Ignacio Bosque: El monje de las palabras
Da gusto hablar con este hombre; verle re¨ªr por un hallazgo gramatical, por una sintaxis bien construida; feliz en medio de sus centenares de cartapacios ordenad¨ªsimos en un mundo, el de su despacho, al que ¨¦l, sin embargo, atribuye un insoportable desorden. Un hombre feliz con las palabras, un hombre tranquilo que habla con la convicci¨®n de los apasionados. Ignacio Bosque. Tiene 55 a?os, naci¨® en un pueblecito cerca de Hell¨ªn, Isso (Albacete), porque su madre quiso tener en su sitio natal a los cinco hijos. Hace nada, en Cartagena de Indias, durante el Congreso de la Lengua donde se present¨® la que va a ser la primera Gram¨¢tica panhisp¨¢nica de la lengua espa?ola (que ¨¦l coordin¨® durante 10 a?os y que publicar¨¢ Espasa), Bosque fue llamado "el mejor gram¨¢tico de la lengua espa?ola", y de ¨¦l todo el mundo que le conoce dice que es un sabio. ?l desmiente enf¨¢ticamente los elogios y los atribuye a la amistad, y si es por eso debe de estar rodeado de amigos. Acad¨¦mico de la RAE desde 1997, catedr¨¢tico de Lengua Espa?ola de la Universidad Complutense, disc¨ªpulo (uno de los predilectos) de Fernando L¨¢zaro Carreter, estudiante en Berkeley durante los a?os 1974-1975 -donde aprendi¨® que saber es saber pensar-, toca con orgullo sus libros y sus proyectos, y habla de ellos con la satisfacci¨®n de un entom¨®logo que hubiera descubierto una mariposa dificil¨ªsima. Su estudio est¨¢ insonorizado, acaso para que no entre la m¨²sica atronadora que le gusta o¨ªr a su hija, pero tambi¨¦n quiz¨¢ para reproducir el silencio del que tambi¨¦n disfruta en la Academia cuando busca, con otros, las soluciones para esa especie de arquitectura del lenguaje que es la gram¨¢tica. Quiso ser arquitecto, pero le fallaba el dibujo, y ahora, cuando ha pasado el tiempo, se ha dado cuenta de que quiz¨¢, en efecto, aquella vocaci¨®n por construir sea como esta vocaci¨®n por saber c¨®mo construimos lo que decimos a diario. Fruto de esta pasi¨®n, entre otros, es Redes. Diccionario combinatorio pr¨¢ctico del espa?ol contempor¨¢neo (SM), que ¨¦l dirigi¨® y en el que establece la relaci¨®n que tienen las palabras entre s¨ª como quien est¨¢ relacionando a las personas entre ellas. Vive en Aravaca, un barrio de Madrid, y cuando entras en su casa sabes que lo haces en una especie de templo en el que ¨¦l ejerce como un sabio (aunque no le guste que se le llame as¨ª) o como un monje de las palabras. Cuando te vas de all¨ª, te sigue su risa, la satisfacci¨®n de vivir haciendo lo que le entusiasma.
"No es que se sepa mal la gram¨¢tica. Lo que sucede es que hay personas que no muestran el menor inter¨¦s por el idioma"
"Los escritores son atletas del idioma, perciben los matices de la sintaxis o del l¨¦xico antes que los ling¨¹istas"
Se le ve a usted tan feliz que lo es desde la infancia...
La verdad es que mi infancia fue muy feliz, en Alicante. Fui al colegio de los maristas, y tuve una buena educaci¨®n. Hice el Bachillerato de ciencias. Me gustaba mucho la arquitectura, y me sigue gustando. Pero era muy malo en dibujo. Me gustaban los idiomas; llegu¨¦ a creer que lo m¨ªo deb¨ªa ser la filolog¨ªa moderna. Me llev¨® unos a?os darme cuenta de que mi propia lengua pod¨ªa ser objeto de estudio.
