En la estela de Phelps
El estadounidense se presenta como el nadador m¨¢s potente en la cita australiana que conduce a los Juegos de Pek¨ªn
Hoy comienzan los Mundiales de Nataci¨®n de Melbourne (Australia). La cita es una parada obligada en el camino que conduce a los Juegos de Pek¨ªn de 2008. All¨ª han acudido los grandes saltadores, con el po¨¦tico Alexandre Despatie a la cabeza, los mejores equipos de waterpolo empe?ados en cortar la hegemon¨ªa h¨²ngara, las potencias de la nataci¨®n sincronizada (Espa?a entre ellas) y, por supuesto, Michael Phelps.
- La grandeza del h¨¦roe de Baltimore. En Estados Unidos, un pa¨ªs en busca de h¨¦roes limpios, Phelps encarna el mito del atleta noble, la esencia de la perfecci¨®n f¨ªsica y moral. En Phelps todo remite a la grandeza. Hasta su torpeza fuera de las piscinas, cuando fue multado por conducir con unas copas de m¨¢s y pidi¨® perd¨®n al mundo con una sonrisa de golfo bueno. Desaparecidos de la gran escena Marion Jones y Michael Jordan, el nadador de Baltimore ha ocupado el lugar de los mitos en expansi¨®n. Posee el don de fascinar. Tal vez por su esp¨ªritu aventurero. Es la clase de atleta que produce momentos inolvidables. Su desaf¨ªo en Melbourne vuelve a tener un tono ¨¦pico. Acude por separado a medirse al terreno de los mejores especialistas. Pretende derrotarlos empleando sus armas. Su programa, m¨¢s conservador que en Montreal, puesto que no incluir¨¢ los 100 libres, tiene las se?as de un ensayo general. Un experimento cabal de lo que podr¨ªa afrontar en Pek¨ªn. Phelps y Bowman emplear¨¢n los Mundiales a modo de laboratorio ol¨ªmpico. Ambos saben que las leyendas se construyen con tiempo.
- La distancia fetiche del campe¨®n. Los 200 mariposa es la ¨²nica prueba que Phelps tiene ganada antes de dar la salida. Es su distancia y su nado fetiche, desde que bati¨® el r¨¦cord mundial con 15 a?os. Nunca una plusmarca de nataci¨®n fue establecida por un chico tan joven. Lo que sigui¨® es historia. Las siete mejores marcas de todos los tiempos son suyas. Incluyendo su r¨¦cord del pasado 17 de febrero, en el Gran Premio de Missouri (1 minuto 53,71s). Sin paliativos. Algo muy distinto a lo que experimenta cuando recorta dos piscinas. Trat¨¢ndose de un nadador que habita mejor en la media distancia, encuentra dificultades cuando se interna en el umbral de la velocidad pura. En los 100 mariposa, por ejemplo. All¨ª reina su enemigo preferido, Ian Crocker, el muchacho de los ojos melanc¨®licos. El r¨¦cordman. S¨®lo un talento como Crocker pudo arrebatarle a Phelps el oro en Montreal. Eso s¨ª, para conseguirlo debi¨® tocar la pared con el mejor tiempo de la historia.
- La revancha de los 200 libres. Descartados los 100 libres tras el fracaso de Canad¨¢, en los 200 Phelps volver¨¢ a encontrarse con Van den Hoogenband. No lo hac¨ªan desde Atenas, cuando el holand¨¦s lo releg¨® al bronce. Phelps quiere la revancha. En las pruebas de estilos no afrontar¨¢ rivales menos peligrosos. Ryan Lochte y el h¨²ngaro Laszlo Cseh lo esperan en los 200. Los 400 ser¨¢n un duelo menos concurrido: s¨®lo Cseh y el estadounidense. Cseh es el campe¨®n de Europa. Lo ampara su ADN. Es capaz de flotar como nadie. Es una anguila, resistente y flexible. El n¨²mero uno del r¨¢nking durante los ¨²ltimos dos a?os.
- Los cazadores de gloria. En la alberca prefabricada del Rod Laver Arena los cazadores de gloria ya se abren hueco para atrapar a Phelps, el nadador m¨¢s poderoso del planeta. Lo buscan desde que acudi¨® con esp¨ªritu vacacional a los Mundiales de Montreal, en 2005, antes de retirarse a Michigan, a vivir una nueva vida junto a su entrenador, el temible Bob Bowman. Quienes pretendan pellizcar un poco de su magia tendr¨¢n que lanzarse al agua en las pruebas de 100 y 200 mariposa, en los 200 y los 400 estilos, y en los 200 libres.
- La ausencia de Thorpe. Un Mundial de nataci¨®n en Australia equivale a un Mundial de f¨²tbol en Brasil. Los australianos son un pueblo apasionado por el deporte. Pero la nataci¨®n es su elemento favorito. A esta cita, sin embargo, acuden sin su dios particular. Ian Thorpe se ha retirado. Quedan Grant Hackett y Leisel Jones. El gigante de Queensland, el rey del fondo, sin embargo, dice que se ha distra¨ªdo con su boda, que es inminente. Jones ofrece menos dudas. La bracista es una competidora fiera. En las grandes ocasiones funciona como un reloj. Domina las pruebas por aplastamiento. No alienta m¨¢s emoci¨®n que verla aproximarse al r¨¦cord. Para experiencias m¨¢s inciertas hay que seguir a Phelps.
- El desaf¨ªo de Villa¨¦cija. Despu¨¦s de 15 a?os de oscuridad, la nataci¨®n espa?ola tiene en Melbourne una ocasi¨®n para comenzar a despegar. Si no lo hace ahora, ser¨¢ demasiado tarde para reaccionar ante los Juegos de Pek¨ªn. A Espa?a no le sobra talento. Pero han aparecido un par de nadadores con posibilidades de aspirar a algo m¨¢s que alcanzar la final. S¨®lo precisan tener una buena tarde. El caso m¨¢s notable es el de la barcelonesa Mireia Belmonte. Tiene 16 a?os y el verano pasado conquist¨® el oro en los 200 estilos del Mundial Juvenil.
La acompa?a Erika Villa¨¦cija, convertida en el s¨ªmbolo del equipo. Villa¨¦cija nadar¨¢ los 1.500 y los 800. En la distancia media se cruzar¨¢ con Laure Manadou. La francesa es la nadadora m¨¢s completa del mundo. Es capaz de afrontar cualquier carrera, de hacerlo en cualquier distancia, nadando cualquiera de los estilos. Si tiene un buen d¨ªa, a Villa¨¦cija no le quedar¨¢ m¨¢s remedio que verla alejarse como impulsada por una h¨¦lice. Su problema es que acude con un programa saturado y corre el riesgo de desconcentrarse, o de agotarse. Entre otros desaf¨ªos, se presentar¨¢ a las pruebas de estilos. All¨ª tendr¨¢ lugar una de las cumbres de los campeonatos. El mano a mano entre Manadou y la estadounidense Katie Hoff. Dos nadadoras llamadas a disputarse el trono de Melbourne.
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