El juicio del 11-M destapa los agujeros en la seguridad del Estado durante el Gobierno del PP
Polic¨ªa, Guardia Civil, servicios secretos y Ejecutivo infravaloraron los datos de que dispon¨ªan sobre la amenaza islamista
La matanza del 11-M, de la que ayer se cumplieron tres a?os, fue, sin duda, un fiasco colectivo de la lucha antiterrorista. Y de otros tambi¨¦n. Polic¨ªa, Guardia Civil, Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y sus jefes pol¨ªticos del Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar estuvieron muy cerca de los islamistas radicales que perpetraron la masacre y de la trama de los explosivos. Las declaraciones de los primeros testigos del juicio que se celebra en la Casa de Campo de Madrid han abierto la caja de Pandora que ya se cre¨ªa cerrada desde la comisi¨®n de investigaci¨®n parlamentaria. Una caja llena de informes de amenazas de Al Qaeda infravalorados, las investigaciones sobre islamistas fallidas, confidentes de doble direcci¨®n, una brutal descoordinaci¨®n policial, una mina de explosivos descontrolados... Un agujero de seguridad que, a d¨ªa de hoy, el Gobierno del 11-M, del PP, a¨²n no ha reconocido.
Los agentes del servicio secreto presum¨ªan de tener la mejor informaci¨®n sobre el terrorismo islamista
La comisi¨®n de investigaci¨®n ya demostr¨® que lo que ocurri¨® en el seno de los servicios, especialmente en algunas unidades, fue "un desastre, un disparate", tal como lo defini¨® Ignacio Astarloa, entonces secretario de Estado de Seguridad. Aunque luego dijo, como su jefe, ?ngel Acebes, que en realidad no ten¨ªan ni idea de nada. Ni ellos ni los responsables del CNI, Jorge Dezc¨¢llar; Polic¨ªa, Agust¨ªn D¨ªaz de Mera; o Guardia Civil, Santiago L¨®pez Valdivielso.
Las declaraciones en el juicio y en la comisi¨®n muestran un triste panorama, donde ya ETA no aparece pero s¨ª algunos intentos de investigadores de tapar sus verg¨¹enzas, de que no se supiera que estuvieron cerca, muy cerca, aunque s¨ª aprovecharon la informaci¨®n de que dispon¨ªan para evitar nuevos asesinatos y desarticular la c¨¦lula terrorista. Es decir, que estaban haciendo su trabajo con ¨ªnfimos medios materiales y personales, infiltrando a confidentes, observando a los malos, intentando detenerles, pero que no llegaron a tiempo y no quisieron que nadie supiera sus fallos. Pero ni los investigadores ni sus jefes, ni los jueces ni los fiscales de la Audiencia Nacional supieron o pudieron juntar las piezas, ni el Gobierno del PP no dio prioridad al combate local del islamista.
- Las amenazas infravaloradas. Jos¨¦ Luis Serrano, hoy analista antiterrorista pero entonces inspector de la Unidad Central de Informaci¨®n Exterior (UCIE) de la Comisar¨ªa General de Informaci¨®n, detall¨® en el juicio la escalada de la amenaza contra Espa?a. Antes del 11-M, el territorio espa?ol era considerado la retaguardia del islamismo. Pero tras las detenciones en relaci¨®n con el 11-S, los servicios antiterroristas empezaron a alertar de que se pod¨ªa producir un cambio, un vuelco. Lo pusieron por escrito y elevaron informes de amenaza a sus jefes.
Serrano subray¨® c¨®mo ya el 18 de octubre de 2003, el propio Osama Bin Laden, en un v¨ªdeo difundido por las cadenas ¨¢rabes, dio "su visto bueno gen¨¦rico" a atentar contra intereses espa?oles, "en cualquier lugar y momento". Espa?a era citada directamente por su participaci¨®n en la guerra de Irak.
Entre el 22 de abril de 2002 y el 21 de enero de 2004, los Cuerpos de Seguridad, el CNI y Europol elevaron diez informes a las autoridades pol¨ªticas alertando de "la amenaza terrorista de origen islamista que se cern¨ªa sobre Espa?a y otros pa¨ªses occidentales", seg¨²n el dictamen final de la comisi¨®n de investigaci¨®n, s¨®lo fue rechazado por el PP.