?Y c¨®mo llega uno a esa conclusi¨®n?
Lleva tiempo. En los cursos comunes de filosof¨ªa y letras decid¨ª estudiar filolog¨ªa hisp¨¢nica, pero no sab¨ªa si har¨ªa o no investigaci¨®n. No s¨¦ exactamente c¨®mo ocurri¨®. Al principio no piensas que tu propia lengua pueda ser materia de investigaci¨®n, quiz¨¢ porque crees que el objeto de estudio debe ser siempre algo externo, algo ajeno. En Alicante no pod¨ªa terminar la carrera, y me vine a Madrid, a la Aut¨®noma. All¨ª fui alumno de L¨¢zaro, mi maestro, que fue siempre para m¨ª un est¨ªmulo extraordinario.
Y luego se fue a la Universidad de Berkeley, en California, un destino de entonces.
Fue gracias a L¨¢zaro, que insisti¨® para que me presentara a una beca de la Fundaci¨®n March. All¨ª estudi¨¦ con ling¨¹istas de primera fila. He dado luego clases en Minnesota y en Ohio, pero es muy diferente ser alumno a ser profesor. La etapa de estudiante te cambia m¨¢s profundamente, y a m¨ª me cambi¨® el tiempo que pas¨¦ en Berkeley. ?Sabe usted lo que m¨¢s me llam¨® la atenci¨®n de esa etapa de estudiante?
No.
Que mis compa?eros ten¨ªan verdadero entusiasmo por lo que hac¨ªan. La ense?anza en Espa?a era demasiado memor¨ªstica. En EE UU me encontr¨¦ con estudiantes que preguntaban todo el tiempo en las clases; los profesores pon¨ªan ejercicios muy creativos, para los que hab¨ªa que ejercitar la imaginaci¨®n, hacer propuestas, argumentar, armar hip¨®tesis, criticar, etc¨¦tera.
Acaso esa actitud de los estudiantes era un modo de ser de la sociedad...
Claro. El norteamericano medio est¨¢ educado para ser creativo. El espa?ol est¨¢ m¨¢s educado para ser receptivo. Aqu¨ª percibimos quiz¨¢ mejor el arte que all¨ª. En Estados Unidos, la originalidad se valora much¨ªsimo. Quiz¨¢ excesivamente. Aqu¨ª uno escribe una tesis y la presenta como "una peque?a contribuci¨®n" a su campo de estudio. All¨ª se supone que una tesis tiene que ser un descubrimiento, una propuesta innovadora, absolutamente original.
Y se vino con esa experiencia de entusiasmo a un pa¨ªs...
... en el que hab¨ªa muy poco de todo eso. As¨ª es. Intent¨¦ aplicar las actitudes que hab¨ªa aprendido all¨ª. Al principio result¨® duro. Mis estudiantes esperaban que me limitara a "dar los apuntes". Los primeros a?os me tocaron grupos numerosos de alumnos vocingleros que ten¨ªan muy escaso inter¨¦s por lo que estudiaban. Alguna vez me fui de clase dando un portazo. En fin, siempre he pensado que todos los profesores te ense?an algo, pero s¨®lo unos pocos hacen que algo cambie en tu cabeza. Yo siempre he deseado estar en este segundo grupo. No s¨¦ si lo habr¨¦ conseguido.
?C¨®mo lo hace?
Para dar buenas clases no hay que estudiar muchos cursos de pedagog¨ªa. Es fundamental, por ejemplo, transmitir a los estudiantes la sensaci¨®n de que ellos pueden descubrir algo.
Usted tuvo el est¨ªmulo de L¨¢zaro.
