Guerra abierta entre Bush y el Congreso por Irak y el esc¨¢ndalo de los fiscales
Un ex alto cargo de Justicia acusa a Gonzales de haber influido en los despidos pol¨ªticos
En una jornada en la que las diferencias entre el Capitolio y la Casa Blanca alcanzaron la categor¨ªa de tormenta pol¨ªtica en Washington, George W. Bush se vio ayer acosado por los congresistas en dos asuntos centrales de su agenda: el Senado vot¨® a favor de la retirada de Irak el a?o pr¨®ximo, y un ex alto funcionario del Departamento de Justicia acus¨® ante una comisi¨®n parlamentaria a su antiguo jefe, Albert Gonzales, de haber influido personalmente en el despido de ocho fiscales rebeldes. Cualquiera de los dos reveses es lo suficientemente grave como para poner contra las cuerdas a un presidente.
La acumulaci¨®n de ambos reveses crea un complejo escenario pol¨ªtico y augura un panorama cargado de tensiones que s¨®lo resolver¨¢n las elecciones de noviembre de 2008.
Los votantes ser¨¢n, as¨ª, los jueces ¨²ltimos de lo que, como se vio ayer, promete ser una lucha sin cuartel. A las diez en punto, hora de la capital norteamericana, Kyle Sampson, que fue jefe de Gabinete del fiscal general, empezaba una comparecencia ante el Comit¨¦ de Asuntos Judiciales del Senado para confesar que Gonzales hab¨ªa participado en reuniones en las que se decidi¨® el despido de los fiscales que se resist¨ªan a favorecer pol¨ªticamente al Gobierno.
Gonzales hab¨ªa dicho lo contrario hace apenas dos semanas en una conferencia de prensa. "Yo no creo que las declaraciones del fiscal general, en las que afirm¨® que no hab¨ªa participado en ninguna reuni¨®n sobre el despido de los fiscales, sean correctas", declar¨® ayer Sampson, con lo que deja a Gonzales al pie de los caballos.
A las 10.36, los senadores de esa comisi¨®n tuvieron que interrumpir la sesi¨®n para participar en el voto del pleno en el que, por 52 contra 47, fue aprobada la ley por la que se aprueban m¨¢s de 100.000 millones de d¨®lares [75.000 millones de euros] para las guerras de Irak y Afganist¨¢n y se establece un plazo de 120 d¨ªas para el comienzo de la retirada y una fecha l¨ªmite para su conclusi¨®n, el 31 de marzo de 2008.
"Hemos sido la voz del pueblo americano que nos pidi¨® hablar en su nombre. Tiene que haber un cambio de direcci¨®n en la guerra de Irak, en la guerra civil de Irak", declar¨® despu¨¦s de la votaci¨®n el jefe de la mayor¨ªa dem¨®crata, Harry Reid. "Esto va a envalentonar al enemigo y no va a ayudar a nuestras tropas de ning¨²n modo", manifest¨® el senador republicano Richard Shelby.
Apenas segundos antes del inicio de esa votaci¨®n, a las 10.28, el presidente Bush, que ha prometido vetar esa ley u otra similar aprobada la pasada semana por la C¨¢mara de Representantes, comparec¨ªa en la Casa Blanca rodeado de congresistas republicanos para mostrar su resoluci¨®n a presentar batalla hasta donde sea necesario. "Estamos unidos", dijo Bush, "para decir alto y claro que cuando tenemos a nuestras tropas en situaci¨®n de riesgo, esperamos que sean completamente abastecidas; que cuando tenemos a oficiales y jefes tomando decisiones sobre el terreno, no sean maniatados; y que esperamos que el Congreso sea inteligente en la manera en que gasta el dinero de los ciudadanos".
Dos horas m¨¢s tarde, a las 12.35, se complet¨® una jornada de dram¨¢ticas puestas en escena con la llegada del propio presidente al Capitolio para participar en un acto, precisamente de car¨¢cter castrense, aunque tan conciliador como el homenaje a la primera unidad de combate exclusivamente integrada por negros. Fue una oportunidad de observar los rostros serios de Bush y de Nancy Pelosi, la presidenta de la C¨¢mara de Representantes, frente a frente.
Bush, en efecto, parece haber decidido dar la batalla en los dos frentes que el Congreso le ha presentado. Por un lado, ha conseguido hasta ahora mantener en su puesto a Albert Gonzales, amigo personal desde sus a?os en Tejas, y se ha negado a permitir que sus m¨¢s estrechos colaboradores, entre ellos Karl Rove, comparezcan bajo juramento en el Congreso para testificar sobre la implicaci¨®n de la Casa Blanca en el caso de los fiscales.
Por otro, ha asegurado que bajo ninguna circunstancia -ni siquiera condicion¨¢ndolo a los fondos para la guerra- aceptar¨¢ que se marque una fecha para la retirada de Irak. "Si los fondos no son aprobados, el pueblo americano sabr¨¢ qui¨¦n es responsable", dijo Bush el mi¨¦rcoles.
En ambos asuntos, el tiempo corre deprisa. En el caso de Irak quedan todav¨ªa algunas etapas legislativas por cumplir y el Pent¨¢gono dice que el dinero para Irak se acaba el 15 de abril. En el caso de los fiscales, el Departamento de Justicia se encuentra pr¨¢cticamente bloqueado. Pero en ambos asuntos tambi¨¦n, Bush cuenta con ganar lo que algunos de sus antecesores consiguieron en similares circunstancias: las simpat¨ªas de una opini¨®n p¨²blica propicia a identificarse con un presidente acorralado por el Congreso.
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