Manos de madres para recoger fresas
Los empresarios de Huelva seleccionan a 2.600 jornaleras marroqu¨ªes
Khadija Tenani, 26 a?os, tres hijos; Hnia el Warrak, 35, dos hijas; Mhaddare Elhame, 21, una hija; Zineb Jamali, 37, dos hijos... Son mujeres, viven en el campo, dicen tener alguna experiencia agr¨ªcola, hijos a su cargo, edades comprendidas entre 20 y 45 a?os y, lo m¨¢s importante: est¨¢n dispuestas -as¨ª lo han firmado en un documento- a regresar a sus pueblos al acabar la campa?a. La del retorno es, precisamente, la condici¨®n sine qua non que los empresarios onubenses de la fresa exigen para contratarlas. Y la Administraci¨®n marroqu¨ª lo corrobora.
Seg¨²n Abdelhalim El Fatihi, jefe de la Unidad de Gesti¨®n de ANAPEC (el equivalente al Instituto Nacional de Empleo espa?ol), "estas mujeres pueden cambiar la vida" de los pueblos marroqu¨ªes. "Para nosotros", explica, "es fundamental su regreso; al conocer a otra gente, otras formas de trabajar, y convivir con mujeres de otros pa¨ªses va a cambiarles la vida".
De la misma opini¨®n es F¨¦lix Sanz, un t¨¦cnico de Asaja Huelva que ha llegado directamente de contratar temporeras en Rumania, a Mohamedia (Marruecos), una ciudad dormitorio a mitad de camino entre Rabat y Casablanca, para participar en la selecci¨®n, junto a Juan Rojas, de Freshuelva, de al menos 2.600 mujeres. "Las mujeres que vuelvan seguro que revolucionan su pueblo", dice Rojas. "El problema es que vuelvan; porque la experiencia que tenemos es que, al menos la mitad de marroqu¨ªes contratados otros a?os se quedaban en Espa?a".
Para evitar que esto ocurra este a?o la Administraci¨®n marroqu¨ª, la espa?ola, los empresarios, los sindicatos y el ayuntamiento de Cartaya (Huelva) han puesto en marcha un programa, auspiciado por la Uni¨®n Europea, con el fin de seleccionar, informar, asesorar y hacer un seguimiento de cada mujer contratada hasta que regrese a su pueblo.
ANAPEC se ha encargado de la convocatoria en aldeas y pueblos. Luego hizo una primera selecci¨®n seg¨²n el perfil exigido por los empresarios. Ahora ¨¦stas son las personas que desde el lunes pasado, a raz¨®n de 400 diarias, y hasta el d¨ªa 24, est¨¢n siendo citadas al Centro Cultural de Mohamedia. El primer d¨ªa, Freshuelva y Asaja contrataron 249 mujeres; el martes, 205. El mi¨¦rcoles fue el caos. Cientos de hombres curioseaban ya por all¨ª mientras casi un millar de mujeres se agolpaba a la puerta principal del edificio (en pleno centro neur¨¢lgico de esta ciudad industrial) para recabar informaci¨®n.
Pero ANAPEC s¨®lo deja pasar a las mujeres que ha citado previamente. Van entrando en grupos de 25 a una sala. Aqu¨ª reciben todo tipo de explicaciones sobre qu¨¦ se espera de ellas, condiciones laborales, d¨®nde van a ir, a qu¨¦ tienen derecho, cu¨¢les son sus obligaciones. Luego pasan una a una ante los empresarios. La selecci¨®n es rigurosa. "Las manos son un espejo de qui¨¦nes son y de d¨®nde vienen", dice Sanz.
Rechazan a la gente mayor, a las que tienen exceso de peso y a las "que vengan ostentosamente vestidas, con tacones, o que duden cuando se les pregunta si regresar¨¢n otra vez a su pueblo", a?ade Sanz. Los empresarios contratan s¨®lo mujeres porque dicen que "se organizan mejor y son m¨¢s constantes en este tipo de trabajo" y porque "para recoger esta fruta se requiere cierta delicadeza y sensibilidad en los movimientos de las manos".
Algunas de las que rechazan montan en c¨®lera o derraman en silencio l¨¢grimas de impotencia. "?Es que es ir a El Dorado!", comenta Rojas. "Nosotros pagamos lo estipulado en convenio: 33,29 euros netos por 6,30 horas de trabajo diario. 39 horas semanales". Es decir, cada mujer de estos pueblos va a cobrar lo que jam¨¢s ha so?ado. Al cambio actual (11,01 dirhans/euro), unos 366,50 dirhans diarios; un capital si se tiene en cuenta que el salario en el campo, trabajando de sol a sol, no sobrepasa los 40 dirhans al d¨ªa en el mejor de los casos.
El contrato que firman es de tres meses y salen con ¨¦l en la mano. Los empresarios les facilitan el alojamiento y el viaje de ida; el regreso corre por su cuenta. Hasta ese momento, la atenci¨®n es permanente. Iksan Ben Terras, coordinadora de AENEAS, el programa que gestiona la migraci¨®n temporal, lo explica: "Nos preocupa mucho su regreso; les damos apoyo psicol¨®gico; queremos que sepan tambi¨¦n las dificultades que van a encontrarse en Espa?a si se quedan. Si regresan las llamar¨¢n cada a?o".
Mientras tanto, Khadija, Hnia, Mhaddare, Zineb, todas sue?an con ganar dinero para hacerse una casa. S¨®lo falta que suene el tel¨¦fono y partir en pos de El Dorado, hacia Huelva.
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