como una expresi¨®n del repertorio, nunca podr¨¢ compararse con Bobby Charlton, George Best o Kevin Keegan, por citar a tres cl¨¢sicos del elenco tradicional. Casi todos ellos fueron m¨¢s r¨¢pidos, m¨¢s listos y m¨¢s h¨¢biles que ¨¦l y todos demostraron mayor grado de fantas¨ªa y, por tanto, mayor potencial de sorpresa.
En cambio, nadie ha sido m¨¢s ingl¨¦s. Educado en la urgencia como sus colegas de la vieja guardia, nadie tuvo una mirada tan profunda, nadie se preocup¨® tanto por ganar tiempo ni por abrir de una vez el juego y la cancha. Durante diez a?os ha representado el f¨²tbol de expansi¨®n, el af¨¢n de acometer, el apremio casi militar que hac¨ªa temibles a los equipos de las Islas. Consecuente con sus or¨ªgenes, ha hecho m¨¢s que nadie por llevar la pelota de banda a banda en un circuito de ida y vuelta, y ah¨ª, en la medida elegancia de su toque, termina su radiograf¨ªa de jugador. Tan cierto es que ha sido el m¨²sico que mejor interpretaba una sola nota como que sus limitaciones son indiferentes: para muchos de sus devotos, el f¨²tbol importa menos que su marca de colonia.
Superados sus agobios de viajero y maniqu¨ª, tendr¨¢ el futuro asegurado. Cuando en Hollywood le detecten los primeros s¨ªntomas de calvicie, se rapar¨¢ el cr¨¢neo hasta la tabla del pescuezo, ampliar¨¢ su contrato con la f¨¢brica de cremas de afeitar y vender¨¢ coletas de mandar¨ªn en la China profunda.
Hasta entonces, Victoria no habr¨¢ sonre¨ªdo ni una sola vez.
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