La econom¨ªa espa?ola se hace fuerte
2006 fue una de las cimas de 14 a?os de crecimiento, pese al d¨¦ficit exterior y la baja competitividad
El ciclo m¨¢s largo de expansi¨®n econ¨®mica en Espa?a tuvo en 2006 uno de sus mejores a?os. El crecimiento super¨® las previsiones al situarse en un 3,9% y volvi¨® a estar por encima del que registr¨® la mayor¨ªa de los pa¨ªses de la zona euro. Los datos publicados en los ¨²ltimos d¨ªas componen una estad¨ªstica en la que abundan los buenos resultados y escasean las malas noticias. Incluso algunos de los desequilibrios acumulados en estos a?os de exuberancia en el consumo y la construcci¨®n, y de vertiginosa creaci¨®n de puestos de trabajo, empiezan a corregirse. A¨²n as¨ª, Espa?a encabeza todav¨ªa algunas estad¨ªsticas europeas menos brillantes como la del d¨¦ficit exterior, la baja competitividad o la precariedad en el empleo.
Los inmigrantes suponen ya en torno al 10% de los cotizantes a la Seguridad Social
Las cuentas p¨²blicas han eliminado el d¨¦ficit por segundo a?o consecutivo
Espa?a necesita m¨¢s recursos de los que es capaz de producir para mantener su expansi¨®n
Espa?a se ha colado entre los cinco pa¨ªses de la Europa de los Quince con mejor crecimiento econ¨®mico. Con un espectacular alza del 3,9% en 2006, la econom¨ªa espa?ola s¨®lo fue superada por otras tan pr¨®speras como la sueca, la finlandesa, la irlandesa y la luxemburguesa. Y este a?o se consolidar¨¢ una d¨¦cada y media de crecimiento, que arranc¨® en la ¨²ltima fase del anterior Gobierno socialista, sigui¨® en los ocho a?os de mandato del Partido Popular, y contin¨²a en la presente legislatura, otra vez dirigida por el PSOE. Los expertos se atreven a pronosticar que se seguir¨¢n produciendo crecimientos anuales superiores al 3%. Pero no todo son luces. La inflaci¨®n y la magra productividad restan competitividad a la econom¨ªa. Y la calidad del empleo sigue siendo el reto de futuro.
"El crecimiento es robusto y bastante equilibrado. Es verdad que la construcci¨®n a¨²n crece fuerte, pero el nivel de inversi¨®n total es excepcional: un 30% del PIB", explica Jordi Gual, director del servicio de estudios de La Caixa. Juan Iranzo, responsable del Instituto de Estudios Econ¨®micos, atribuye la pujanza a dos factores: "La demanda interna est¨¢ bastante fuerte y la exterior ha mejorado porque nuestros clientes [principalmente la zona euro] se han recuperado".
Uno de los elementos que m¨¢s se ha beneficiado del crecimiento econ¨®mico en los ¨²ltimos a?os ha sido la renta por habitante. Este indicador, que permite comparar con mayor exactitud el bienestar espa?ol respecto al de los vecinos, roza la media europea (supone el 97,7%, seg¨²n los datos de Eurostat, la oficina estad¨ªstica de la Uni¨®n Europea).
Tras las cifras, no obstante, hay expertos que perciben sombras. "El incremento del PIB per c¨¢pita es muy similar al europeo y, como en Espa?a el aumento de la poblaci¨®n es muy elevado, al final no avanzamos en convergencia real con los pa¨ªses ricos de la UE", apunta Luis de Guindos, ex secretario de Estado de Econom¨ªa con el ¨²ltimo Gobierno del Partido Popular y actualmente miembro del consejo asesor europeo del banco de inversi¨®n Lehman Brothers.
M¨¢s que en la opulencia de cada ciudadano, el crecimiento se ha traducido en una intensa creaci¨®n de empleo (772.000 nuevos puestos en 2006), que ha colocado la tasa de paro por primera vez en porcentajes equivalentes al promedio europeo (un 8,3%). La brecha por sexos, en cambio, sigue siendo profunda. Mientras los hombres gozan casi de pleno empleo, con s¨®lo un 6% de la poblaci¨®n activa desocupada, en el caso de las mujeres supera el 11%. Y la precariedad lastra el mercado laboral, pues m¨¢s de un tercio de los asalariados est¨¢n ligados a su empresa con un contrato temporal y, en gran medida, con salarios ajustados.