Un gran est¨ªmulo. Me apoy¨® much¨ªsimo. De hecho, si yo entr¨¦ en la Academia fue porque ¨¦l promovi¨® mi candidatura, ya que yo no ten¨ªa particular inter¨¦s en entrar en la RAE. Yo le dec¨ªa: "Don Fernando, el tipo de ling¨¹¨ªstica que a m¨ª me interesa no tiene nada que ver con la Academia". Pero ¨¦l entend¨ªa que hab¨ªa que rejuvenecer la instituci¨®n, que ten¨ªan que entrar profesores universitarios j¨®venes.
?Y qu¨¦ ling¨¹¨ªstica es la que le interesa a usted?
Me atrae especialmente la relaci¨®n entre el l¨¦xico y la sintaxis. Con L¨¢zaro empec¨¦ a estudiar gram¨¢tica generativa. ?l fue el primer catedr¨¢tico que la introdujo en Espa?a. En Estados Unidos ampli¨¦ esos estudios, pero tambi¨¦n estudi¨¦ sem¨¢ntica, y algo de gram¨¢tica del discurso y de pragm¨¢tica.
Es curioso, la gente piensa que la gram¨¢tica es una sola cosa, un libro de gram¨¢tica. Y es como un ¨¢rbol. O un bosque, si me permite el s¨ªmil.
La gente tiene una visi¨®n muy restringida de la gram¨¢tica. Y los periodistas, por cierto, a veces contribuyen a difundirla. Muchos piensan que hay un solo tipo de gram¨¢tica: la normativa o prescriptiva, la que te dice lo que es correcto y lo que es incorrecto. Piensan que los ling¨¹istas somos los polic¨ªas del idioma. Es un error. Adem¨¢s de la gram¨¢tica descriptiva, que no posee carga normativa, existe la gram¨¢tica contrastiva, que se aplica fundamentalmente a la ense?anza del espa?ol como segunda lengua y a la traducci¨®n. A ella se a?ade la gram¨¢tica te¨®rica, que es muy importante en la universidad.
A usted, dar clases le permite seguir estudiando.
S¨ª, claro, sobre todo en los cursos de doctorado. Siempre he elegido en esos cursos temas monogr¨¢ficos aparentemente muy peque?os, lo que permite indagar en los detalles.
?Qu¨¦ temas peque?os, por ejemplo?
Por ejemplo, el subjuntivo. Claro, la gente dir¨¢: ?pero se puede hablar treinta o cuarenta horas del subjuntivo? Pues se puede, y hasta algunas m¨¢s. Hace unos a?os di un curso sobre cuatro cuantificadores: mucho, poco, bastante y demasiado.
?Sobre mucho, poco, bastante y demasiado! ?Qu¨¦ es lo que tendr¨ªamos que saber del subjuntivo en medio minuto?
El subjuntivo aporta unas veces matices m¨ªnimos en relaci¨®n con el indicativo, pero otras veces introduce diferencias de significado muy marcadas. Se observa un matiz m¨ªnimo en: "No sab¨ªa que tocabas el clarinete" / "No sab¨ªa que tocaras el clarinete". Hay una diferencia, pero muy leve. Ahora, f¨ªjese en este otro par: "No se cas¨® con ¨¦l porque estaba embarazada" / "No se cas¨® con ¨¦l porque estuviera embarazada". ?Verdad que hay una gran diferencia?
?Abismal!
Bueno, pues todo eso se explica con mucho detalle en las clases de gram¨¢tica. No se trata de decir: aqu¨ª se usa el indicativo y aqu¨ª se usa el subjuntivo, sino de explicar la relaci¨®n entre la forma y el sentido, y mejor si se hace en funci¨®n de principios gramaticales que cumplan otros prop¨®sitos m¨¢s generales. Quiz¨¢ exagero, pero mi impresi¨®n es que la gram¨¢tica se explica mal en el Bachillerato. Los estudiantes de gram¨¢tica aprenden a etiquetar, no a analizar, a captar la relaci¨®n que existe entre la forma y el sentido.
?Y a usted le ense?aron bien la gram¨¢tica?
