El presidente Bush se atrinchera
En Wall Street, cuando los beneficios y los precios burs¨¢tiles de una empresa se hunden, despiden al consejero delegado. Incluso en las universidades, cuando el profesorado choca con el rector durante suficiente tiempo, el rector dimite. En la pol¨ªtica democr¨¢tica, las cosas cambian m¨¢s lentamente. Como el electorado consider¨® que el primer mandato del presidente Bush hab¨ªa sido un desastre geopol¨ªtico en Oriente Pr¨®ximo, los rivales dem¨®cratas del Partido Republicano de Bush se hicieron con el control en ambas c¨¢maras del Congreso.
A quienes esperaban que los nuevos vencedores dem¨®cratas iniciasen de inmediato cambios dr¨¢sticos, la vida les habr¨¢ ense?ado c¨®mo funcionan las democracias. S¨ª, al final los dem¨®cratas conseguir¨¢n su promesa de subir el salario m¨ªnimo. Pero ser¨¢ algo carente de importancia. Unos cuantos trabajos no cualificados estar¨¢n un poco mejor pagados. El salario m¨ªnimo reci¨¦n aumentado ser¨¢ tan bajo en relaci¨®n con las tasas salariales reales pagadas ahora, que el ¨²nico resultado har¨¢ poco bien y poco mal.
Creo que 2007 seguir¨¢ siendo un periodo de crecimiento moderado para el Producto Interior Bruto y para el empleo en Estados Unidos
Los m¨¢s reflexivos preguntan a los expertos en econom¨ªa si, cuando EE UU deje de gastar miles de millones de d¨®lares de d¨¦ficit presupuestarios en guerras como la de Irak, la locomotora estadounidense se ralentizar¨¢ y coger¨¢ un ritmo de paseo. ?Se producir¨¢ una recesi¨®n estadounidense en 2007-2008? En tal caso, ?ser¨¢ suficientemente grande como para provocar macroca¨ªdas mundiales?
No se puede estar seguro al cien por cien de lo que ocurrir¨¢ en el futuro. Pero si sopesamos las diferentes pruebas estad¨ªsticas, tengo que estar de acuerdo con la opini¨®n extendida de que 2007 seguir¨¢ siendo un periodo de crecimiento moderado para el Producto Interior Bruto y para el empleo en Estados Unidos. ?Por qu¨¦? En primer lugar porque nuestro banco central, la Reserva Federal, tiene competencias y lucidez suficientes para navegar firmemente en contra de los vientos deflacionarios que pudieran levantarse. Esto significa que el presidente Ben Bernanke y sus confederados pueden estimular el cr¨¦dito y el gasto recortando los tipos de inter¨¦s m¨¢s de media docena de veces.
Mis palabras no aplacar¨¢n a los partidarios recalcitrantes que Bush tiene en Wall Street, que se enga?an con la ilusi¨®n de que fueron las impulsivas reducciones fiscales de este presidente a los ya ricos las que dieron pie a la recuperaci¨®n de la recesi¨®n que provoc¨® en 2002 el estallido de la burbuja especulativa de Wall Street en 1997-2000. Estos ide¨®logos olvidan que las aceleraciones de la productividad total de los factores en el Estados Unidos de hoy se produjeron bajo la estructura de impuestos m¨¢s elevados que reg¨ªa en la era Clinton-Rubin.
?Fue ¨¦sta la ¨²nica excepci¨®n? No. Los libros de historia se?alan que el Estados Unidos de posguerra creci¨® con Roosevelt, Truman, Kennedy y Johnson. Los nuevos tiempos exigen nuevas soluciones. Los dem¨®cratas centristas de com¨²n acuerdo con los republicanos centristas pueden elaborar pol¨ªticas mejores que las que tuvimos en la era del capitalismo desatado de la d¨¦cada de 1890, cuando los Rockefeller, monopolistas del petr¨®leo, y los Carnegie, monopolistas del acero, controlaban los precios sin m¨¢s competencia.
Durante los mandatos de Reagan y Bush, la desigualdad entre las retribuciones de los consejeros delegados y los trabajadores intermedios se ha disparado y ha pasado de ser 40 veces superior a 400 veces superior. ?Y ha conseguido esto aumentar o disminuir los incentivos para un verdadero crecimiento econ¨®mico? Mi respuesta es que ha alentado a los altos ejecutivos y a las juntas directivas que ¨¦stos dominan a falsear los beneficios empresariales.
Por desgracia, se puede encontrar a m¨¢s de un economista que bendiga este mal gobierno empresarial. Estoy seguro de que si al difunto Milton Friedman le pidieran que se pronunciase acerca de las ventajas de no contabilizar la concesi¨®n de opciones como gasto empresarial al certificar los beneficios de explotaci¨®n, ese libertario conservador lo habr¨ªa reconocido; Hotelling, catedr¨¢tico de Columbia, me ense?¨® que las opciones se suman a la retribuci¨®n del consejero delegado mediante una f¨®rmula objetiva de valor actual descontado. Cada d¨ªa que ocup¨® su cargo, el presidente Herbert Hoover gan¨® votos para Franklin Roosevelt, su sucesor. George Bush sigue el ejemplo de Hoover. Como dir¨ªan los c¨ªnicos: la historia no se repite, pero rima.
(c) 2007 Paul Samuelson. Distribuido por Tribune Media Services.
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