Gran parte de estos nuevos empleos han ido a parar a inmigrantes, que suponen ya en torno al 10% de los cotizantes a la Seguridad Social. Espa?a ha ganado m¨¢s de cuatro millones de nuevos habitantes provenientes del extranjero en los ¨²ltimos 10 a?os, un fen¨®meno que ha tirado del consumo y de la econom¨ªa en general.
En este auge de la inmigraci¨®n muchos expertos encuentran una explicaci¨®n al escaso avance de la productividad en Espa?a. Al ocupar puestos con poca cualificaci¨®n en sectores intensivos en mano de obra, el valor a?adido de su labor es escaso. Otros analistas como Jordi Gual se muestran m¨¢s optimistas: "Los inmigrantes que vienen tienen una gran motivaci¨®n para trabajar y eso abre el camino para mejorar la productividad". Con todo, ese indicador ha superado en 2006 las marcas logradas en ejercicios anteriores, al avanzar un 0,8%.
Al margen de qu¨¦ segmento de la poblaci¨®n desempe?a las labores, lo cierto es que el crecimiento sigue basado en un patr¨®n insano, "excesivamente centrado en sectores poco intensivos en esas ventajas que hoy dirimen la competitividad de las naciones", en palabras de Emilio Ontiveros, consejero delegado de Analistas Financieros Internacionales. Son sectores (servicios y construcci¨®n) "no expuestos a la competencia exterior", seg¨²n director de coyuntura de la Fundaci¨®n de Cajas de Ahorro, ?ngel Laborda, y el boom de esas actividades genera inflaci¨®n.
Los precios apuntan ahora hacia una mayor moderaci¨®n, con un cierre del IPC de 2006 en el 2,7%, aunque la inflaci¨®n media del a?o fue muy superior, del 3,6%. Pese a que todas las previsiones apuntan a que el ¨ªndice de precios acabar¨¢ este a?o con un incremento inferior al 3%, el diferencial cr¨®nico -cercano a un punto- que existe entre la inflaci¨®n espa?ola y la de la zona euro resta competitividad a los productos espa?oles en el exterior. Todos los expertos consultados coinciden en destacar esa p¨¦rdida de competitividad, pero discrepan sobre la intensidad de ese problema y, principalmente, sobre su reflejo en las cifras macroecon¨®micas.
"La p¨¦rdida de competitividad se refleja en que no se gana cuota de mercado en el exterior", argumenta Juan Iranzo. El responsable del Instituto de Estudios Econ¨®micos asegura que las empresas espa?olas cada vez est¨¢n m¨¢s centradas en abrir mercados en el extranjero. "Entre el 40% y el 60% de los beneficios de las grandes compa?¨ªas espa?olas provienen de fuera". Jordi Gual resta dramatismo a esta p¨¦rdida de posiciones. "En los ¨²ltimos seis a?os hemos perdido un 10%. Tampoco es un retroceso brutal", apunta.
Respecto a las consecuencias de esa p¨¦rdida de competitividad, los analistas se dividen en dos grupos: los que creen que se refleja en el d¨¦ficit exterior -diferencia entre ventas al exterior e importaciones- y los que relativizan la importancia del deterioro de este indicador. Sin duda alguna, ese desequilibrio es el dato menos reluciente de la econom¨ªa espa?ola. Con el 8,8% del PIB alcanzado en 2006, Espa?a se convierte en el pa¨ªs con mayor volumen de d¨¦ficit en t¨¦rminos absolutos -con 86.026 millones de euros-, s¨®lo por detr¨¢s de Estados Unidos. Quiz¨¢s uno de los datos m¨¢s preocupantes de esa balanza con el exterior resida en el estancamiento del turismo. Los ingresos procedentes de esa industria no avanzan -en t¨¦rminos de ingresos por turista- y en cambio s¨ª lo hace el capital que gastan los espa?oles fuera.
Entre los preocupados por la evoluci¨®n del d¨¦ficit exterior destaca Luis de Guindos. "Nuestras exportaciones de mercanc¨ªas crecen bastante menos que el aumento del comercio mundial y perdemos cuota de mercado en todas las zonas geogr¨¢ficas. Por el contrario, las importaciones ganan terreno en la demanda espa?ola, el saldo tur¨ªstico se est¨¢ deteriorando paulatinamente y la inversi¨®n extranjera se ha desacelerado". Tambi¨¦n Emilio Ontiveros concede gran importancia a ese desequilibrio: "Ser¨ªa un error amparar en la c¨®moda y barata financiaci¨®n del d¨¦ficit cualquier tentaci¨®n de autocomplacencia".
