La llamada de Dubrovnik
Las ciudades e islas de la costa croata, un reclamo tur¨ªstico en auge
Fue durante mucho tiempo lugar de referencia de miembros del Gotha y de la aristocracia del dinero. Los Agnelli, los Astor, Truman Capote, Arist¨®teles Onassis, Winston Churchill o Stavros Livanos eran habituales de este para¨ªso de la costa d¨¢lmata. Otros turistas an¨®nimos acuden desde hace a?os a la llamada de Dubrovnik, sabiendo que all¨ª van a encontrar el azul imposible del mar Adri¨¢tico -que nadie intente buscar un color parecido en ning¨²n otro lugar del mundo-, la historia en carne viva de una ciudad que esconde prodigios arquitect¨®nicos, la mejor gastronom¨ªa croata y unas gentes amables y hospitalarias, adem¨¢s de una correcta infraestructura de hoteles y restaurantes.
Desde su fundaci¨®n en el siglo VII hasta su independencia en 1372 (cuando se convirti¨® en la rep¨²blica de Ragusa) estuvo gobernada por bizantinos, venecianos y h¨²ngaros, que dejaron su impronta en la arquitectura
No se puede imaginar un destino mejor para las vacaciones. Dubrovnik lo tiene todo, y su luna de miel con el turismo de calidad s¨®lo se trunc¨® tras los bombardeos del Ej¨¦rcito serbio en 1991. Con el apoyo del Gobierno croata, la ciudad tuvo que hacer un esfuerzo para recuperar el esp¨ªritu de lugar id¨ªlico. Tras meses de cuidadosos trabajos de rehabilitaci¨®n, la ciudad se encuentra admirablemente conservada.
Dubrovnik sigue siendo el destino preferido de la jet exquisita. Que nadie se extra?e si se cruza en el mercado con Andrea Casiraghi o con Jack Nicholson, si sorprende a Carolina de M¨®naco escuchando m¨²sica en una terraza o si el hombre que acaba de estrecharle la mano durante una ceremonia religiosa en la iglesia de los Franciscanos es Jeremy Irons. La ciudad lleva siglos seduciendo a aquellos que huyen de los reductos tur¨ªsticos de moda. Y es que, a pesar del sinn¨²mero de famosos que pasean por sus calles, Dubrovnik no es territorio de paparazzi, ni siquiera de cazadores de aut¨®grafos. Parece que los habitantes de la ciudad y sus visitantes de ocasi¨®n se hubiesen coligado para que el lugar no perdiese su sencillez legendaria ni el aire se?orial que se echar¨ªa a perder con una invasi¨®n de fot¨®grafos o de admiradores indiscretos. As¨ª, cuando alguien se cruza con una estrella de la canci¨®n o un pr¨ªncipe europeo, juega a ignorarlo con elegante indiferencia.
Quiz¨¢ porque parece una ciudad peque?a, Dubrovnik es m¨¢s lugar de paso que destino de larga permanencia. Cada d¨ªa, los cruceros se detienen en la ciudad para que cientos de turistas hagan una visita r¨¢pida al casco antiguo. Los visitantes fugaces se dar¨¢n cuenta entonces de que el lugar merece mucho m¨¢s tiempo y atenci¨®n.
Dubrovnik tiene a sus espaldas 1.400 a?os de historia. Desde su fundaci¨®n en el siglo VII hasta su independencia en 1372 (cuando se convirti¨® en la rep¨²blica de Ragusa) estuvo gobernada por bizantinos, venecianos y h¨²ngaros, que dejaron su impronta en la arquitectura. La extraordinaria pujanza de la rep¨²blica y su poder¨ªo econ¨®mico y militar se hizo notar en las soberbias construcciones, muchas destruidas tras un terremoto en abril de 1667 y vueltas a levantar sin perder su magnificencia.
La ciudad est¨¢ circundada por una imponente muralla de casi dos kil¨®metros, construida fundamentalmente en el siglo XIV y que constitu¨ªa un eficaz baluarte defensivo. Hoy es posible caminar por el adarve de la fortificaci¨®n (que alcanza en algunos puntos una altura de 25 metros) y hacerse as¨ª una primera impresi¨®n del casco hist¨®rico al tiempo que se admiran las vistas del litoral. Aunque la ciudad tiene varias entradas, la mejor visita a Dubrovnik se inicia en la puerta de Pile, con su soberbio puente de piedra. A partir de entonces, el visitante descubrir¨¢ palacios bell¨ªsimos de incre¨ªble factura, iglesias y monasterios pertenecientes a distintas ¨®rdenes religiosas -adem¨¢s de una sinagoga, una mezquita y una iglesia ortodoxa- y plazas y calles flanqueadas por hermosos edificios. Quienes cuentan con poco tiempo no deben perderse el palacio Sponza, levantado en el siglo XIV durante la dominaci¨®n veneciana; la catedral y su tesoro; la fuente de Onofrio, la calle central de Placa y el palacio de los Rectores, construido en el siglo XV, donde asombran el delicado trabajo de los capiteles de las columnas y el atrio, en el que se celebran conciertos nocturnos durante el festival de verano.
