Una comunidad bajo sospecha
Los hebreos est¨¢n presentes en Persia desde hace 2.500 a?os
![?ngeles Espinosa](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F32bb7ff4-537e-43ea-9dab-0cb3f83ba60b.png?auth=fe7906998c48e4418837148be26d16b394f20655dd6a58f57c74c79fe3150bd9&width=100&height=100&smart=true)
La enemistad pol¨ªtica y verbal de Israel e Ir¨¢n hace dif¨ªcil casar la condici¨®n de jud¨ªo con la de habitante de la Rep¨²blica Isl¨¢mica. Sin embargo, los jud¨ªos iran¨ªes son una de las di¨¢sporas m¨¢s antiguas, tal como recoge la Biblia. Aunque el reconocimiento como minor¨ªa que les otorga Teher¨¢n no garantiza un trato como ciudadanos de pleno derecho, pocos piensan en emigrar. Orgullosos tanto de su cultura iran¨ª como de sus ra¨ªces jud¨ªas, han encontrado en la discreci¨®n la mejor f¨®rmula para su supervivencia.
Trazan sus or¨ªgenes hasta los tiempos de Ciro el Grande, en el siglo VI antes de Cristo. Aquel rey aquem¨¦nida les liber¨® de la esclavitud cuando conquist¨® Babilonia y les permiti¨® regresar a su tierra para levantar un segundo templo. Los actuales jud¨ªos de Ir¨¢n son descendientes de quienes decidieron quedarse y de otros que se les unieron atra¨ªdos por su florecimiento bajo el imperio sas¨¢nida. Unos siglos m¨¢s tarde, la invasi¨®n ¨¢rabe-musulmana cambi¨® su estatus sociopol¨ªtico. Desde entonces, su situaci¨®n en lo que era conocido como Persia ha fluctuado.
Las persecuciones y la discriminaci¨®n les hicieron emigrar a lo que m¨¢s tarde ser¨ªa Israel con los primeros movimientos sionistas en el siglo XIX. A partir de 1925, con la dinast¨ªa Pahlevi, la occidentalizaci¨®n y laicizaci¨®n de la vida social les permiti¨® prosperar en el mundo de la econom¨ªa y la cultura. Pero la instauraci¨®n de la Revoluci¨®n Isl¨¢mica en 1979 supuso un nuevo retroceso a su estatus. Las cifras hablan por s¨ª solas. De entre los 100.000 y 140.000 jud¨ªos que hab¨ªa en Ir¨¢n en 1948, cuando se cre¨® el Estado de Israel, 30 a?os despu¨¦s quedaban 80.000, y hoy son 25.000.
La Rep¨²blica Isl¨¢mica se jacta de que los jud¨ªos, como el resto de las minor¨ªas religiosas (a excepci¨®n de los bahais), tienen libertad de culto e incluso disponen de un esca?o reservado en el Parlamento. En Teher¨¢n, donde se concentra el grueso de la comunidad, tienen tres sinagogas, tres escuelas, una organizaci¨®n para la ense?anza religiosa y un hospital, la mayor¨ªa de cuyos empleados y pacientes son musulmanes. Sin embargo, sus representantes, pol¨ªticos o religiosos, se niegan a hablar sin autorizaci¨®n de las autoridades.
"Vivimos en una situaci¨®n muy dif¨ªcil", confiaba recientemente una jud¨ªa iran¨ª. No obstante, esta mujer, que trabaja como secretaria para una compa?¨ªa extranjera, nunca se ha planteado la emigraci¨®n a Israel. Como la mayor¨ªa de sus correligionarios, no habla bien el hebreo, algo que obliga a la sinagoga a la que asiste en el barrio de Yusef Abad a hacer los anuncios en persa. Sus quejas, al igual que las de otros miembros de la comunidad, se refieren a una suerte de discriminaci¨®n sancionada oficialmente en la educaci¨®n, el empleo o el acceso a las viviendas p¨²blicas.
Aunque no parece que exista ninguna ley que as¨ª lo determine, los jud¨ªos no pueden ser oficiales en el Ej¨¦rcito, miembros de los servicios secretos o alcanzar altos cargos en el Gobierno. Tampoco se les permite dirigir los tres colegios en los que los alumnos jud¨ªos son mayoritarios. Y a pesar de la libertad de culto que les reconoce la Constituci¨®n, algunas normas, como la obligaci¨®n de que sus escuelas abran los s¨¢bados, dificultan la pr¨¢ctica de los m¨¢s ortodoxos, que ese d¨ªa tienen que observar el sabbath.
En principio, el discurso oficial distingue jud¨ªos de sionistas, pero muchas veces la l¨ªnea aparece borrosa en los medios de comunicaci¨®n oficiales, dando la sensaci¨®n de que todos los jud¨ªos apoyan las medidas que adopta Israel y poniendo a los jud¨ªos iran¨ªes bajo sospecha. Hace ocho a?os, 13 de ellos fueron detenidos en Isfah¨¢n y Shiraz acusados de espionaje. Los 10 finalmente condenados han ido quedando en libertad poco a poco.
De hecho, una de las limitaciones de su representante en el Parlamento es que por ley debe apoyar la pol¨ªtica exterior y la postura antisionista del r¨¦gimen. Sin embargo, Maurice Mohtamed, reelegido diputado en 2004, ha tenido un amplio margen para criticar al presidente, Mahmud Ahmadineyad, por su negaci¨®n del Holocausto.
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