La adicci¨®n al trabajo no beneficia a nadie
El 8% de la poblaci¨®n activa espa?ola dedica m¨¢s de 12 horas al d¨ªa a su profesi¨®n para huir de sus problemas personales
Hay personas que creen que el trabajo es lo m¨¢s importante. Que todo lo dem¨¢s es secundario, incluso su propia familia. Pero se equivocan. Los expertos en psicolog¨ªa laboral se?alan que los llamados workaholics "son v¨ªctimas de su propia percepci¨®n de la realidad, que se retroalimenta a trav¨¦s de su inconsciente adicci¨®n al trabajo". Ahora mismo, el 8% de la poblaci¨®n activa espa?ola dedica m¨¢s de 12 horas al d¨ªa a su profesi¨®n para huir de sus problemas personales, seg¨²n un informe de la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT). Muchos de ellos acaban sufriendo un infarto.
"Al pretender que nuestra familia tenga de todo, caemos en la trampa de negarles lo m¨¢s importante, nuestro propio cari?o", dice Poveda
Los 'workaholics' suelen ser individuos con muy poca autoestima, que asocian el valor de una persona con su ¨¦xito profesional
Disfrutar del trabajo y estar comprometido con la empresa es una cosa. Ser adicto a todo ello, otra bien distinta. En opini¨®n de los expertos en psicolog¨ªa laboral, lo que marca la diferencia entre estas dos formas de vivir una profesi¨®n es "la manera en la que uno se siente cuando est¨¢ en la oficina, as¨ª como la raz¨®n que le mueve a dedicar m¨¢s horas y energ¨ªa de las que deber¨ªa". Las respuestas a estos interrogantes residen en el interior de cada uno, a?aden estos especialistas.
Entre los s¨ªntomas que acompa?an a los llamados workaholics destaca, en primer lugar, que la ocupaci¨®n profesional es lo que m¨¢s les importa. De hecho, en los casos m¨¢s extremos, es lo ¨²nico que aparentemente les satisface en sus vidas. La familia, los amigos y el deporte son secundarios e incluso terciarios.
Para justificar sus constantes ausencias, "estas personas suelen estar permanentemente conectados con su quehacer laboral, de manera que no les quede tiempo para nada m¨¢s", sostiene el psic¨®logo I?aki Pi?uel, socio de la consultora Mobbing Research, especializada en prevenci¨®n de riesgos psicosociales.
Otra caracter¨ªstica t¨ªpica de estos adictos es que "se sienten culpables cuando no est¨¢n trabajando", subraya Pi?uel. "El tener que regresar a sus hogares por la noche les incomoda y ya no digamos cuando se van con la familia de vacaciones", a?ade. Eso s¨ª, al no poder pensar en otra cosa, suelen llevar consigo ordenadores port¨¢tiles, que les ayudan a saciar el mono. "Las horas dedicadas a descansar o a divertirse a menudo les parecen rid¨ªculas, una aut¨¦ntica p¨¦rdida de tiempo", detalla Pi?uel.
Y as¨ª, poco a poco, los adictos al trabajo van perdiendo todas sus relaciones sociales. "Lo que les acaba uniendo a otras personas es el mero inter¨¦s profesional, que los mantiene constantemente al margen de sus verdaderos sentimientos", explica este psic¨®logo, profesor de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares.
En todo este proceso, debido a que los workaholics est¨¢n tan centrados en los problemas derivados de su actividad profesional, "a menudo pierden toda conciencia de lo que les sucede por dentro", se?ala Gonzalo Mart¨ªnez de Miguel, director general del Instituto de Formaci¨®n Avanzada, que cuenta con cursos especializados en desarrollo personal y profesional para trabajadores. "De forma inconsciente, anulan todo lo que sienten para que no les estorbe en su camino hacia el ¨¦xito", se?ala Mart¨ªnez de Miguel.
Ataques al coraz¨®n
Finalmente, despu¨¦s de varios a?os de padecer estr¨¦s, fatiga y ansiedad cr¨®nicas, los workaholics terminan sinti¨¦ndose separados de todo lo que les rodea, incluso de s¨ª mismos. "Esta desconcertante sensaci¨®n, sumada al deterioro de su salud, puede desencadenar en ellos un estado de profunda depresi¨®n, e incluso provocarles un ataque al coraz¨®n", afirma Mart¨ªnez de Miguel. Debido al deterioro de la salud de estos trabajadores compulsivos, "las empresas que los apoyan finalmente terminan resinti¨¦ndose", concluye Mart¨ªnez de Miguel. Hasta que se recuperan del todo, suelen causar baja varios meses.
Detr¨¢s de esta adicci¨®n, "la m¨¢s respetada por el sistema de mercado en la que el hombre moderno se est¨¢ desarrollando", se esconde un determinado tipo de personalidad, cuyo miedo m¨¢s caracter¨ªstico es el de "no tener ning¨²n valor aparte de sus logros", explica Juan Carlos Cubeiro, director de la consultora Eurotalent, especializada en desarrollo estrat¨¦gico y directivo para la mejora cualitativa de las organizaciones.
"Suelen ser personas con muy poca autoestima, que asocian el valor de una persona con su ¨¦xito profesional", sostiene Cubeiro, que ha tratado con profesionales de este tipo. As¨ª, "se vuelven cada vez m¨¢s competitivos y preocupados por la imagen que proyectan de s¨ª mismos", a?ade. En este sentido, "el motor que les mueve a trabajar cada vez m¨¢s es el temor de que sus proyectos profesionales fracasen y de no valer nada para los dem¨¢s".
