Quemar las naves
Desde la misma noche del 14 de marzo de 2004, la direcci¨®n del Partido Popular, la casi totalidad de los cuadros y una muy buena parte de los votantes del partido han tenido la convicci¨®n de que el Gobierno presidido por Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero era un Gobierno legal, pero no leg¨ªtimo, ya que no hab¨ªa ganado las elecciones de una manera limpia, sino como consecuencia de un atentado terrorista, que no se hab¨ªa fraguado en "desiertos lejanos o monta?as remotas", por utilizar las palabras de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar.
Esta convicci¨®n ha ido arraigando de manera cada vez m¨¢s profunda entre los votantes del PP en buena medida como consecuencia de la estrategia dise?ada y del discurso pol¨ªtico que han puesto en circulaci¨®n simult¨¢neamente los dirigentes del partido y directores de peri¨®dicos o de programas radiof¨®nicos de gran audiencia. De ah¨ª que no tenga nada de extra?ar que las dudas acerca de la legitimidad de origen del Gobierno socialista se hayan ido convirtiendo de manera progresivamente acentuada en dudas acerca de su legitimidad de ejercicio.
Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero no accedi¨® al poder de manera limpia y lo est¨¢ ejerciendo de manera que tampoco es limpia. La prueba del nueve de que es as¨ª la proporciona su pol¨ªtica antiterrorista de traici¨®n a las v¨ªctimas y de sometimiento al chantaje de ETA en general y el trato penitenciario dispensado a De Juana Chaos en particular.
Este an¨¢lisis es el que est¨¢ detr¨¢s de la estrategia pol¨ªtica del PP. Si ten¨ªamos dudas acerca de la falta de legitimidad de origen del Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, su falta de legitimidad de ejercicio las ha despejado. Espa?a carece en este momento de un Gobierno leg¨ªtimo y, en consecuencia, la ¨²nica salida es la disoluci¨®n de las Cortes y la convocatoria de elecciones anticipadas.
Con la convocatoria de la manifestaci¨®n de este s¨¢bado, el PP quema las naves y queda atrapado de manera irreversible en el discurso que ha venido construyendo. Se lo juega todo a una carta: a que el cuerpo electoral haga suya de manera mayoritaria su tesis de la falta de legitimidad del Gobierno socialista. Pues una vez que se plantea el debate pol¨ªtico en t¨¦rminos de legitimidad, ya no se puede debatir de otra cosa. Cuando de lo que se trata es de restaurar la legitimidad del Gobierno de la naci¨®n, todo lo dem¨¢s sobra.
El problema para el PP es que, si el cuerpo electoral no respalda mayoritariamente su discurso de la falta de legitimidad del Gobierno salido de las urnas el 14 de marzo de 2004, es ¨¦l mismo el que quedar¨¢ deslegitimado y, en consecuencia, el que puede quedar inhabilitado para hacer pol¨ªtica con credibilidad. La direcci¨®n del PP est¨¢ situando a sus electores ante la alternativa de ganar las elecciones y constituir Gobierno o dejarlos hu¨¦rfanos de representaci¨®n pol¨ªtica.
O victoria o refundaci¨®n. Esta es la alternativa en la que la direcci¨®n del PP ha situado al partido y a sus votantes. Si el PP gana las pr¨®ximas elecciones generales, su direcci¨®n se constituir¨¢ en Gobierno. Pero si no las gana, el PP, no la direcci¨®n actual, sino el partido como tal, habr¨¢ quedado inhabilitado para hacer lo que un partido pol¨ªtico tiene que hacer.
No s¨¦ si los dirigentes del PP han calculado bien los riesgos que comporta la estrategia de oposici¨®n que han puesto en marcha, pero la posibilidad de que se produzca un vac¨ªo en la representaci¨®n pol¨ªtica del centro-derecha espa?ol superior al que se produjo con la desaparici¨®n de UCD en el tr¨¢nsito de la primera a la segunda legislatura constitucional no es desde?able.
Pero lo hayan calculado bien o no, la decisi¨®n ya la han tomado. De ah¨ª que no quepa esperar sino un aumento de la ferocidad en la oposici¨®n al Gobierno. El PP, con la convocatoria de la manifestaci¨®n de hoy, s¨¢bado, ha quemado las naves. Ya no puede contemplar nada m¨¢s que la posibilidad de la victoria. La derrota ya no ser¨¢ asunto suyo.
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