Pero el aviso de verdad fue el del atentado de Casablanca (16 de mayo de 2003, contra intereses espa?oles). El que era jefe de la UCIE, el comisario Mariano Ray¨®n, elev¨® un informe el 23 de noviembre de 2003, que fue seguido de otro del CNI, de 10 de junio, donde se aseguraba, como detall¨® Serrano, que exist¨ªa "un nivel de alarma bastante cr¨ªtico de un atentado contra Espa?a".
- Investigaciones fallidas. Las investigaciones permitieron conocer, ya en 2001, que un tal Mustaf¨¢ el Maimouni, preso hoy por el atentado de Casablanca, y Mohamed el Egipcio, procesado en este juicio y ya condenado por terrorismo en Italia, "recompusieron los grupos de fan¨¢ticos dispuestos a vengar la detenci¨®n de su jefe", Imad Eddin Barakat Yarkas, Abu Dadah. El nexo entre ellos era Serhane Ben Abdelmajid, El Tunecino. Los polic¨ªas han confirmado en el juicio que ya en 2002 se les vio reunirse en la casucha de Chinch¨®n que fue la morada de los terroristas del 11-M. "Pero como se cre¨ªan controlados e infiltrados, dejaron de reunirse".
El d¨ªa de los atentados segu¨ªan abiertas siete investigaciones, centralizadas por la Audiencia Nacional, fundamentalmente por el juez Baltasar Garz¨®n. Personas como las ya citadas o Jamal Zougam, Mohamed Larbi Ben Sellam (procesados), Mohamed Afallah (se le da por muerto en Irak), Said Berraj (huido) o Allkema Lamari (muerto en Legan¨¦s y que estaba en libertad por un error judicial) fueron investigadas. Pero, como han puesto por escrito mandos pol¨ªticos, policiales, jueces y fiscales, "ning¨²n indicio se detect¨® en ese momento" contra ellos "que permitiera proceder a su detenci¨®n por la polic¨ªa o solicitar la misma al juzgado o la fiscal¨ªa de la Audiencia Nacional".
Estos hechos tienen dos lecturas. Una es la que sostienen los polic¨ªas que investigaron entonces y ahora: que los servicios estaban haciendo su trabajo, infiltrando a confidentes, observando a los malos, intentando detenerles, pero no llegaron a tiempo, porque ni ellos ni sus jefes supieron juntar las piezas. La otra, alimentada por los defensores de la teor¨ªa de la conspiraci¨®n mutante, es que los servicios estaban formados por una banda de delincuentes, conjurados para matar, pero dirigidos por los mismos pol¨ªticos que dicen quer¨ªa derrotar. Lo que ha quedado claro es que, tras el 11-M, utilizaron todas las informaciones que ten¨ªan para evitar nuevas muertes y que, si hubiera sido por ellos (guardias, polic¨ªas y agentes del CNI), hubieran optado por que no se supiera que hab¨ªan fallado.
- La crisis de los confidentes. Ya han declarado los tres confidentes oficiales que han aparecido en el 11-M: Jos¨¦ Emilio Su¨¢rez Trashorras, Raf¨¢ Zohuier y el testigo protegido m¨¢s conocido como Cartagena. Los tres han dicho lo mismo, que fueron poco menos que marionetas en manos de los servicios, que no les hicieron caso a sus alertas, que lo que dijeron en un principio no es verdad, porque la ¨²nica es la que han dicho en el juicio, que todo lo anterior fue mentira. Trashorras ha dicho que su amigo polic¨ªa de Avil¨¦s, el inspector de estupefacientes Manuel Garc¨ªa Rodr¨ªguez, Manol¨®n, estaba al cabo de la calle de todo, de sus andanzas con Jamal Ahmidan, El Chino, uno de sus proveedores preferidos de hach¨ªs. Zohuier, que avis¨® de que hab¨ªa trapicheos de explosivos pero en un momento determinado dej¨® de hacerlo, subray¨® que V¨ªctor, su controlador de la Unidad Centro Operativa de la Guardia Civil, estaba perfectamente informado de los trapicheos de sus amigos asturianos.
