Ni fuego, ni tregua
ETA asume el atentado de Barajas
La banda terrorista responsabiliza al Gobierno en ¨²ltima instancia del atentado por haber situado "los l¨ªmites de la Constituci¨®n y de la legalidad" como tope para el final dialogado de la violencia
EL COMUNICADO SUSCRITO el martes por ETA afirma su autor¨ªa en el atentado del aeropuerto de Barajas, pero niega cualquier responsabilidad por las dos muertes causadas. La imperativa atribuci¨®n a las palabras de un significado opuesto a su uso convencional permite al redactor del texto declarar tambi¨¦n que la ruptura del alto el fuego provocada aparentemente por el atentado homicida implica en realidad el mantenimiento de la tregua: "ETA quiere decir que todav¨ªa sigue en pie el alto el fuego permanente que comenz¨® el 24 de marzo [de 2006]". Esta contradicci¨®n l¨®gica del pasado -superada gracias al neolenguaje orwelliano- queda reforzada por otra antinomia protectora del futuro; el respeto de la tregua ser¨¢ eventualmente compatible con su eventual quiebra: "Mientras se mantenga la situaci¨®n actual de ataque contra Euskal Herria, ETA tendr¨¢ toda la determinaci¨®n para responder".
Esa estrategia de comunicaci¨®n basada en la falsificaci¨®n y el enga?o salpica todo el comunicado e imposibilita su entendimiento a los legos en esa jerga. As¨ª, "la lectura" y "la reflexi¨®n" de ETA sobre los meses transcurridos desde la declaraci¨®n del alto el fuego le llevan al convencimiento de que el Gobierno, el partido socialista y el Partido Nacionalista Vasco ("PSOE y PNV han actuado con la misma perspectiva en el proceso y con la misma estrategia") son los responsables ¨²ltimos del atentado de Barajas por haber fijado "los l¨ªmites de la Constituci¨®n espa?ola y de la legalidad" como tope a "la segunda reforma del Estado". La ¨²nica salida al "conflicto" -ese t¨¦rmino m¨¢gico, oscuro y polis¨¦mico que ocupa un lugar central en el diccionario nacionalista- ser¨ªa "un nuevo marco jur¨ªdico-pol¨ªtico" que hiciese factible la territorialidad de Euskal Herria (fruto de la anexi¨®n al Pa¨ªs Vasco de Navarra y de las comarcas francesas ultrapirenaicas) y su derecho a la autodeterminaci¨®n para alcanzar la independencia y la soberan¨ªa.
Es l¨®gico que la incoherencia de los an¨¢lisis, la irrealidad de los escenarios, la reiteraci¨®n de los argumentos y la previsibilidad de los diagn¨®sticos desanimen a la lectura de los comunicados y documentos de ETA y de su brazo pol¨ªtico. Resultar¨ªa peligroso, sin embargo, desconocer esos mensajes o tom¨¢rselos a beneficio de inventario. Ciertamente, la equiparaci¨®n mec¨¢nica entre los desaf¨ªos terroristas a las sociedades democr¨¢ticas o a los reg¨ªmenes autoritarios, por un lado, y los conflictos entre Estados soberanos con territorio y poblaci¨®n propios, por otro, fue una lamentable chapuza conceptual para justificar la guerra contra el terrorismo -espacialmente universal y temporalmente indefinida- declarada por Bush despu¨¦s del 11-S. Tambi¨¦n es verdad que los paralelismos entre la estrategia antiterrorista del presidente Zapatero y la pol¨ªtica de apaciguamiento de los gobiernos europeos frente a la Alemania nazi son absurdos. De ese tipo de comparaciones en s¨ª mismas impropias s¨®lo cabr¨ªa salvar como elemento anal¨®gico com¨²n la tendencia de las comunidades democr¨¢ticas -amenazadas por organizaciones terroristas o por Estados agresores- a no tomarse en serio la literalidad de los proyectos liberticidas.
El apasionante libro de Ian Kershaw sobre lord Londonderry y los c¨ªrculos aristocr¨¢ticos brit¨¢nicos familiarizados con la realidad alemana (Un amigo de Hitler, Pen¨ªnsula, 2006) recoge un florilegio de irresponsables opiniones sobre el F¨¹hrer expresadas por algunos destacados pol¨ªticos y militares del periodo de entreguerras: desde el ex premier liberal David Lloyd George (Hitler era "un gran hombre" que no hab¨ªa empleado en la persecuci¨®n de los jud¨ªos ni la mitad de la ferocidad de Cromwell con los cat¨®licos irlandeses) hasta el general lord Ian Hamilton (para quien Mein Kampf era un extrav¨ªo juvenil). El comunicado de ETA tampoco ser¨¢ ninguna novedad para quienes hayan le¨ªdo ya la larga entrevista con Otegi -Ma?ana, Euskal Herria- publicada como libro por Gara a finales de 2005. S¨®lo echar¨¢n en falta la afirmaci¨®n de que "Iru?ea [Pamplona] es la Jerusal¨¦n de los vascos" y la advertencia irredentista de que "nunca vamos a renunciar a que Iru?ea sea la capital de todos los vascos".
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