Quien pueda demorarse en la ciudad encontrar¨¢ elementos dignos de admiraci¨®n en cada esquina. La escalinata barroca que conduce a la iglesia de los jesuitas es una copia, en peque?a escala, de la de la plaza de Espa?a de Roma. El monasterio de los franciscanos posee un pac¨ªfico jard¨ªn, que invita a pasear en silencio, y una de las farmacias m¨¢s antiguas de Europa, donde podr¨¢ comprar tiritas contemplando tarros de farmacopea anteriores al siglo XVII. La arquer¨ªa del claustro del convento de los dominicos, de estilo g¨®tico-renacentista, merece una visita. Ya en la calle, hay decenas de lugares donde hacer un alto en el camino ante un helado o un caf¨¦ mientras se siguen descubriendo detalles de la singular arquitectura.
Durante el d¨ªa, Dubrovnik es un lugar precioso y lleno de vida. Pero el idilio definitivo se produce por la noche, cuando ya las hordas de cruceristas han abandonado la ciudad y quedan ella, los locales y los afortunados que han tomado la sabia decisi¨®n de convertir Dubrovnik en destino vacacional. La catedral permanece abierta y es posible visitarla bajo la luz equ¨ªvoca de las velas. Los edificios est¨¢n iluminados por antiguos faroles, cuyo resplandor amarillo hace evocar ¨¦pocas pasadas y arranca a la piedra un brillo singular. El suelo pulido de la calle de Placa resplandece como si estuviese mojado por la lluvia, y las murallas parecen tan blancas como la sal.
M¨²sica en vivo
La grata temperatura nocturna convierte las cenas al aire libre en un verdadero placer. Adem¨¢s, los horarios son flexibles y se puede cenar pasadas las doce. En plazas y calles hay locales con terraza y m¨²sica en vivo. Nada es m¨¢s agradable que acomodarse en uno de los mullidos sillones de Troubadour -el local preferido de Carolina de M¨®naco-, donde una banda de jazz interpreta viejos temas de Irving Berlin, Cole Porter o los Gershwin. Tambi¨¦n tiene ¨¦xito el bar Hemingway, con vistas al palacio de los Rectores, y el caf¨¦ Cjenic, situado en un lateral de la iglesia de San Blas. Un lugar inolvidable es Buza, cerca de la escalinata de San Ignacio: una puerta con aspecto de pasadizo secreto nos lleva a un local con varias terrazas literalmente suspendidas sobre el mar.
La gastronom¨ªa d¨¢lmata es otro placer. No hay que marcharse sin probar la bouzara (una especie de guiso de cigalas), las distintas variedades de arroces o los mejores calamares fritos del mundo: son peque?os y tiernos, y se sirven empanados. En Dubrovnik hay decenas de sencillos restaurantes donde probar las especialidades locales sin hacer frente a cuentas escandalosas. Uno de los mejores es el informal Kamenice. En su terraza sirven deliciosas frituras de pescado y un arroz de calamares insuperable. La cuenta para dos no llegar¨¢ a 40 euros, pero es necesario ir temprano: no hacen reservas y suele haber cola. Para una cena rom¨¢ntica, nada mejor que el Victoria, en el hotel Villa Ursula, situado en una terraza emparrada con vistas espectaculares.
En cuanto al alojamiento, los hoteles en Dubrovnik son bastante caros. El mejor de todos es el lujoso Villa Argentina, situado a 800 metros del casco antiguo. El hotel cuenta con frescos jardines, ideales para pasear, y la vista desde la piscina es maravillosa, pues tiene enfrente el parque natural de la isla de Lokrum, y en un lateral, las murallas de la ciudad. En el centro hay un hotel de lujo, el Pucic Palace, as¨ª como hostales y casas de hu¨¦spedes de precios moderados. Eso s¨ª, hay que reservar con tiempo, especialmente en verano.
- Marta Rivera de la Cruz fue finalista del Premio Planeta 2006 con En tiempo de prodigios.
GU?A DE DUBROVNIK
Datos b¨¢sicos e informaci¨®n- Prefijo: 003 85 20. Moneda: kuna(un euro equivale a unos 7,40 kunas).- Festival de Verano de Dubrovnik (www.dubrovnik-festival.hr). Del 10 de julio al 25 de agosto de 2007.- Oficina de turismo de Dubrovnik (www.tzdubrovnik.hr; 32 38 87).Dormir y comer- www.dubrovnik-apartments.com ofrece alojamiento en apartamentos y casas privadas, con precios para dos personas desde 38 euros.- Hotel Villa Argentina (44 05 55; www.gva.hr). La doble, desde 194 euros (235, de julio a septiembre).- Hotel Pucic Palace (32 48 26; www.thepucicpalace.com). Desde 395 euros (en verano, desde 505).- Restaurante Kamenice (32 36 82). Gundulieva Poljana, 8.- Restaurante Victoria (44 05 55). Frana Supila, 14. Cerrado en abril.La noche- Jazz Bar Trobadour. Buniceva Poljana, 2.- Bar Hemingway. Pred Dvorom.- Buza. Od Marguerite.
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