Los due?os del vac¨ªo
Explica Luis Garc¨ªa Montero en su libro Los due?os del vac¨ªo (Tusquets Editores. Barcelona, 2006) que la lucidez desmiente las quimeras, y los poetas descubren que, despu¨¦s de todos sus vuelos y sus melancol¨ªas, son ¨²nicamente los due?os del vac¨ªo. A?ade despu¨¦s que siempre le ha emocionado la situaci¨®n de intimidad desesperada en la que un poeta descubre el ¨®xido de sus nostalgias y de sus utop¨ªas, en conflicto repentino con la inteligencia. Nuestro autor habla como profesor de literatura pero sus palabras ser¨ªan como las tecnolog¨ªas de doble uso perfectamente aplicables a los pol¨ªticos que protagonizan la actual situaci¨®n espa?ola.
Empecemos por proclamar nuestra abominaci¨®n de la equidistancia en pol¨ªtica o en qu¨ªmica org¨¢nica pero denunciemos a continuaci¨®n a los que quieren embarcarnos en el m¨¢s disparatado de los antagonismos, el de Les religions meurtri¨¨res por decirlo con el t¨ªtulo del libro de ?lie Barnavi que acaba de publicar Flamarion en su colecci¨®n Caf¨¦ Voltaire. Sosten¨ªa la pasada semana un valeroso pol¨ªtico que cuando en un medio de comunicaci¨®n se dice una barbaridad el responsable es el periodista que habla o escribe, que cuando esa barbaridad se repite debe responder el director del medio y que cuando se reitera por tercera o m¨¢s veces es el editor -el propietario- el que debe rendir cuentas. Pues ah¨ª est¨¢ la Cope, un ejemplo eminente para los sembradores de odio, sin que sus propietarios de la Conferencia Episcopal sientan que nadie les pasa el cargo.
Venimos de la manifestaci¨®n del s¨¢bado que el PP convoc¨® para evitar que como las anteriores se la convocara la Asociaci¨®n de V¨ªctimas del Terrorismo, transmutada en victimato. Ponen flores y velas en las plazas donde se cometieron horrendos asesinatos pero no para conmemorar a los muertos sino para apropi¨¢rselos y denostar a los asesinos. Dicen los dirigentes peperos que la crispaci¨®n s¨®lo aprovecha a la izquierda y con una l¨®gica aplastante para evitar que crispen los de la AVT se instalan en el "crispemos nosotros". Como en los espect¨¢culos futbol¨ªsticos degradados se observan gentes abonadas de impecables atuendos profiriendo los m¨¢s graves insultos al ¨¢rbitro o al equipo contrincante. Se envuelven en banderas y apelan a la m¨²sica de himnos que quedan as¨ª tiznados de parcialidad, hemipl¨¦jicos, in¨²tiles para acoger a todos. Contaminan unos s¨ªmbolos que empiezan a perder su valor de invocaci¨®n multidireccional.
Sabemos que hay deberes sociales -por ejemplo los que tenemos hacia las v¨ªctimas- que no pueden traicionarse porque incurrir¨ªamos en la disoluci¨®n de la comunidad que formamos. Tambi¨¦n que la voluntariedad distingue a las v¨ªctimas casuales de los h¨¦roes decididos a la asunci¨®n consciente del riesgo. Pero asistimos al intento de contraponer los conceptos de paz y libertad como si fueran antag¨®nicos. Me recuerda un buen amigo aquel intento de definici¨®n formulado a la altura de 1939 seg¨²n el cual "la paz es algo muy relacionado con la guerra". De donde se deduc¨ªa que "la paz es consecuencia de la victoria" y que sin lucha no podremos tener paz. Pero abstrayendo la lucha que cada uno debe emprender contra s¨ª mismo, aquel primero de abril se consum¨® una victoria de los "hunos contra los otros" en la que con distintas modulaciones se mantuvieron los triunfadores hasta que la Constituci¨®n de 1978 inaugur¨® la paz, la reconciliaci¨®n y la concordia entre los espa?oles. La victoria del 39 fue seguida de una espantosa represi¨®n con miles de fusilamientos sentenciados en consejos de guerra sumar¨ªsimos y campos de concentraci¨®n para los desafectos al nuevo r¨¦gimen.
Se enrarece el clima ciudadano y ya se nota en las familias, en las comunidades de vecinos, en los centros de trabajo y en los bares del entresuelo. Empezamos a mirarnos como enemigos potenciales. Las gentes ocultan el peri¨®dico que leen y apagan la radio que sintonizan cuando llegan las visitas. Algunos alegan que es un fen¨®meno circunscrito a la ciudad de Madrid, pero como la piedra lanzada en el estanque la onda llegar¨¢ porque es cuesti¨®n de tiempo. El desasosiego alcanzar¨¢ a todos los lugares de la Pen¨ªnsula y de Baleares y Canarias. Y cuando impacte producir¨¢ all¨ª antagonismos a¨²n m¨¢s irreconciliables porque las bases son siempre m¨¢s duras que las c¨²pulas. El pa¨ªs todav¨ªa camina por la senda del progreso y la prosperidad pero si contin¨²a la siembra del odio terminaremos por ser los due?os del vac¨ªo.
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