En la Facultad me ense?aron lo fundamental. Empec¨¦ a estudiarla m¨¢s a fondo cuando acab¨¦ la carrera.
Al menos le gustar¨ªa jugar con las palabras, combinarlas...
Siempre me gustaron los juegos de palabras, y me siguen gustando. En t¨¦rminos m¨¢s profesionales, me atrae mucho el poder percibir algo interesante que puede estar oculto en frases que decimos todos los d¨ªas. Estoy convencido de que en el trabajo cient¨ªfico es fundamental sorprenderse de lo cotidiano.
?Se sigue sorprendiendo?
Absolutamente, todos los d¨ªas. Pero lo cierto es que uno aprende a sorprenderse. Es preciso desarrollar un cierto instinto para que te llame la atenci¨®n algo que has dicho u o¨ªdo miles de veces. En realidad, el lenguaje no nos sorprende porque est¨¢ muy cerca de nosotros. El an¨¢lisis requiere distancia, pero el lenguaje lo lleva uno puesto; f¨ªjese si lo tenemos cerca.
?Y qu¨¦ consecuencias tiene saber mal la gram¨¢tica?
No es que se sepa mal la gram¨¢tica. Lo que sucede es que hay personas que no muestran el menor inter¨¦s por el idioma. Creen que la lengua es una instituci¨®n externa, que los gram¨¢ticos imponen sus reglas a los hablantes como si fueran legisladores o como si los principios de la gram¨¢tica fueran normas de tr¨¢fico o de derecho mercantil. Es una opini¨®n extendid¨ªsima. Es una pena que sean tan pocos, proporcionalmente, los que comprenden que las palabras no son el envoltorio de las ideas, sino el material del que est¨¢n hechas. Para el gram¨¢tico, la lengua es esto y mucho m¨¢s. Es una aventura, un territorio que nunca acaba de explorar, pero que cada d¨ªa conoce un poco mejor.
Oy¨¦ndole dar¨ªa la impresi¨®n de que la gram¨¢tica es como la vida misma. Y como un 'puzzle'. Si una pieza se rompe, el resto se derrumba.
As¨ª es. En muchas secuencias, quitas un art¨ªculo o una conjunci¨®n y el resultado no tiene sentido. Cada pieza de una oraci¨®n simple cumple alg¨²n papel.
Usted se lleva hoy a los adultos espa?oles a los estadios que hay en el pa¨ªs, los examina de gram¨¢tica y los suspende a todos.
No exagere. La verdad es que yo no s¨¦ ahora mismo cu¨¢l es el nivel medio en Espa?a en relaci¨®n con el conocimiento de la gram¨¢tica. Pero, como le dec¨ªa, a m¨ª me parece que antes que saberse de memoria etiquetas gramaticales hay que reflexionar sobre las palabras y sus matices, verlas como partes de uno mismo. Todos los escritores lo hacen, por cierto. Los escritores son atletas del idioma. El atleta no sabe por lo general qu¨¦ es un b¨ªceps, pero tiene b¨ªceps, y bien desarrollados. Muchos escritores perciben los matices de la sintaxis o del l¨¦xico antes que los ling¨¹istas, y lo he podido comprobar en la RAE. ?Por qu¨¦? Porque tienen una sensibilidad especial.
Una profesi¨®n como la suya exige un grado de vocaci¨®n casi monacal...
Depende de en qu¨¦ proyecto est¨¦s trabajando. Si se refiere usted a este ¨²ltimo, la Nueva gram¨¢tica de la lengua espa?ola, es verdad que ha sido un proyecto muy intenso, una labor de 10 a?os que me ha tenido recluido mucho tiempo. Ha sido el m¨¢s importante de todos los proyectos en los que he participado. Tambi¨¦n lo fue la Gram¨¢tica descriptiva, que dirig¨ª con Violeta Demonte.
?Y se ha sentido un poco monje metido en esto?
