?El PCE no es un ordenador personal?
El Partido Comunista de Espa?a celebra el 30? aniversario de su legalizaci¨®n con un perfil desdibujado
Es posible imaginar la escena. Una manifestaci¨®n no demasiado numerosa, en la que alguien exhibe una bandera roja con la hoz y el martillo, ante el asombro de los polic¨ªas que vigilan. "Anda, ?pero todav¨ªa existe el PCE?", se pregunta uno de ellos. La an¨¦cdota, y otras similares, la cuenta Felipe Alcaraz, hist¨®rico dirigente andaluz, presidente del comit¨¦ federal del Partido Comunista de Espa?a. "Nos pas¨® tambi¨¦n con dos ujieres del Congreso, cuando presentamos el nuevo formato de Mundo Obrero [¨®rgano oficial del PCE], har¨¢ m¨¢s o menos un a?o. No sab¨ªan que segu¨ªa saliendo". Y es que el nombre del partido, las siglas PCE, parecen m¨¢s ligadas al pasado, a la primera mitad de la transici¨®n, que al presente.
Izquierda Unida, criatura del propio PCE, parece haber devorado al 'padre'
Seg¨²n Alcaraz, la culpa es del XIII Congreso, que se celebr¨® en 1991. "Quiz¨¢s porque ten¨ªamos el complejo de la ca¨ªda del muro, en ese congreso se decidi¨® trasladar todos los efectivos del partido a Izquierda Unida. Pero claro, era debilitar al r¨ªo principal para dar caudal a los afluentes. A partir del XVII Congreso, de hace dos a?os, se sigui¨® la l¨®gica contraria. Para fortalecer IU hay que fortalecer primero el PCE". Y en eso est¨¢n.
Pero ni a Alcaraz ni a muchos hist¨®ricos del partido se les escapa la amarga paradoja que encierran las an¨¦cdotas de polic¨ªas y ujieres. Izquierda Unida, creada por el propio PCE en 1986, que la nutri¨® de fondos, de cargos y de militantes, parece haber devorado definitivamente al padre. S¨®lo as¨ª se explica que al cumplirse el 30? aniversario de la legalizaci¨®n del partido, el 9 de abril de 1977, el PCE sea apenas una sombra, un partido an¨®nimo. Hasta el punto de que el propio Alcaraz reclame la necesidad de una nueva legalizaci¨®n, de una salida de esta clandestinidad impuesta por la estrategia pol¨ªtica. "Es verdad. Si le hablas del PCE a un joven, enseguida piensa en el ordenador personal y no en el partido comunista", admite Nicol¨¢s Sartorius, dirigente hist¨®rico, que dej¨® IU en diciembre de 1994, y hoy es vicepresidente de la Fundaci¨®n Alternativas. Sartorius, que se siente orgulloso del papel hist¨®rico que desempe?¨® el partido, lo da pr¨¢cticamente por liquidado. "Cumpli¨® una funci¨®n important¨ªsima. Fue el motor de la lucha antifranquista, y se consumi¨® en esa lucha. Luego, sufri¨® tambi¨¦n en el imaginario colectivo el desprestigio del derrumbamiento de la URSS. Pero ha sido capaz de dar vida a Izquierda Unida, que ah¨ª est¨¢".
Todo el mundo sabe que la fuerza motriz de IU sigue siendo el PCE. Que los dirigentes de las principales federaciones (Andaluc¨ªa, Madrid, Asturias, Catalu?a y Comunidad Valencia) son comunistas, como comunistas son los principales cargos electos de IU, que, pese a la constante p¨¦rdida de votos desde 1999, ha alcanzado en los ¨²ltimos a?os sus mayores cotas de poder. Gobierna en coalici¨®n con el PSOE en Asturias y Arag¨®n, est¨¢ presente en el Gobierno de Catalu?a y en el del Pa¨ªs Vasco. En diciembre de 2004, Izquierda Unida controlaba a¨²n 163 alcald¨ªas y participaba en el gobierno de otros 123 municipios, entre ellos Barcelona, Sevilla, Bilbao, Gij¨®n, Fuenlabrada, Legan¨¦s y Getafe, con un total de 1.800 concejales en todo el pa¨ªs. No es poco para una organizaci¨®n con 70.000 militantes, de los cuales, la inmensa mayor¨ªa son miembros del PCE. Para muchos, el poder ha tenido un coste exagerado. Pero la direcci¨®n tiene claro el camino a seguir.
Nada de esto era previsible aquel invierno de 1976, cuando Santiago Carrillo, todav¨ªa un fugitivo, convocaba rocambolescas conferencias de prensa en Madrid, a las que acud¨ªan decenas de periodistas espa?oles y extranjeros. Carrillo aprovechaba para lanzar al pa¨ªs su ideario de comunista domesticado, ya sin garras revolucionarias ni colmillos marxistas-leninistas. Y se mostraba dispuesto a aceptar la independencia de la Iglesia, la legitimidad de la Monarqu¨ªa y la econom¨ªa de libre mercado. Aun as¨ª, legalizar un partido que suscitaba enorme desconfianza en algunos sectores de la sociedad espa?ola, a los 38 a?os del final de la Guerra Civil, plante¨® no pocos problemas al Gobierno provisional de Adolfo Su¨¢rez. Al final, la cosa se resolvi¨® con un cierto sesgo de pel¨ªcula negra. Carrillo fue detenido el 22 de diciembre de ese a?o, en la confluencia de las calles Padre Jes¨²s Ord¨®?ez y L¨®pez de Hoyos en Madrid, luciendo una peluca.
