La vida bajo las cenizas
La Junta destinar¨¢ 1.954 hect¨¢reas de monte arrasado por el fuego de Riotinto para ganader¨ªa ecol¨®gica
La naturaleza es persistente. Pongamos un monte asolado por el fuego, por ejemplo. Quiz¨¢s parezca que no queda rastro de vida en el paisaje lunar que dejan las llamas. Pero no. La vida sigue all¨ª. Esperando. Y siempre vuelve a asomar. Porque es paciente y no da tregua. Un ejemplo lo encontramos en El Madro?alejo, cerca de Aznalc¨®llar (Sevilla). All¨ª, de los troncos negros de las encinas y los alcornoques vuelven a crecer brotes de ramas y hojas verdes. Un hecho emocionante, teniendo en cuenta que estas plantas fueron v¨ªctimas del mayor incendio vivido recientemente en Andaluc¨ªa: el de Riotinto, que en verano de 2004 inciner¨® m¨¢s de 27.000 hect¨¢reas.
Ayer hac¨ªa un d¨ªa lluvioso en el monte andaluz y las brigadas que trabajan en la recuperaci¨®n y mantenimiento forestal prefirieron quedarse bajo techo. Estos equipos no est¨¢n trabajando en todo el conjunto del ¨¢rea incendiada. En algunos rincones, los t¨¦cnicos y los operarios pr¨¢cticamente no han intervenido tras la primera fase de actuaci¨®n (evitar la p¨¦rdida de suelos, reparar los caminos, controlar el riesgo de plagas y asegurar la alimentaci¨®n de la fauna cineg¨¦tica). Los responsables han preferido que fuese la propia Naturaleza la que actuase por su cuenta.
"La vegetaci¨®n mediterr¨¢nea est¨¢ preparada para los incendios"
El Madro?alejo es un paraje de 8.000 hect¨¢reas, de las que muchas de ellas est¨¢n regenerando de manera natural. En total, la flora de unas 10.000 hect¨¢reas afectadas por el fuego de 2004 vuelve a ver la luz de la misma manera. "Esto demuestra el empuje de la naturaleza", exclamaba ayer el jefe de servicio Restauraci¨®n Forestal de la Consejer¨ªa de medio Ambiente, Juan Carlos Costa. "El d¨ªa despu¨¦s del incendio, el paisaje era dantesco", reconoce. Una visi¨®n terrible incluso para ¨¦l, acostumbrado a contemplar tierras negras por el paso de las llamas.
Los trabajos sobre el terreno empezaron enseguida tras la tragedia. Pero los t¨¦cnicos, menos dram¨¢ticos que los periodistas o la opini¨®n p¨²blica, sab¨ªan desde el primer momento que contaban con un aliado sin igual: el mismo monte mediterr¨¢neo. Juan Carlos Costa lo explicaba. "La vegetaci¨®n mediterr¨¢nea est¨¢ preparada para los incendios. Y cuenta con numerosas estrategias para superar los estragos de las llamas. Algunas especies optan por esconderse, enterrarse en forma de bulbos o ra¨ªces que permanecen vivos bajo tierra. Otras han escogido rebrotar de los troncos quemados, como las encinas, los olivos o los madro?os. Y una tercera v¨ªa ha sido la de morir, pero plagar sus alrededores de semillas que sobreviven al fuego y pueden germinar en un momento dado", comentaba ayer Juan Carlos Costa de camino a El Madro?alejo.
Sobre el terreno, las pruebas de lo que explicaba se transformaban en ramas y brotes verdes, disparados hacia el cielo desde troncos negros de encinas y alcornoques. O en incipientes nuevos ¨¢rboles que germinan con disimulo de la tierra.
"Mira, all¨ª sale un alcornoque, all¨ª otro y otro m¨¢s all¨¢. Y aqu¨ª, una encina, y otra. Y un madro?o all¨¢". Juan Carlos Costa no daba a basto para se?alar los min¨²sculos ¨¢rboles que vuelven a crecer de donde antes parec¨ªa que no hubiese nada o para indicar las ramas reverdecidas de ¨¢rboles que parec¨ªan muertos. Aun as¨ª, el paisaje no volver¨¢ a ser como era el d¨ªa antes de que la tragedia. Pero tampoco quieren que as¨ª sea. "El gran problema que sufre el monte actualmente es el de la continuidad del combustible, es decir, de la vegetaci¨®n. Eso pasa desde que se ha abandonado, desde que ha dejado de ser una fuente econ¨®mica. Queremos cambiar eso", afirmaba Costa.
Una nueva estrategia que planea la Junta para evitar el abandono fatal del monte es volverlo a utilizar. "Vamos a empezar un proyecto por el que destinaremos 1.954 hect¨¢reas de terrenos p¨²blicos afectados por el incendio para explotaciones de ganader¨ªa ecol¨®gica. Ser¨¢ en cuatro zonas separadas y acotadas en parte por muros tradicionales de piedra de 1,5 metros de alto y con acceso a agua. Los municipios que podr¨¢n verse favorecidos ser¨¢n Aznalc¨®llar, El Madro?o y Berrocal", explicaba Costa. "Lo que pretendemos es crear algunos paisajes parecidos a las dehesas, con presencia de encinas y alcornoques. As¨ª, por un lado convertimos la zona en un lugar m¨¢s atractivo para los vecinos. Y por otro, en caso de que hubiese un incendio estas ¨¢reas ralentizan el avance y permiten una mejor defensa".
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