Cartagena fue mucho m¨¢s all¨¢. Acus¨® a dos agentes de la UCIE, Guillermo Moreno Lete, al que llamaba Rubio, y Antonio Jes¨²s Parrilla, Manzano, a quienes se?al¨® como sus controladores, de hacerle chantaje, de haber intentado que se metiera en el piso de Legan¨¦s para morir. Incluso de haberse reunido en un Vips con El Tunecino, un a?o antes del atentado. Seg¨²n cont¨®, tras los sucesos del 11-M oy¨® c¨®mo uno de los agentes dec¨ªa "como este moro hable, la hemos cagado". Es decir, que si lo que dice es cierto, le habr¨ªan presionado para que ocultara la autor¨ªa islamista porque, tal y como dijo, lo que se le pidi¨® es que recabara todos los datos que pudiera del Tunecino, Zougam, Lamari, Maymouni... "Pero de atentar, atentar, no avis¨¦; s¨®lo de que El Tunecino buscaba m¨¢rtires", asegur¨®. Y tambi¨¦n que un etarra iba repartiendo tel¨¦fonos de ETA en los calabozos de la Audiencia Nacional y de que en una mezquita se habl¨® de la posibilidad de pedir ayuda a los "incr¨¦dulos", sobre todo a ETA, para conseguir explosivos. Cartagena apunt¨® y dispar¨® tambi¨¦n al primer testigo policial, a Serrano, miembro de la UCIE, quien antes hab¨ªa negado haber tenido trato alguno con El Tunecino.
- El descontrol de los explosivos. Un v¨ªdeo rodado por la Guardia Civil en la mina Conchita tras los atentados no deja dudas. Quien lo supiera y quisiera, pod¨ªa pasarse por la mina y recoger explosivos, Goma 2 ECO y EC, que estaba tirada por doquier y kilos. Es decir, que el control de los explosivos, responsabilidad de la Intervenci¨®n de Armas y Explosivos de la Guardia Civil, era, como m¨ªnimo, muy deficiente. Qued¨® m¨¢s que claro en la comisi¨®n de investigaci¨®n del Congreso que tampoco hubo inter¨¦s pol¨ªtico en ese control. Se consideraba suficiente la vigilancia. Y eso a pesar de que no se investig¨® el origen de los explosivos (16 cartuchos de Goma 2 ECO contaminados con DNT) hallados en poder de la trama de traficantes de Su¨¢rez Trashorras y su hoy ex cu?ado Antonio Toro Castro en 2001, una operaci¨®n de la Jefatura Superior de Polic¨ªa de Asturias. Tampoco se lleg¨® a nada en las pesquisas de la UCO y las comandancias de la Guardia Civil de Oviedo y Gij¨®n sobre los avisos de Zouhier de que los ex cu?ados iban ofreciendo explosivos al mejor postor.
- Ni coordinaci¨®n ni medios. Si todo lo antedicho se sab¨ªa antes del 11-M, ?es posible que nadie supiera cuadrarlo, tener una visi¨®n de conjunto?, ?es que nadie se dedicaba a coordinar esfuerzos? El hecho es que ni esas informaciones e investigaciones, ni las que llevaba la Brigada Provincial de Madrid sobre islamistas antes de los atentados; la Unidad de Drogas y Crimen Organizado de Madrid, que estaban investigando los trapicheos de El Chino, ni las recabadas por jueces y fiscales de las audiencias de Madrid y Asturias, la Nacional y un juzgado de Alcal¨¢ de Henares, sirvieron nada m¨¢s que para conocer una enormidad de detalles sobre los autores de los atentados, pero con posterioridad a los atentados. Tampoco se lleg¨® a nada por las pesquisas del CNI, entonces dirigido por Jorge Dezc¨¢llar, hasta ahora el servicio que m¨¢s indemne ha salido de la purga de los fallos, dado que el car¨¢cter secreto de su trabajo le ha permitido mantenerse al margen. Y eso a pesar de que sus miembros, si se les preguntaba, presum¨ªan de tener la mejor informaci¨®n casi de Europa sobre terrorismo islamista.
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