"Quiero transmitir el placer de leer y pensar"
El venerable centro de la calle 42 con la Quinta Avenida -un edificio de siete plantas que alberga docenas de millones de libros, recibe cada a?o 18 millones de usuarios y est¨¢ abierto todos los d¨ªas del a?o, salvo los lunes- es uno de los pilares de la vida cultural neoyorquina y un ¨¢gora conocida en todo el pa¨ªs gracias a los debates que Paul Holdengr?ber celebra en sus salas. Los eventos empiezan a las siete de la tarde, concluyen a las nueve, y a veces se prolongan con una copa hasta las diez de la noche en la trustees room, con capacidad para un centenar de personas.
"Parad¨®jicamente, la era de Internet, que tanto a¨ªsla a las personas, ha creado un deseo febril, una avidez del p¨²blico de interactuar con otros"
"Me interesa mucho el concepto de fracaso: tiene que ver con aproximarse a algo. La ciencia no progresar¨ªa sin la noci¨®n de fracaso"
Holdengr?ber explic¨® la pasada semana las l¨ªneas maestras de su trabajo, en el marco de un seminario sobre Patrimonio, educaci¨®n y creaci¨®n, organizado por la Fundaci¨®n Caixa de Catalunya, en La Pedrera de Barcelona.
Pregunta. ?Qu¨¦ objetivo persigue con esos di¨¢logos y debates?
Respuesta. Intento algo muy dif¨ªcil: transmitir placer, fervor intelectual, la idea de que pensar y leer es alegr¨ªa.
P. Los rostros de los lectores generalmente son graves. A san Jer¨®nimo, paradigma del estudioso, se le suele representar como un anciano meditabundo. La idea del conocimiento antiguamente se relacionaba con la melancol¨ªa. Y es universal el popular sintagma "rata de biblioteca"...
R. En Plat¨®n, el conocimiento es er¨®tico. Se transmite por una relaci¨®n er¨®tica. En la primera frase de Sur la lecture, Marcel Proust dice: "Quiz¨¢ no haya un d¨ªa de nuestra infancia que hayamos vivido con tanta plenitud como aquellos que creemos haber dejado sin vivir, los que hemos pasado con un libro preferido". Borges se imaginaba el para¨ªso "bajo la forma de una biblioteca". Sin sentido del humor no hay verdadera vida intelectual, ni mucho menos vida social... Yo he estudiado Filosof¨ªa en la Sorbona y me he dedicado a la ense?anza universitaria, pero he abandonado la torre de marfil. Me propongo oxigenar la biblioteca. Atraer nuevos lectores. Difundir la idea de que ir all¨ª es interesante, es vital y es cool, guay. A la puerta hay dos leones, que tienen nombre, se llaman Paciencia y Fortaleza. Quiero que los leones de la biblioteca rujan. Mi din¨¢mica es sencilla: reunir a unos cuantos intelectuales de diferentes disciplinas, no porque acaben de publicar un libro, sino porque tienen ideas interesantes que mostrar. Sustraerme a la din¨¢mica comercial de las editoriales. Sorprender. Por ejemplo, estoy muy orgulloso de la sesi¨®n de ¨®pera que organizamos en la sala de lecturas, en la que los cantantes cantaban leyes gramaticales de una tediosa pero importante gram¨¢tica inglesa titulada Los elementos del estilo. Fueron 39 minutos de placer dada¨ªsta. El ruido fue enorme, y el acto, turbador, pero creo que insuflamos nueva vida a ese libro venerable...
P. ?La biblioteca no tiene que fomentar un trabajo intelectual personal, privado y silencioso?
R. No tan absolutamente privado... El momento en que empezamos a leer un libro es extraordinario, un momento de paz que nos extrae del mundo; pero f¨ªjese en el aspecto f¨ªsico, en el movimiento de los ojos del lector, y ver¨¢ que constantemente est¨¢ regresando al mundo. Su mirada se fija en el texto, luego levanta la vista; lee, levanta la vista... As¨ª que la lectura es una experiencia que puede oscilar entre lo privado y lo p¨²blico, ser estimulada en la arena p¨²blica, para regresar enriquecida a la esfera privada. Yo trabajo para que 500, o 700 personas, a veces m¨¢s, otras veces menos, compartan algo de qu¨¦ hablar como en una conversaci¨®n entre amigos, en un lugar seguro. ?Y cu¨¢ntos lugares hay en el mundo en el que se pueden intercambiar ideas?
P. ?Cu¨¢n numeroso es su equipo?
R. En la biblioteca trabajan 200 personas, pero en mi departamento somos cuatro. En estos dos a?os hemos celebrado 80 eventos. Estamos creando un p¨²blico totalmente nuevo en estos debates p¨²blicos y es espectacular la atenci¨®n y las ganas de hablar. Parad¨®jicamente, la era de Internet, que tanto a¨ªsla a las personas, ha creado un deseo febril, una avidez del p¨²blico de interactuar con otros. Es precisamente la soledad ante el ordenador lo que crea ese deseo.