Pues un poco s¨ª. La verdad es que ha sido un proyecto dif¨ªcil, pero muy ilusionante. La responsabilidad era tremenda. Afortunadamente, est¨¢bamos bien organizados. Tras unos tanteos, dimos al fin con una f¨®rmula que nos permiti¨® avanzar con seguridad. Hemos tenido un excelente grupo de asesores, acad¨¦micos y no acad¨¦micos, y un eficient¨ªsimo equipo de ayudantes que ha coordinado mi compa?ero Guillermo Rojo. Hemos contado adem¨¢s con todos los adelantos inform¨¢ticos de que dispone la Academia. Pero lo m¨¢s importante de todo ha sido la voluntad y el empe?o, que compart¨ªamos con todas las Academias americanas, de llevar adelante una descripci¨®n de la lengua de todos que presentara adem¨¢s las particularidades de cada ¨¢rea ling¨¹¨ªstica.
Han hecho ustedes m¨¢s que muchos Gobiernos por juntar Am¨¦rica Latina y Espa?a en un solo proyecto.
Eso dec¨ªa un diplom¨¢tico el d¨ªa del acto de Medell¨ªn, cuando se aprob¨® la nueva gram¨¢tica: "Yo nunca he visto que se levanten uno a uno los representantes de 22 pa¨ªses y digan s¨ª a algo, a cualquier cosa". Aquel acto fue muy emotivo. Para m¨ª en particular, porque he llevado la principal responsabilidad del proyecto. Y digo esto a la vez que reconozco que mi trabajo ha consistido sobre todo en poner en su lugar los ladrillos que me han proporcionado otras personas.
Los ladrillos, la arquitectura siempre...
Es que es un poco eso. El resultado del esfuerzo de muchos. Este proyecto muestra, desde la primera p¨¢gina hasta la ¨²ltima, que describimos el espa?ol com¨²n, no el espa?ol de Espa?a. Este solo hecho ya es una novedad. El hispanohablante medio no tiene conciencia de cu¨¢nto comparte con los dem¨¢s hispanohablantes. Es algo muy evidente, pero casi nunca se resalta.
Nosotros los espa?oles hemos sido siempre un poco arrogantes con nuestro uso de la lengua. Sobre todo los de una zona de Espa?a, que creen que ¨¦se es el ¨²nico espa?ol.
S¨ª, as¨ª es.
A los canarios se nos avergonzaba por no decir la zeta de zapato...
El escritor peruano Ricardo Palma vino a Espa?a y trat¨® de convencer a la Academia de que a?adiera al DRAE algunos peruanismos, pero no le hicieron caso. Fue a finales del siglo XIX. Pensaban, supongo, que el Diccionario deber¨ªa recoger ¨²nicamente el espa?ol de aqu¨ª.
Eso ha cambiado.
Radicalmente. La pol¨ªtica panhisp¨¢nica de la Academia se basa precisamente en ese cambio. Esta gram¨¢tica no es la primera obra que hacemos desde esa perspectiva. Es la sexta. Y en la pr¨®xima edici¨®n del Diccionario, ya aparecer¨¢n con la marca ES, de Espa?a, los t¨¦rminos que s¨®lo se usan aqu¨ª.
Eso es un cambio pol¨ªtico, tambi¨¦n.
Sobre todo es un cambio l¨®gico. Somos el 10% de los hispanohablantes del mundo. Las palabras y las construcciones que compartimos no son nuestras, son de todos.
?Ese reconocimiento de Am¨¦rica le ha cambiado?
