Querer la libertad
Las administraciones y los partidos, como las personas, cometen errores. Estos d¨ªas pasados han sido una hora en que esta Administraci¨®n auton¨®mica perdi¨® la inocencia, su gesti¨®n sigue siendo en conjunto razonable pero afloraron debilidades y errores: est¨¢ hecha de humanos. Los errores son lo normal e incluso es comprensible el af¨¢n de ocultarlos, la reacci¨®n instintiva es autoprotegerse. Pero es error mayor no reconocerlos cuando han quedado a la vista. Lo mejor para los propios intereses y lo m¨¢s conveniente para lo p¨²blico es corregir. Si no se hace, ser¨¢n luego las urnas quienes sancionen o corrijan el uso que se hace del poder entregado a los partidos. Y as¨ª debe de ser.
Aunque lo m¨¢s caracter¨ªstico de lo sucedido estos d¨ªas no es tanto lo que qued¨® a la vista en s¨ª mismo cuanto lo que qued¨® en sombra. No los errores de los partidos que gobiernan cuanto los de los sectores sociales que sustentan a este gobierno porque, al cabo, los partidos son una expresi¨®n nuestra, de la sociedad.
En ese espacio de sombra desde luego quedan cosas muy preocupantes, como que si un peri¨®dico o dos no dan cuenta de lo que sucede no nos enterar¨ªamos de nada. Exactamente igual que hace dos a?os, cuando el PP todav¨ªa gobernaba. La diferencia est¨¢ en que ese sistema de dominaci¨®n ahora no est¨¢ administrado por el se?or Fraga y sus mayordomos y conseguidores. C¨®mo funciona ahora, porque es evidente que ha funcionado, es la inc¨®gnita. Pero eso, tan grave, es tan evidente que no vale la pena ahora insistir. Porque lo que m¨¢s preocupante de lo ocurrido en esa zona de sombra estos d¨ªas pasados es la imagen que hemos dejado en nuestro espejo los que nos hemos movido para un cambio pol¨ªtico.
Hemos criticado con dureza las relaciones clientelistas establecidas entre la derecha cuando gobernaba y la Galicia m¨¢s conservadora: la provincia de Lugo y sobre todo la de Ourense, bajo Baltar, siguen siendo la caricatura de una sociedad esclava de su debilidad. Atada a quien detenta el poder por un lazo de sumisi¨®n que a cambio garantiza "favores". La garant¨ªa de que dure ese pacto es el silencio, el ocultamiento, para que no se desvelen la sumisi¨®n y complicidad. Pues algo parecido se ha atisbado ahora tambi¨¦n entre los sectores que se presentan como progresistas y que apoyan y rodean al nuevo poder pol¨ªtico. Cuando se inform¨® de actuaciones que habr¨ªan repugnado a todos si fuesen de la anterior administraci¨®n, hubo una reacci¨®n hostil entre algunos a que se contase lo sucedido: informar de lo ocurrido era "una campa?a".
Y peor a¨²n, vimos entre los que antes criticaban la persecuci¨®n de la libertad de prensa y expresi¨®n por el PP criticar ahora a los medios que contaron lo que la mayor¨ªa ocultaban. Vimos culpabilizar a los que hacen lo que se debe. ?Quer¨ªamos una Galicia libre y democr¨¢tica o s¨®lo se trataba de echar a un partido y de que "ahora nos toca a nosotros"? Hay que contestar a esa pregunta porque parece que a la libertad la tememos o la odiamos.
Aceptar vivir entrampados, atados por "favores", por la utilizaci¨®n del dinero p¨²blico para comprar sumisiones, no es ser ciudadanos, es ser clientes y c¨®mplices. Ese cinismo social tan espa?ol de las administraciones clientelares que se turnaban con C¨¢novas y Sagasta para ocupar el poder. No se trata de escoger entre dos administraciones alternativas, de derechas y de izquierdas, que practican la misma cultura pol¨ªtica clientelista: la raz¨®n de ser de la izquierda es la ¨¦tica democr¨¢tica en el uso del poder, no la mera gesti¨®n eficaz. Si el clientelismo y el sectarismo van a caracterizar de nuevo esta etapa pol¨ªtica nueva ser¨¢ un terrible error, se justificar¨¢ el amargo cinismo de "son todos iguales". Pero no descansemos en la culpa de los partidos y gobiernos porque, sobre todo, no debemos ser todos iguales: no son los partidos los que corrompen a la sociedad, somos nosotros los que los corrompemos con nuestras astucias.
Estamos en el comienzo de una etapa de largo recorrido, har¨¢ falta una nueva generaci¨®n que a¨²n no ha cumplido los veinte a?os para que se instale una cultura c¨ªvica entre nosotros: pero ¨¦se debe ser siempre el objetivo, la Galicia libre se hace con personas libres. Mientras, con Jos¨¦ Afonso: "Liberdade, Liberdade/ Quem disse que era mentira /Quero-te mais do que ¨¤ morte/ Quero-te mais do que ¨¤ vida".
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