P. ?C¨®mo organiza el programa?
R. Es fundamental escuchar, ser poroso hacia la realidad. Preguntarte en todo momento cu¨¢les son los debates que deber¨ªas organizar. Por ejemplo, el enorme esc¨¢ndalo por las escuchas telef¨®nicas a personas sospechosas de terrorismo despu¨¦s del 11-S nos llev¨® a orquestar un debate entre el director de la Nacional Security Agency y el principal periodista de The New York Times, James Risen, con algunos expertos legales en los l¨ªmites entre los derechos privados y las competencias p¨²blicas. Como puede usted imaginar, era un tema muy vol¨¢til. Y ahora, con esa demanda contra Youtube de un bill¨®n de d¨®lares por infringir los copyright, es evidente que en las dos o tres pr¨®ximas semanas voy a organizar algo sobre el tema; convocar¨¦ al presidente de Youtube y a... ya ver¨¦ a qui¨¦n... Hice lo mismo a prop¨®sito de Google y la digitalizaci¨®n completa de la biblioteca, o sea, sobre c¨®mo se transmite la informaci¨®n.
P. ?A qui¨¦n no ha querido invitar?
R. No invito a nadie a quien no quiera conocer. A veces viajo para ver y escuchar a un novelista, o a un fil¨®sofo importante, y entonces decido no invitarlo, porque en p¨²blico no tiene una buena din¨¢mica. Mi experiencia acad¨¦mica me ha hecho muy esc¨¦ptico hacia La Conferencia. Hablar y escribir son dos cosas diferentes. Si piensa en los grandes escritores del siglo pasado, por ejemplo, en Marcel Proust, no estoy seguro de que estar¨ªa bien traerlo ante el p¨²blico. La palabra viva a menudo no traduce la escritura. La filosof¨ªa empez¨® con S¨®crates, que no escrib¨ªa, pero luego vino la tradici¨®n de escribir... Pero hablar en p¨²blico exige una presencia.
P. ?Qu¨¦ clase de presencia?
R. Puede ser de muchas clases. Hay gente con presencia, aunque tengan un car¨¢cter t¨ªmido o dif¨ªcil. Por ejemplo, Robert Frank, el gran fot¨®grafo americano. Que en los ¨²ltimos 22 a?os no hab¨ªa hablado en p¨²blico, pero le invit¨¦, y vino, y apenas dijo nada, pero expres¨® mucho. O el autor de c¨®mics Robert Crumb, que es al¨¦rgico a hablar en p¨²blico, vino, le entrevist¨® Robert Hughes, el cr¨ªtico de arte de Time, y fue fant¨¢stico, porque Crumb es una persona dif¨ªcil pero no quieres que esa dificultad desaparezca, sino que forme parte del evento. Otra vez invit¨¦ al ex presidente Clinton para hablar con John Hope Franklin, el historiador especializado en conflictos raciales. Clinton, que es tan carism¨¢tico, apenas dijo nada. Lo interesante era c¨®mo escuchaba. En fin, a veces no tiene nada que ver con el sentido del espect¨¢culo, no depende de la fama del escritor o de su personalidad. Pienso en Alberto Manguel, muy conocido en Espa?a, bastante conocido en Francia y en Canad¨¢, y casi un perfecto desconocido en Estados Unidos, autor de Una historia de la lectura y de ese libro fant¨¢stico titulado La biblioteca de noche. S¨®lo vinieron 150 personas a escucharle. En una sala peque?a, porque la atm¨®sfera es muy importante, Georges Braque dijo que todo toma la forma en la que lo metes. Y yo paso mucho tiempo asegur¨¢ndome de que las sillas est¨¢n colocadas donde deben. Porque es significativo el lugar desde el cual las personas se ven rec¨ªprocamente.
P. ?Qu¨¦ personalidad le impresion¨®?
R. El momento m¨¢s extraordinario en que estuve en el escenario con alguien fue hace un par de semanas con Werner Herzog, el cineasta de Aguirre y Fitzcarraldo. Un tertuliano impredecible. Hablamos durante dos horas, nadie se movi¨®, es hipnotizante, embruja a la audiencia. Como yo sab¨ªa que ¨¦l adoraba a Fred Astaire, antes de la charla proyect¨¦ cinco minutos de la pel¨ªcula La nueva melod¨ªa de Broadway... Bueno, lo primero que dijo Herzog es que Los ?ngeles es la ¨²nica ciudad con sustancia en Estados Unidos. Luego se se?al¨® las canas, dijo que todas y cada una de ellas tiene nombre, y que todas se llaman igual: Kinski. Luego, claro, hablamos de t¨¦cnica cinematogr¨¢fica, literatura, las relaciones entre el cine y las caminatas... Fue m¨¢gico.
P. ?Ha fracasado tambi¨¦n alguna vez?
R. S¨ª, a veces algo no ha funcionado como deber¨ªa. Conmigo en el escenario o sin m¨ª. Yo soy optimista por naturaleza, creo que la vida vale la pena, que las cosas saldr¨¢n adelante, que la humanidad tiene futuro, que mi hijo crecer¨¢ sano y fuerte y ser¨¢ un hombre intelectualmente cultivado. Pero me interesa mucho tambi¨¦n el concepto de fracaso: porque tiene que ver con intentar algo, con haber probado, con aproximarse a algo. La ciencia no progresar¨ªa sin la noci¨®n de fracaso.
Babelia
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