En estos 10 a?os he aprendido mucho sobre el espa?ol de Am¨¦rica. Cuando yo estudiaba en la Facultad, el espa?ol de Am¨¦rica era una asignatura optativa. El espa?ol de Espa?a constitu¨ªa el resto de la carrera. Se estudiaba, pues, como optativa la asignatura relativa al espa?ol del 90% de los hispanohablantes del mundo. Pero no nos d¨¢bamos cuenta. Y ahora, claro, lo veo como la cosa m¨¢s natural del mundo. Hay ciertas actitudes que son evidentes, pero se precisan a?os para adquirirlas. Una colega m¨ªa uruguaya me cont¨® una vez que hace ya mucho tiempo le dijeron en Andaluc¨ªa: "Habla usted muy bien espa?ol, a pesar de ser extranjera". Hoy d¨ªa, nadie dir¨ªa algo as¨ª. La convivencia con hispanohablantes de otros acentos es cotidiana, y adem¨¢s existen la televisi¨®n y la radio.
?Y qu¨¦ ha aprendido usted mismo haciendo la gram¨¢tica?
Mucho. Primero, sobre el espa?ol de Am¨¦rica. Despu¨¦s, sobre la gram¨¢tica en general, porque hemos tenido que organizar much¨ªsimos materiales. Si se compara esta gram¨¢tica con otras de la Academia, se ven muchas novedades, casi en cada p¨¢gina. La obra tendr¨¢ unas 2.400. A pesar de esta extensi¨®n, esta gram¨¢tica se presenta como una s¨ªntesis, que quiere ser actual y equilibrada, de lo que hoy se sabe. La ¨²ltima gram¨¢tica acad¨¦mica es de 1931, y la nuestra aparecer¨¢ el a?o que viene. Habr¨¢n pasado, pues, 77 a?os, que es mucho, much¨ªsimo tiempo en cualquier disciplina.
?Hay un error gramatical en el que incurrimos m¨¢s?
Probablemente, los de concordancia, los anacolutos. En la lengua conversacional, los anacolutos son frecuentes. La cuesti¨®n es que cuando uno cambia de registro y pasa a la lengua escrita, no deber¨ªa ser normal dejar frases inacabadas o cometer errores de concordancia.
Dijo de usted su colega mexicano Jos¨¦ Moreno de Alba: "Es el mejor gram¨¢tico de la lengua espa?ola". Y en privado y en p¨²blico dicen que usted es un sabio. A los 55 a?os, ?c¨®mo recibe uno elogios as¨ª?
Son disparates. En Espa?a hay 10 o 12 profesionales de mi generaci¨®n que tienen una experiencia similar a la m¨ªa. Me eligieron a m¨ª para este proyecto porque era miembro de la RAE. No soy sabio, sino apasionado por mi trabajo. Se pueden descubrir cosas todos los d¨ªas sobre nuestra lengua, y eso requiere cierto apasionamiento. Borges dec¨ªa que no se puede ser poeta de nueve a dos y de cuatro a seis. Pues ling¨¹ista, tampoco.
Dicen que la gram¨¢tica y la democracia se parecen. Si quitas un elemento, el edificio se cae. ?Qu¨¦ pilar no se puede quitar de la gram¨¢tica? ?El verbo?
No es tan simple. Las relaciones sint¨¢cticas son complejas. Unas relaciones gramaticales afectan a expresiones contiguas, pero otras no. Una palabra puede influir sobre otra que est¨¢ a su lado, pero tambi¨¦n sobre alguna situada a bastante distancia. A ver si puedo darle un ejemplo. F¨ªjese en esta frase: "S¨®lo tiene un amigo que sea verdaderamente inteligente". Si quitamos el adverbio solo no podr¨ªamos usar el subjuntivo sea. El subjuntivo est¨¢ inducido por ese s¨®lo, pero a cierta distancia.
?Y cuando habla usted es consciente de la gram¨¢tica que sabe?
Todos sabemos gram¨¢tica, pero de manera inconsciente. Sin embargo, existe la deformaci¨®n profesional, y hay que evitarla. Yo no lo he conseguido del todo, porque cuando alguien dice algo interesante gramaticalmente, me suena una especie de campanita. Tengo un amigo bot¨¢nico al que le ocurre lo mismo: va andando, ve plantas, y no puede evitar fijarse en ellas.