En busca del equilibrio
Para hacer frente a esta patolog¨ªa, los especialistas recomiendan a los adictos que traten de encontrar un equilibrio entre su actividad profesional y su vida personal. Pero no es nada f¨¢cil. "La primera trampa con la que se encuentran los workaholics es superar parte del condicionamiento sociocultural recibido durante su infancia y primera juventud", explica Ernesto Poveda, socio director de la consultora de Recursos Humanos ICSA.
Desde la d¨¦cada de los setenta hasta la actualidad, "la gran mayor¨ªa de la sociedad ha sobrevalorado el papel del trabajo en la vida de las personas", lamenta Poveda. "Con la malsana justificaci¨®n de que queremos que nuestros seres queridos tengan de todo, caemos en la trampa de negarles lo m¨¢s importante, nuestra propia persona, nuestra compa?¨ªa y nuestro cari?o", explica Poveda, que reconoce que en un momento de su vida padeci¨® este tipo de adicci¨®n.
Pero hay salida al final del t¨²nel. A juicio de Cubeiro, "en el momento que estas personas dejan de creer que su val¨ªa depende de la buena consideraci¨®n de los dem¨¢s, de los frutos cosechados por medio de su profesi¨®n, comienzan a ser m¨¢s aut¨¦nticos en sus actuaciones y a dejarse dirigir por las sensaciones que experimentan en su interior". Liberados, "comprenden que hay vida m¨¢s all¨¢ del trabajo", concluye.
Morir trabajando
Jap¨®n es uno de los pa¨ªses desarrollados donde la cultura del trabajo ha calado m¨¢s hondo. Tanto es as¨ª que incluso cuentan con la palabra karoshi, que significa "morir por sobreesfuerzo en el trabajo". Estas muertes son provocadas por un ataque repentino de coraz¨®n, "precedido por un prolongado periodo de estr¨¦s y tensi¨®n", explica el psic¨®logo I?aki Pi?uel.
El t¨¦rmino karoshi empez¨® a utilizarse en la d¨¦cada de los ochenta, cuando se produjo un boom de muertes asociadas a la adicci¨®n al trabajo. En la mayor¨ªa de los casos, "los ataques cardiacos se produjeron en las mismas oficinas donde los empleados literalmente se estaban dejando la piel", explica Pi?uel.
En 1987, el Gobierno japon¨¦s empez¨® a publicar una estad¨ªstica oficial de karoshi, cuyo objetivo era "concienciar a las empresas y a sus empleados sobre la locura que supone situar el trabajo por encima de la propia vida humana", relata Pi?uel. En 2003, los japoneses trabajaron una media de 1.801 horas al a?o, s¨®lo una m¨¢s que los espa?oles, seg¨²n un estudio de la OCDE.
El 80% de las empresas premian los excesos
"Como en cualquier otra adicci¨®n, la responsabilidad ¨²ltima recae sobre el propio adicto, que suele negar los s¨ªntomas hasta que su situaci¨®n se vuelve insoportable", explica Gonzalo Mart¨ªnez de Miguel, director general del Instituto de Formaci¨®n Avanzada (Infova).
Sin embargo, "el papel que juega la compa?¨ªa durante este proceso de adicci¨®n puede agravar la enfermedad o ser el primer paso para su curaci¨®n", a?ade el psic¨®logo I?aki Pi?uel, socio de la consultora Mobbing Research. "Todo depende de la calidad de su cultura empresarial, de los valores y actitudes que fomente entre sus empleados", apunta.
Lo cierto es que ocho de cada diez empresas en Espa?a premian inconscientemente la adicci¨®n al trabajo de sus empleados, despreocup¨¢ndose de si dicha actividad va en contra de su deterioro f¨ªsico y ps¨ªquico, seg¨²n varias encuestas realizadas el a?o pasado por distintas consultoras de Recursos Humanos. "Son las llamadas empresas t¨®xicas", concluye Pi?uel, "que creen equivocadamente que el rendimiento excesivo de sus plantillas puede durar eternamente".
Aunque los workaholics suelen exigirse mucho m¨¢s a s¨ª mismos de lo que la empresa les obliga, limitar la duraci¨®n de la jornada laboral puede ayudarles a enfrentarse a su adicci¨®n. En opini¨®n de Ignacio Buqueras, presidente de la Comisi¨®n Nacional para la Racionalizaci¨®n de los Horarios Espa?oles, "est¨¢ m¨¢s que demostrado que las jornadas excesivamente largas no est¨¢n directamente relacionadas con la mejora de la productividad". E incluso "muchas desencadenan todo lo contrario", se?ala Buqueras, autor de Tiempo al tiempo (Planeta). "Lo que s¨ª mejora la eficiencia es establecer la direcci¨®n por objetivos", afirma, "en la que cada empleado se responsabiliza de sus propias funciones, sin tener tan en cuenta las horas trabajadas".
Algunas multinacionales extranjeras cuentan con estrictas pol¨ªticas de luces apagadas, que obligan a los trabajadores a salir de la oficina a una hora determinada, que suele ser entre las 17.30 y las 19.30. De esta manera, "los adictos dejan de encontrar excusas en la empresa para escapar de s¨ª mismos, y pueden tener m¨¢s oportunidades para plantearse su verdadero problema: su relaci¨®n consigo mismos y con el rumbo que han tomado sus vidas", concluye Mart¨ªnez de Miguel.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.