Francia quiere reagrupar sus universidades
Los centros de estudios superiores galos luchan contra la atomizaci¨®n de sus campus
Francia cuenta con 85 universidades en funcionamiento, la ¨²ltima de las cuales nacida en N?mes, el a?o pasado, a menos de 50 kil¨®metros de Montpellier y su importante polo universitario. Es algo que parece contradecir la tendencia dominante, que es la de reagrupar los centros y evitar las duplicaciones para poder presentar a los estudiantes una oferta m¨¢s completa y, sobre todo, de mayor calidad.
Los colegios universitarios est¨¢n esparcidos por todo el territorio
Para las universidades francesas, la urgencia del reagrupamiento se ha hecho evidente estos ¨²ltimos cuatro a?os, a ra¨ªz de la publicaci¨®n de clasificaciones internacionales de calidad universitaria. Seg¨²n la universidad de Shanghai, el mejor centro franc¨¦s no aparec¨ªa hasta el puesto 65 mientras que, seg¨²n el baremo del Times, la mejor ocupaba el puesto 18, la ?cole Normale Superieure.
Obviamente, en todas esas clasificaciones pesa en contra de los centros franceses -y espa?oles, alemanes o italianos, claro- el no tener el ingl¨¦s como ¨²nica lengua de trabajo, pero eso s¨®lo explica parte del problema. Tal y como expone en el diario Le Monde Bernard Carri¨¨re, presidente de una de las tres universidades de Estrasburgo, "detr¨¢s de esa necesidad de reagrupar est¨¢ la idea de masa cr¨ªtica, que hay que situar entre 10.000 y 30.000 estudiantes". La de N?mes tiene 3.500. La futura de Estrasburgo tendr¨¢ 40.000 estudiantes y 2.500 profesores e investigadores.
Las de Par¨ªs, Ly¨®n, Burdeos, Rennes, Clermont Ferrand, Montpellier, Aix-Marseille, Grenoble, Toulouse, Lille y Nancy se dicen interesadas por la tendencia. Otras, m¨¢s peque?as, centros en los que a veces hay unas pocas facultades, estudian llegar a acuerdos con las de localidades vecinas. Es el caso de Le Havre, Caen y Rouen, o de todas las alsacianas, incluso las de ciudades rivales como Metz y Nancy, o las de regiones relativamente amplias, como la que configura un tri¨¢ngulo en cuyos v¨¦rtices est¨¢n Orleans, Limoges y La Rochelle.
M¨¢s dif¨ªcil es saber qu¨¦ hacer con los colegios universitarios o centros delegados, que andan esparcidos por toda la geograf¨ªa y que responden menos a una l¨®gica de especializaci¨®n que a la de ofrecer satisfacci¨®n a localidades que necesitan retener a sus j¨®venes. Ah¨ª la l¨®gica econ¨®mica cede el paso a los intereses pol¨ªticos, pues ning¨²n alcalde o diputado puede aceptar que se cierre una de esas antenas universitarias, por ruinosa que sea y aunque el valor que se conceda a sus ense?anzas sea menos que escaso. M¨¢s de 100 centros de esta categor¨ªa debieran quedar afectados por la tendencia.
En algunos casos, el car¨¢cter salom¨®nico del mapa universitario llega a extremos grotescos, como en el de C¨®rcega. La isla tiene dos localidades de m¨¢s de 35.000 habitantes, Ajaccio y Bastia, una en cada costa, pero la universidad est¨¢ en el centro, en Corte (6.400 habitantes), que, a continuaci¨®n, ha creado antenas en las dos ciudades rivales.
Al margen de la l¨®gica que impone la geograf¨ªa, existe tambi¨¦n el problema que separa las Grandes ?coles de las universidades de masas. Aquellas, aunque p¨²blicas, son caras y su acceso queda restringido a alumnos que superan dif¨ªciles ex¨¢menes de ingreso y que acaban el bachillerato con un expediente id¨®neo. ?stas, las universidades, conf¨ªan en su car¨¢cter masivo precisamente para desanimar, desde el primer a?o, a una gran mayor¨ªa de estudiantes, que abandonan algo por lo que tampoco han tenido que luchar demasiado. Ah¨ª est¨¢ tambi¨¦n el problema de la falta de motivaci¨®n de muchos estudiantes ante unos estudios que no desembocan en ning¨²n futuro profesional. Y en esa falta de futuro aparece incluido el parque de profesores, que tiende a envejecer, a desilusionarse, a permanecer en el puesto -mal pagado pero poco exigido- s¨®lo porque para ellos tambi¨¦n pas¨® la ¨¦poca de las oportunidades.
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