A este argumento, Gual contrapone el hecho de que el grueso del d¨¦ficit exterior "no se produce por la p¨¦rdida de competitividad, sino porque la econom¨ªa espa?ola invierte m¨¢s. De hecho, ese 8% coincide aproximadamente con la diferencia entre el nivel de ahorro y el de inversi¨®n de la econom¨ªa". Es decir, ese d¨¦ficit es el precio que hay que pagar por tener un empuje mayor al de los pa¨ªses de nuestro entorno. Pese a todo, revela que Espa?a necesita m¨¢s recursos de los que es capaz de producir para mantener su expansi¨®n.
Frente a lo que ocurre con los saldos procedentes de exterior, las cuentas p¨²blicas han eliminado la palabra d¨¦ficit de su vocabulario por segundo a?o consecutivo. El ejercicio pasado se logr¨® el segundo excedente de la democracia, equivalente al 1,8% del PIB. En n¨²meros redondos, muy cerca de los 18.000 millones de euros en 2006. Tambi¨¦n la deuda p¨²blica exhibe la mejor salud de la democracia, con un volumen que supone el 39,8% del PIB, el m¨¢s bajo de las dos ¨²ltimas d¨¦cadas. Ambos indicadores permiten a la econom¨ªa espa?ola disfrutar de un colch¨®n insospechado hace s¨®lo unos a?os. Con todo, expertos como Luis de Guindos abogan por un super¨¢vit m¨¢s voluminoso, "del 3% del PIB". Iranzo a?ade que se deber¨ªa moderar el gasto p¨²blico de todas las administraciones.
El perfil que ha mostrado la econom¨ªa en 2006 se repetir¨¢, con alg¨²n signo de moderaci¨®n, en 2007, apuntan los expertos consultados. Las empresas tienen confianza en el momento econ¨®mico, como lo demuestra el ritmo inversor del a?o pasado, principalmente en bienes de equipo -los m¨¢s representativos de la voluntad inversora de las compa?¨ªas-, con un alza del 13%. E incluso la Bolsa se situ¨® como la m¨¢s rentable de Europa y entre los mercados m¨¢s rentables del mundo, con una subida del 32% en un a?o marcado por grandes operaciones corporativas. El ¨ªndice selectivo Ibex 35 acumula cuatro a?os consecutivos de ascensos y todos los expertos apuntan a nuevas subidas -en torno al 10%- en 2007.
Recetas para mejorar: pensiones, impuestos y competencia
Con m¨¢s o menos matices, los expertos coinciden en cu¨¢les son los principales aciertos y, sobre todo, las deficiencias de la econom¨ªa espa?ola. Tambi¨¦n en las recetas que habr¨ªa que aplicar para mejorar, aunque la mayor¨ªa reconoce que son dif¨ªciles de poner en marcha y, sobre todo, que requieren tiempo para dar sus frutos.
Uno de los remedios m¨¢s eficaces para ganar competitividad ser¨ªa fortalecer las dotaciones de capital tecnol¨®gico, en las que Espa?a no logra ponerse al d¨ªa con respecto a los pa¨ªses de su entorno. Y formar mejor a los trabajadores para que sean m¨¢s productivos.
En el apartado de reformas estructurales, las ideas presentan m¨¢s variedad. En primer lugar, reformar el sistema de pensiones, que no se puede dar por garantizado. Varios expertos apuestan tambi¨¦n por bajar m¨¢s el impuesto de sociedades (este a?o ha entrado en vigor un descenso de dos puntos y medio para las grandes empresas y de cinco puntos para las pymes) con el fin de que las empresas puedan competir, en la l¨ªnea de lo que han hecho algunos pa¨ªses europeos.
Entre las recetas se cita tambi¨¦n la necesidad de promover cambios en la negociaci¨®n colectiva, "no para bajar salarios -aclara ?ngel Laborda-, sino para eliminar rigideces". As¨ª como introducir mesura en las normas auton¨®micas, "que han generado numerosos costes de transacci¨®n a las empresas que operan en Espa?a", apunta Luis De Guindos. Y aumentar la competencia en los mercados, algo que a¨²n no se ha conseguido en algunos sectores -especialmente el energ¨¦tico-, pese a estar liberalizados.
Pero casi ning¨²n Gobierno se atreve a aprobar medidas de calado en ninguno de estos ¨¢mbitos. La explicaci¨®n probablemente haya que buscarla en las palabras de Jordi Gual: "Las reformas estructurales brillan poco. Muy poco".
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