Festival medi¨¢tico
La democracia se nos ha muerto de frustraci¨®n, de apat¨ªa, de hipermediatizaci¨®n publicitaria, de adicci¨®n al poder. Lo que ahora tenemos ante nosotros es su cad¨¢ver y todos sabemos que lo ¨²nico que cabe hacer con los cad¨¢veres es enterrarlos o resucitarlos. Los dem¨®cratas irrecuperables s¨®lo podemos optar por el segundo t¨¦rmino de la alternativa. Resucitar ese cad¨¢ver quiere decir refundar la democracia con el mismo nombre o con otro, pero enraiz¨¢ndola en los mismos principios y valores que John Rawls ha resumido en una expresi¨®n certera: 'El ejercicio de la raz¨®n p¨²blica', Collected Papers (Harvard Univ. Press, 1999). Ejercicio que tiene en la deliberaci¨®n y en el debate sus manifestaciones m¨¢s comunes y eminentes, lo que hace del vigor de los debates el verdadero baremo de la vida democr¨¢tica, del que la pr¨¢ctica del voto es s¨®lo una consecuencia.
Hace ya casi cinco meses que se inaugur¨® en Francia el festival medi¨¢tico a que se reducen hoy las ceremonias electorales. Cinco meses que hemos vivido pol¨ªticamente al ritmo de sondeos -casi uno al d¨ªa-, en torno de los cuales se ha organizado el bullicio medi¨¢tico ad majorem gloriam de las empresas de comunicaci¨®n que hoy est¨¢n, conviene recordarlo, en poder de los grandes grupos econ¨®micos, tanto los media escritos como los audiovisuales. Bouyges, el m¨¢s importante grupo constructor franc¨¦s que domina tambi¨¦n el mundo de la telefon¨ªa, es al mismo tiempo el due?o de TF1; Dassault, el principal fabricante de armas de Francia, es el amo de Le Figaro y de Valeurs Actuelles; el magnate Pinault posee la revista Le Point; el grupo Lagard¨¨re, tambi¨¦n armamentista, controla Paris Match, Elle, Journal de Dimanche y un gran pie en Le Monde; Rothschild es el amo de Lib¨¦ration. Las consignas de quienes mandan se transmiten en el mundo de la comunicaci¨®n desde lo no formulado y sus mecanismos m¨¢s eficaces son: la convergencia impl¨ªcita y los manejos tras el tel¨®n. No es necesario a?adir que todos los plat¨®s de los debates televisivos, es decir, sus participantes y las secuencias de sus intervenciones han sido cuidadosamente ama?ados al servicio de Sarkozy. Brillante, muy pugnaz, intelectualmente bien utillado, apuesta simult¨¢neamente, sin inhibici¨®n alguna a todas las opciones del espectro ideol¨®gico, con la sola excepci¨®n de la extrema derecha ya ocupada por Le Pen. El candidato de la derecha dice querer romper con la era de Chirac, de quien sigue siendo sin embargo ministro del Interior y se declara de centro democr¨¢tico al mismo tiempo que ha hecho de Aznar y de Fini sus dos grandes amigos pol¨ªticos. El primero, cuyos referentes de predilecci¨®n son los neocons y las figuras de Reagan y de Thatcher, le ha ofrecido su think-thank, FAES, para la publicaci¨®n y difusi¨®n de sus libros, oferta aceptada con entusiasmo por Sarkozy. Y el l¨ªder del neofascismo italiano Fini se ha convertido a trav¨¦s de su partido, Alianza Nacional, en el editor de sus obras. S¨¦gol¨¨ne Royal, que debi¨® su popularidad inicial a la voluntad de ruptura con los modos convencionales de hacer pol¨ªtica, a su independencia del aparato del Partido Socialista y a su inscripci¨®n en la "democracia de opini¨®n", ha perdido appeal al convencionalizar su mensaje y sus modos. El fen¨®meno Bayrou se sit¨²a en la misma l¨ªnea interpretativa en la que est¨¢n el ¨¦xito de Le Pen en el a?o 2002 y el rechazo de la Constituci¨®n europea en 2005. Los franceses quieren otra pol¨ªtica, otras ofertas, otros modos y otros protagonistas y una cierta parte del electorado franc¨¦s -el 23% de las intenciones de voto proclamadas- han cre¨ªdo encontrarlo en el candidato centrista. Es dif¨ªcil vaticinar hoy si este voto negativo llegar¨¢ hasta el final o se quedar¨¢ en el camino. En cuanto a la extrema izquierda, ha ofrecido de nuevo el lamentable espect¨¢culo de una inacabable lucha fratricida. Menos mal que ese prodigio de la comunicaci¨®n pol¨ªtica que es Olivier Besancenot, l¨ªder de la Liga Comunista Revolucionaria, ha planteado las preguntas concretas esenciales que yo resumo en dos: ?c¨®mo es posible que aceptemos que la distribuci¨®n de la riqueza en Francia haya pasado del 30% al 40% en favor del capital en menos de 30 a?os? y ?c¨®mo puede admitirse que los Gobiernos franceses regalen fiscalmente a las empresas del CAC 40, 60.000 millones de euros cada a?o? ?Esa distribuci¨®n de la riqueza es democr¨¢tica y responde a la justicia social?
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