De oscuro, con corbata y con cierto decoro
St¨¦phane Lissner emprende una campa?a de reeducaci¨®n del p¨²blico de La Scala de Mil¨¢n que es apoyada y contestada a partes iguales
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"Se agradece el traje oscuro en las primeras representaciones y siempre el traje y la corbata para los se?ores espectadores. Se recomienda, en cualquier caso, en todas las representaciones, una vestimenta acorde con el decoro del teatro".
El aviso figura esta temporada en el reverso de las entradas de La Scala. El superintendente del teatro oper¨ªstico milan¨¦s, St¨¦phane Lissner, considera que el p¨²blico debe aportar prestancia al espect¨¢culo, y ha lanzado algo parecido a una campa?a de reeducaci¨®n. Nadie ser¨¢ expulsado, dice, pero se realizar¨¢n "controles discretos" y los disidentes del corbatismo ser¨¢n "invitados a observar las reglas".
La nueva pol¨ªtica de La Scala suscita apoyos y rechazos a partes casi iguales. El asesor de Cultura del Ayuntamiento de Mil¨¢n, Vittorio Sgarbi, expres¨® ayer en el diario La Repubblica su deseo de generalizar la formalidad indumentaria: "Har¨ªa falta obligar a los turistas a vestirse de modo adecuado cuando visitan monumentos, y eso vale tambi¨¦n para los teatros". El Nobel Dario Fo consider¨®, en cambio, que La Scala lanzaba "una mala se?al". "El hombre hace el vestuario y el estilo, no al rev¨¦s", dijo. "Temo que La Scala prefiera contar con espectadores muy similares entre s¨ª, y de un cierto rango social. Es una forma de discriminaci¨®n".
Dario Fo: "El hombre hace el vestuario y el estilo, no al rev¨¦s"
Estas cosas ni se plantean en otros teatros. En el Metropolitan de Nueva York, una instituci¨®n mucho m¨¢s potente que La Scala, cada uno va como quiere: el esmoquin y el traje largo se mezclan con los vaqueros y los chaquetones, sin que nadie se sienta extra?o. Lo mismo ocurre en Londres. "En Holanda falta poco para que se presenten en calzoncillos", comenta el director Riccardo Chailly, quien se muestra de acuerdo con la imposici¨®n de la corbata: "La tradici¨®n de La Scala impone un comportamiento distinto", seg¨²n ¨¦l, al de otros teatros de primer nivel.
A Saverio Borrelli, ex fiscal de Manos Limpias y hoy fiscal del mundillo futbol¨ªstico, la de Lissner le parece una causa perdida: "No creo que se pueda aspirar a reconstruir los formalismos del pasado", opina. Borrelli, fan¨¢tico de la ¨®pera y habitual de La Scala, a la que asiste siempre con corbata, admite preferir "un cierto decoro" en el teatro, pero teme que las nuevas normas devuelvan la ¨®pera al pasado y "mantengan alejado al gran p¨²blico". El compositor Fabio Vacchi, por el contrario, califica de "vanguardista" la decisi¨®n del superintendente, porque "quienes hacen aut¨¦ntica ostentaci¨®n son quienes se presentan en vaqueros". Y Carlo Fontana, pol¨¦mico antecesor de Lissner en la superintendencia, llega a invocar a Vladimir Ilich Ulianov en su defensa de la formalidad: "Lenin hizo la revoluci¨®n con chaqueta, chaleco y corbata", proclama.
En general, y muy especialmente en las funciones inaugurales, la gran mayor¨ªa del p¨²blico se viste de noche. El vest¨ªbulo constituye un espect¨¢culo en s¨ª mismo, abundante en sedas, tules y joyas. Dada la escasez de espacio, que impone una cierta econom¨ªa de movimientos, y la proliferaci¨®n de rostros momificados por la cirug¨ªa, en algunos momentos se tiene la impresi¨®n de contemplar fotos de ¨¦poca. S¨®lo una minor¨ªa osa comparecer con atuendo informal, y son rar¨ªsimos los casos en que se percibe aut¨¦ntica dejadez en el ali?o indumentario. La imposici¨®n de traje y corbata, por otra parte, no garantiza prestancia: hay chaquetas y corbatas que ofenden a la vista, en La Scala y en cualquier otra parte.
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