Excepto cuando oye m¨²sica.
Soy bastante mel¨®mano, es verdad. En casa siempre hab¨ªa m¨²sica cl¨¢sica. A mi padre le gustaban mucho los cl¨¢sicos rusos. A m¨ª me gusta m¨¢s el barroco. La m¨²sica se parece en algo a la gram¨¢tica, puesto que con 12 notas se crean miles de melod¨ªas. Se parece bastante a lo que se consigue con el idioma, ?verdad? Y no son 12, son unas cuantas decenas de miles de palabras. La verdad es que en la Academia no hablamos s¨®lo de palabras. Hablamos de m¨²sica y de muchas otras cosas.
Un club de intereses diversos.
S¨ª. La Academia ha sido muy importante para m¨ª por muchas razones. Me ha permitido conocer a personas excepcionales. Yo siempre digo que es la ¨²nica escuela en la que los maestros son los compa?eros. Un verdadero privilegio.
?Y qu¨¦ es un maestro?
Personas destacad¨ªsimas en sus diversos campos. Personas reconocidas.
Usted es un maestro.
No. Yo no me considero un maestro, yo me considero, como le dec¨ªa antes, un...
...un entusiasta.
S¨ª, eso es. Un apasionado.
?C¨®mo se aplica todo lo que sabe a la vida que hay fuera del estudio? Se tiende a pensar que los sabios viven en una torre de marfil...
?Que no soy sabio! Lo que sucede es que me interesa mi trabajo. Pertenezco al grupo de personas que llevan puesto el trabajo porque no lo dejan sobre la mesa al salir de la oficina. Hay matem¨¢ticos, bi¨®logos, qu¨ªmicos o fil¨®logos que tienen un problema al que siguen dando vueltas cuando dejan el despacho y llegan a casa. Yo pertenezco a ese grupo, pero ¨¦sa es la situaci¨®n normal en el mundo de la ciencia. Por otra parte, yo creo mucho en la inspiraci¨®n.
Pero ha de hallarte trabajando...
... como dec¨ªa Picasso. Este tipo de trabajo se hace por vocaci¨®n o no se puede hacer. No es un trabajo burocr¨¢tico o administrativo.
Usted es de una generaci¨®n que entra de lleno en la transici¨®n: se est¨¢ muriendo Franco, y de pronto empieza una nueva vida. ?Y el porvenir? ?C¨®mo lo ve?
Soy bastante optimista. Tenemos que mejorar en la educaci¨®n, en ayudas a la investigaci¨®n; las universidades est¨¢n demasiado burocratizadas y hay demasiada endogamia. En el campo de las humanidades, todav¨ªa nos falta un poco para llegar a niveles internacionales.
?A usted le ha cambiado saber m¨¢s?
Aprender siempre ayuda a relativizar las cosas. Adem¨¢s, uno cambia porque no deja de aprender. Los ling¨¹istas hurgamos en las palabras, y tenemos lupas que nos permiten analizar de cerca las mismas palabras que usamos todos.
Lo cierto es que este trabajo le da a usted mucha felicidad.
Todo trabajo en el que se puede descubrir algo proporciona cierta felicidad.
?Esa l¨®gica la aplica a la vida?
Bueno, en la vida no todo es descubrir, pero es importante hurgar. En los 10 ¨²ltimos a?os no he hecho pr¨¢cticamente nada fuera de este proyecto. Pronto tendr¨¦ un a?o sab¨¢tico en el que procurar¨¦ descansar, pero tambi¨¦n explorar otras cosas. El enriquecimiento personal se logra a trav¨¦s de est¨ªmulos diferentes, y yo los quiero seguir buscando. Leer, pasear, escuchar m¨²sica, ver cine, escribir sobre otros asuntos. Estoy deseando que se publique la nueva gram¨¢tica para empezar a hacer cosas diferentes.
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