?Otra vez un caso ¨²nico?
La costumbre es el pelotazo. En el f¨²tbol, el pelotazo, tan vilipendiado como argumento futbol¨ªstico, es so?ado, incluso amado, por la dirigencia cada vez que las cuentas aprietan y los solares se expanden. El f¨²tbol, que es un sue?o, est¨¢ basado en el puro y duro cemento. Si se juega como se vive, hay que convenir que se juega como se especula. El Athletic, no. El Athetic es distinto, singular. Tan singular que la venta de San Mam¨¦s, m¨¢s que dejarle beneficios, supondr¨¢ para la entidad rojiblanca la p¨¦rdida de las dos terceras partes de su patrimonio, ahora compartido con la Diputaci¨®n foral y la BBK. 108 a?os despu¨¦s, el negocio del Athletic se reduce a que una instituci¨®n foral y otra financiera le construyen el campo que desea, pero se lo restan de sus bienes patrimoniales.
La raz¨®n es obvia, el Athletic quiere un campo que no puede pagar (180 millones de inversi¨®n exceden a su presente y a su futuro) como busca un equipo que no puede tener. Y se entrega a los brazos de las instituciones en su momento de m¨¢xima debilidad: sin liderazgo, con una presidencia interina y muy mermada, con una situaci¨®n deportiva preocupante, con un debate latente y voluntariamente aceptado, con las indicaciones oportunas del diputado general que jam¨¢s fueron contestadas (aun afectando al meollo del club, que las asumi¨® como un ni?o castigado) y ahora, finalmente, subsumido en lo que algunos califican de confiscaci¨®n legal. Para el debate quedar¨¢ si una presidencia interina puede asumir tama?a p¨¦rdida patrimonial sin que pase por ning¨²n tamiz social. Cuesta creer que el Athletic necesite que la asamblea apruebe la inserci¨®n de publicidad en la camiseta y, sin embargo, pueda perder San Mam¨¦s sin m¨¢s tr¨¢mite que una rueda de prensa urgente en la que la presidencia del club asume un papel tan testimonial, tan de tercer orden, que pasa sin pena ni gloria por la sala.
El Athletic se dej¨® ayer algunos pelos en la gatera, sorprendentemente con un grupo dirigente que trata s¨®lo de llegar a puerto con el menor da?o posible. Despu¨¦s de tantos proyectos fara¨®nicos (explanada del Guggenheim, arquitectos de renombre, socios colaboradores, etc¨¦tera), el asunto ha acabado con un club plegado absolutamente a las indicaciones institucionales (s¨®lo la BBK va de principio a fin con el club), sin ninguna capacidad (ni ninguna gana) de maniobra. Y con la ausencia absoluta de los socios, otra vez ninguneados, aunque en mayo ser¨¢n nuevamente reclamados para un ejercicio de responsabilidad que sus dirigentes desatienden con facilidad.
?Y Vizcaya? La segunda parte es la ciudadan¨ªa. La que ama y la que odia el f¨²tbol, la que es del Athletic, de Sestao, del Ajax o del Barcelona. La que va a pagar al menos el 30% de una obra majestuosa que se utilizar¨¢ dos veces al mes. La sensaci¨®n de que todos los vizca¨ªnos somos del Athletic, y por lo tanto asumimos cuanto ocurra en torno al club, es tan cient¨ªficamente comprobable como que el 80% de los socios del club apoyaban el art¨ªculo de Jos¨¦ Luis Bilbao, como asegura su autor. Con el Athletic (o el Lagun Aro, o el Tau, o la Real) de por medio, la confusi¨®n entre lo p¨²blico y lo privado es una veleidad recurrente. Se financian clubes privados con gestiones horribles (en funci¨®n de la necesidad o el amiguismo), sin m¨¢s argumento que la supuesta pertenencia general a los colores. Cierto es que la Diputaci¨®n, en su mayor esplendor de recaudaci¨®n, se ha lanzado a una actividad invasiva que lo mismo hace pabellones municipales que promueve viviendas, f¨¢bricas de pisos prefabricados o estadios futbol¨ªsticos. As¨ª, se subvencion¨® al Athletic tras denunciar un fraude fiscal monumental del club subvencionado; as¨ª, se anuncian intereses esp¨²reos sin que se sepa qui¨¦n va a gestionar la obra de San Mam¨¦s; as¨ª, se fabrican debates sobre la debilidad del Athletic cuando m¨¢s d¨¦bil, institucionalmente, est¨¢.
Cierto es que los campos de f¨²tbol son o fruto del pelotazo o campos municipales. El Athletic es diferente en todo. Ni ha pegado un pelotazo ni la nueva propiedad de su terreno es municipal. Lo suyo es provincial, diputacional, como una carretera. Cuando el campo se acabe, el Athletic tendr¨¢ menos patrimonio y mejores instalaciones. Y Bilbao, un centro deportivo cuyo uso a¨²n se desconoce. De momento, sigue siendo un caso ¨²nico en el f¨²tbol mundial, aunque en esta ocasi¨®n no se sabe si es motivo de orgullo como para una portada de peri¨®dico.
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