El coraz¨®n de la tierra
No. A¨²n siendo muy aficionado al cine, no ha de creerse que mi intenci¨®n es hacer una cr¨ªtica de la pel¨ªcula que tal t¨ªtulo ostenta. Pero si dir¨¦ que la cinta de Antonio Cuadri me ha causado una gran impresi¨®n. Me ha parecido una pel¨ªcula dign¨ªsima. Tal vez influyera tambi¨¦n en mi ¨¢nimo la historia que se nos cuenta, se nos recuerda m¨¢s bien.
Durante la ¨¦poca victoriana, en la que los ingleses fortalecieron su imperio, la compa?¨ªa que explotaba las minas onubenses de Riotinto trataba a los mineros y a sus mujeres e hijos como si fueran poco menos que esclavos. Su actitud, acorde con tener beneficios a cualquier precio, era el m¨¢s claro ejemplo de la explotaci¨®n del hombre por el hombre, siendo despreciable el comportamiento de las autoridades espa?olas que permit¨ªan todo ello con una cobard¨ªa sin l¨ªmites, sin defender a compatriotas suyos en territorio nacional. Qu¨¦ desgracia la de Espa?a que, salvo muy escasas excepciones, ha tenido que soportar durante siglos a unos gobernantes que su pueblo no merec¨ªa.
Es lo cierto que, mientras los ingleses, tan democr¨¢ticos en su pa¨ªs, aunque no era tampoco oro todo lo que en ¨¦l reluc¨ªa, degustaban el t¨¦ con pastas a las cinco de la tarde, hora taurina y tal vez ¨²nica coincidencia con la Espa?a de entonces, compartido ello con el juego un tanto bobalic¨®n del cr¨ªquet, explotaban sin piedad a los mineros, sin que haya indicios de que los romanos siglos antes en la explotaci¨®n de tales minas dieran trato semejante a los habitantes del lugar, import¨¢ndoles bien poco las consecuencias nefastas de los teleras (piras gigantescas), falta de aire puro, atm¨®sfera realmente irrespirable, enfermedades contra¨ªdas por los mineros y los ni?os que eran tambi¨¦n objeto de explotaci¨®n, con algunas muertes incluidas.
Ni decir tiene que las viviendas que habitaban eran miserables, como miserables eran sus vidas, frente a la opulencia de los ingleses, cuyas zonas residenciales, por el contraste, constitu¨ªan un verdadero insulto. Los pueblos gallardos, cuando la humillaci¨®n llega al l¨ªmite de lo humanamente soportable, explotan. Y as¨ª, en 1888 la llegada de un anarquista procedente de Cuba, Maximiliano Tornet, fue decisiva. Los socialistas se unen a los anarquistas y deciden declararse en huelga, en tiempos en los que ese derecho que todo trabajador ha de tener, estaba prohibido.
Fue una huelga festiva la de ese 4 de febrero, el A?o de los Tiros, con bailes y m¨²sica, reivindicando respirar aire puro al tiempo de una vida digna. Simplemente eso. Dignidad. De pronto irrumpen las fuerzas del orden -desorden m¨¢s bien- se dispara a la multitud, mueren numerosos manifestantes y acto seguido se ataca a la poblaci¨®n despavorida con las bayonetas caladas, causando m¨¢s muertos, haciendo despu¨¦s desaparecer los cad¨¢veres. Se hurtaba as¨ª a los familiares el saber donde estaban sus muertos. Resultado del contubernio ingl¨¦s y autoridades.
Tiempo despu¨¦s de la tragedia consiguieron los mineros parte de sus leg¨ªtimas aspiraciones. Es un ejemplo para Andaluc¨ªa el de la lucha de estos trabajadores onubenses. Pero no acaba ah¨ª la lucha de las clases obrera y campesina de este pueblo. Padecieron durante mucho tiempo la explotaci¨®n de los poderosos, as¨ª como la miseria, el analfabetismo, la incultura, sin contar con el refugio y comprensi¨®n espiritual donde ten¨ªan que haberla recibido. Muchos tuvieron que emigrar a Am¨¦rica, aunque no en la proporci¨®n del pueblo gallego, de cuya emigraci¨®n dec¨ªa Rosal¨ªa de Castro: "triste e o cantar que cantamos, mais ?qu¨¦ facer si outro millor non hai?", aplicable sin duda a la sufrida por Andaluc¨ªa en todo tiempo.
La lentitud republicana en llevar a cabo la reforma agraria, dio lugar a la insurrecci¨®n anarquista en la localidad gaditana de Casas Viejas en 1933, decidiendo por su cuenta instaurar el comunismo libertario. Destituyen al alcalde, queman el Ayuntamiento y la casa de arbitrios. Llegan refuerzos de la Guardia Civil y se encaminan hacia la choza de Seisdedos donde se hab¨ªan refugiado los campesinos. Muere en el tiroteo uno de los guardias que incendian una choza vecina a la de Seisdedos -gran persona que no se met¨ªa con nadie, respetuoso con su persona y el clero, seg¨²n manifest¨® el cura en la posterior investigaci¨®n-, por orden del capit¨¢n, siendo asesinados brutalmente muchos campesinos. Viv¨ªan en la m¨¢s absoluta de las miserias, todos eran analfabetos, percibiendo para ?vivir? ellos y sus familias un subsidio de seis reales. Este tr¨¢gico y lamentable suceso durante la Rep¨²blica contribuy¨® a la ca¨ªda del Gobierno que presid¨ªa Manuel Aza?a.
Los obreros y campesinos andaluces, muchos de ellos socialistas, comunistas y anarquistas, defendieron a la Rep¨²blica tras la sublevaci¨®n militar. Sufrieron tremenda represi¨®n. Emigraron miles de ellos a?os despu¨¦s a Catalu?a primero y posteriormente a Alemania para superar el hambre y la miseria, conservando siempre la dignidad.
Hoy el canto es distinto al de Rosal¨ªa. Andaluc¨ªa est¨¢ en pi¨¦. Cada d¨ªa avanza m¨¢s hacia la igualdad, justicia social y prosperidad. Se debe en parte a la democracia, la Autonom¨ªa, la Uni¨®n Europea y a los empresarios. Sin duda. Pero, sobre todo, a la contribuci¨®n generosa y ejemplar de sus trabajadores. A ellos hemos todos de rendir homenaje. Y, por favor, vean El coraz¨®n de la tierra y disfruten con el Recreativo de Huelva, ¨²nica herencia grata de aquella triste etapa.
Juan Jos¨¦ Mart¨ªnez Zato fue vocal del CGPJ y teniente fiscal del Tribunal Supremo.
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