Despu¨¦s de ETA, ?qu¨¦?
Es dif¨ªcil comprender por qu¨¦ el presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, ha elegido como estandartes de esta legislatura el Estatuto de Catalu?a y el final dialogado de ETA. La primera cuesti¨®n derivaba de la promesa formulada en un mitin de las elecciones catalanas cuando Zapatero prometi¨® a Pasqual Maragall que el Congreso de los Diputados har¨ªa suyo el Estatut que le remitiera el Parlament. Pero el compromiso en absoluto inclu¨ªa que hubiera de ser ZP quien acudiera al rescate de un texto encallado para trasladar el marco de negociaci¨®n a Moncloa. As¨ª quer¨ªa sumar a los convergentes de Artur Mas pero con la consecuencia del descuelgue de Esquerra Republicana de Catalu?a, ajena a los m¨¢s elementales deberes de solidaridad con el Gobierno del que formaba parte. La segunda bandera, la del fin de ETA, ten¨ªa como sustento tres a?os sin atentados mortales y la observaci¨®n de condiciones ambientales favorables.
Por nuestra parte la objeci¨®n b¨¢sica se refiere s¨®lo al orden de prioridades establecido por el presidente, y para nada descarta la validez de esos objetivos. Pero ignoramos por qu¨¦ ambos prop¨®sitos hab¨ªan de perseguirse a todo trance y adem¨¢s con el rabioso protagonismo personal del presidente. Nadie explic¨® por qu¨¦ se evit¨® delegar como vimos hacer por ejemplo a Tony Blair en el caso del IRA. Otra cosa es que siempre supi¨¦ramos que si alguna vez ETA llegara a desistir de manera irreversible del recurso a la violencia terrorista tendr¨ªa todo el sentido un di¨¢logo final. Pero un di¨¢logo que s¨®lo podr¨ªa incluir tres puntos en el orden del d¨ªa: primero, la entrega de las armas, sobre todo por su valor simb¨®lico; segundo, los beneficios penales y penitenciarios que en adelante ser¨ªan aplicables a la poblaci¨®n reclusa de esa procedencia, y tercero, las medidas econ¨®micas y sociales m¨¢s convenientes para favorecer su reinserci¨®n.
Porque con el "rompan filas" de la banda dejar¨ªa de ser de aplicaci¨®n a los etarras el endurecimiento de los tipos penales establecidos para los casos de delincuencia organizada. Tampoco podr¨ªa priv¨¢rseles, a partir de su disoluci¨®n, de las previsiones legales para redimir de modo parcial el cumplimiento de sus condenas. Adem¨¢s de que, abolida la pena de muerte por la Constituci¨®n, debemos prepararnos a que los asesinos, cumplidas sus sentencias, salgan a la calle y habiten entre nosotros. Y desde luego nos conviene impulsar medidas inteligentes que les disuadan de reincidir y les inciten a reinsertarse, sin menoscabo de las v¨ªctimas a las que debemos honrar. En definitiva, despu¨¦s de ETA, de su disoluci¨®n, de su desistimiento, quedar¨ªan todav¨ªa los integrantes de sus huestes y sus afines pol¨ªticos o callejeros, sin que sea posible su exterminio o su env¨ªo a campo de concentraci¨®n alguno.
El caso es que Zapatero, como todos y cada uno de sus predecesores en la Presidencia del Gobierno, crey¨® que se daban las condiciones para intentar ese di¨¢logo con ETA. Luego, los etarras volaron el pasado 30 de diciembre uno de los aparcamientos de la T-4, y resulta que "buscar ahora el final dialogado es puro voluntarismo", como sostiene el presidente del PNV, Josu Jon Imaz. En cuanto al PP, no ha brindado un solo segundo para el entendimiento en aras de sumar esfuerzos contra la amenaza etarra. Rajoy ha dejado de buscar soluciones para considerarse a s¨ª mismo como la ¨²nica soluci¨®n, la ¨²nica encarnaci¨®n del patriotismo y, mientras tanto, prosigue por la senda del cuanto peor mejor. Una senda en la que le acompa?a y le jalea la orquesta medi¨¢tica habitual y que induce al PSOE a considerar prescindible al primer partido de la oposici¨®n.
Del presidente hubi¨¦ramos podido esperar que considerara fracasado el intento al que ten¨ªa derecho, y que anunciara c¨®mo s¨®lo a un futurible Gobierno del PP podr¨ªa corresponderle volver a ensayarlo. Para lo cual, llegado el caso, brindar¨ªa el apoyo que ahora le han negado. Otra posici¨®n alternativa hubiera sido la de que Zapatero se comprometiera a que, bajo su presidencia, cualquier nuevo intento de final dialogado del terrorismo s¨®lo se har¨ªa de conformidad con el PP y con la participaci¨®n de un representante que designara ese partido.
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