El l¨ªder del PCE y otros siete dirigentes pasaron unos d¨ªas en la c¨¢rcel de Carabanchel, pero pudieron celebrar en libertad el fin de a?o de 1976, tras depositar una fianza global de mill¨®n y medio de pesetas. Fueron las ¨²ltimas Navidades en la clandestinidad. Tres meses despu¨¦s, una resoluci¨®n gubernamental legalizaba al partido al concluir: "no hay ilicitud penal en las actividades del PCE". La decisi¨®n se hizo p¨²blica el 9 de abril (su S¨¢bado Rojo) de 1977.
Gaspar Llamazares, coordinador de IU, antiguo dirigente del PCA asturiano, cree que esa fecha es fundamental. "La legalizaci¨®n del PCE fue un indicador claro de que ¨ªbamos a una democracia de plenos derechos".
Carrillo, apoyado por los dirigentes eurocomunistas Enrico Berlinguer y George Marchais, que celebraron una cumbre en Madrid en v¨ªsperas de la legalizaci¨®n, dio garant¨ªas de lealtad a la Corona, tranquiliz¨® a los poderes f¨¢cticos y econ¨®micos y suaviz¨® con su dial¨¦ctica eurocomunista cualquier exceso ideol¨®gico. El PCE comenz¨® a utilizar la bandera roja y gualda en sus actos p¨²blicos, firm¨® los Pactos de la Moncloa y se dispuso a ser el representante principal de la izquierda en las inmediatas elecciones generales.
Los comicios de 1979 tuvieron resultados esperanzadores para el partido que, sin embargo, se hundi¨® en las generales de 1982, que certificaron el triunfo aplastante de los socialistas de Felipe Gonz¨¢lez. El PCE perd¨ªa un mill¨®n de apoyos, y pasaba de 21 esca?os a s¨®lo cinco, teniendo que integrarse en el Grupo Mixto.
El descalabro electoral marca el final de la etapa de Carrillo, que cede el cargo a un joven minero asturiano, Gerardo Iglesias. Un comunista oficialista que dar¨¢ luz verde, en 1986, a Izquierda Unida, una coalici¨®n o federaci¨®n de partidos y corrientes pol¨ªticas con la que el PCE capitaliz¨® las contradicciones del PSOE en torno a la entrada de Espa?a en la OTAN. Inicialmente, las siglas escond¨ªan poco m¨¢s que PCE, pero poco a poco lograron aglutinar a republicanos, ecologistas y otros grupos.
Para entonces, la estrella de Gerardo Iglesias empezaba a declinar. Julio Anguita, personal¨ªsimo alcalde de C¨®rdoba, le aventaja en apoyos populares dentro y fuera del PCE y de la federaci¨®n, y el minero asturiano decide regresar a su tierra a finales de los ochenta. El califa de C¨®rdoba toma las riendas del partido y de la coalici¨®n en 1990, decidido a llegar a La Moncloa. Sus diez a?os al frente de IU pasan por ser los m¨¢s turbulentos de su historia. Bajo su liderazgo, IU consigue a¨²n as¨ª excelentes resultados en 1996, con una dur¨ªsima campa?a contra el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez. Es la pol¨ªtica de la pinza con el PP para descabalgar al PSOE del poder, que Anguita ha negado siempre.
Algunos de sus colaboradores reconocen, sin embargo, que el error del pol¨ªtico cordob¨¦s fue no comprender que la reacci¨®n de los votantes no pod¨ªa ser la misma hacia un PSOE en el Gobierno que hacia un PSOE en la oposici¨®n.
La aproximaci¨®n al PP para derrotar a los socialistas y convertir a IU en la principal alternativa de izquierda se sald¨® con una fuerte crisis interna en la coalici¨®n, que sufri¨® un duro rev¨¦s electoral en marzo de 2000. Era la en¨¦sima guerra intestina, similar a las que hab¨ªan desangrado al partido en los a?os ochenta. Francisco Frutos, sucesor de Anguita en la secretar¨ªa general del PCE, no logr¨® mantener en sus manos la direcci¨®n de IU, conquistada por Gaspar Llamazares, el m¨¦dico asturiano con un carn¨¦ del PCE relativamente reciente. "Me apunt¨¦ en el partido tras el golpe del 23-F", recuerda el todav¨ªa coordinador de IU.
Llamazares ha puesto en pie una pol¨ªtica opuesta a la de Anguita, aunque con resultados electorales igualmente decepcionantes. Ha bendecido la independencia de las ramas vasca y catalana de IU y ha alcanzado pactos con los distintos bloques nacionalistas en Valencia y Baleares, con vistas a las elecciones municipales y auton¨®micas de mayo pr¨®ximo. "En IU est¨¢ el c¨®digo gen¨¦tico del PCE. Pero tambi¨¦n convergen en la federaci¨®n, la tradici¨®n republicana, el ecologismo, y nuevas sensibilidades", dice Llamazares. Tras la experiencia de Anguita, que perdi¨® la batalla contra el PSOE, el coordinador de IU ha hecho suya la m¨¢xima, "si no puedes vencer a tu enemigo (o a tu competidor), ¨²nete a ¨¦l".
La precampa?a ha puesto paz, al menos moment¨¢neamente, en la atormentada federaci¨®n. "Esta vez podemos tener resultados importantes. Lo que hace falta es que no se socialicen las p¨¦rdidas y se gasparicen los beneficios", bromea Alcaraz. El ¨²nico problema es que la pacificaci¨®n interna y esos esperados buenos resultados pueden tener un coste. Hundir un poco m¨¢s en el anonimato al PCE.
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