Ausente faz de Zaplana
Estaban todos, menos el habitual y honorable romero Eduardo Zaplana. Eso dicen las cr¨®nicas del d¨ªa de la Santa Faz. Sin embargo, uno de los miles de peregrinos, que desea permanecer en el anonimato, asegura que observ¨® a un tipo alto, aunque algo encorvado, que le record¨® la estampa del ex ministro, aunque se embozaba con el pa?uelo de hierbas. Me acerqu¨¦ a ¨¦l, camin¨¦ a su lado durante unos minutos, y escuch¨¦ que murmuraba: Nunca deb¨ª meterme en esto, quiz¨¢ fuera de la pol¨ªtica a¨²n pueda forrarme m¨¢s. El porta letan¨ªas, que as¨ª llam¨® el testigo a aquella presencia, concluy¨®: Se me desvaneci¨® de pronto, entre la multitud, como si se hubiera obrado otro prodigio. El caso es que la tradicional peregrinaci¨®n c¨ªvico religiosa, con los siglos y las siglas, se ha puesto del color del infortunio, cuando ha venido a dar en pasarela de cargos p¨²blicos en ejercicio, de aspirantes a cargos p¨²blicos y de cargos p¨²blicos en proceso de pudrici¨®n. La mayor¨ªa desfilaba d¨¢ndole garbo al blus¨®n huertano, y algunos marcaban el paso de la derrota: eran los restos del zaplanismo, con un Ripoll a la cabeza, pero erguido, aunque visiblemente desencantado. Despu¨¦s de un largo, duro y clamoroso enfrentamiento, entre las dos facciones del PP valenciano, Francisco Camps marchaba con serena arrogancia y zancada de vencedor. Como un nuevo Cid, dijo, con arrobo, uno de sus correligionarios, a lo que otro de la misma cuerda, pero de la banda apuesta, replic¨®: Puede, pero el Cid gan¨® su ¨²ltima batalla despu¨¦s de muerto, en clara, aviesa y anticipada alusi¨®n a un fatal desenlace pol¨ªtico, de aqu¨ª a que pase un mes y cinco d¨ªas. En esta Peregrina itineraba casi el pleno de las futura c¨¢mara auton¨®mica, con las primeras figuras de algunos partidos que pretenden coparla, los defenestrados, los ilusos y los ilusionados, los de esca?o y pi?¨®n fijo, los que ocupan en la listas n¨²meros cabal¨ªsticos, los que conf¨ªan su destino m¨¢s al portento que a la demoscopia, los socialistas, los nacionalistas, los ecologistas, los vecinos de Alicante y los de la derecha, los posibles ediles y diputados y sus segundos, los alcaldes ya en el pelot¨®n de los alcaldables, los que se disputan la presidencia de la Generalitat, toda una corte de los milagros, en fin, en medio de miles y miles de romeros, la mayor¨ªa de los cuales ignoraban qui¨¦n era qui¨¦n, de tan ilustres y pedestres acompa?antes. De camino y por lo bajines, se hac¨ªan porras y quinielas acerca de los resultados electorales o se apelaba a encuestas m¨¢s o menos reservadas. Unos hablaban de empate t¨¦cnico en el Ayuntamiento de la ciudad, a 14, PSPV y PPCV, y el restante para EU; otros pormenorizaban m¨¢s: entre 13 y 14 para los populares, de 12 a 14 para los socialistas, y el resto, o sea, 1 ¨® 2, para EU; y unos terceros apostaban por 14, 13 y 2, para PP, PSPV y EU respectivamente. Y anda que te andar¨¢s, all¨¢ en el fundo, al pie del templo de la reliquia, Julio de Espa?a era toda una desolaci¨®n. Vamos a ver si lo metemos a S¨ªndic de Greuges, Pero la faz de Zaplana segu¨ªa ausente.
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