El Raval que no se ve
Bajando por la calle de Maria Aur¨¨lia Capmany hay un local de grandes vidrieras con un cartel anunciando que se traspasa. Las mesas est¨¢n llenas de polvo y las cartas se amontonan detr¨¢s de la puerta, pero lo que m¨¢s me encoge el coraz¨®n es la cr¨®nica que escrib¨ª en el a?o 2003 y que sigue colgada en el cristal, descolorida por el sol, esperando nuevos inquilinos que la tiren definitivamente a la basura. El restaurante sudan¨¦s Karkad¨¦ tuvo que cerrar porque los vecinos dec¨ªan que era demasiado ruidoso, cosa extra?a teniendo en cuenta la tranquilidad que siempre se respiraba all¨ª. Un poco m¨¢s abajo, en el n¨²mero cuatro de la Rambla del Raval, hace apenas tres semanas que ha abierto (o reabierto) una pizzer¨ªa. La Ver¨®nica, situada durante 10 a?os en el barrio de la Merc¨¨, puede decir sin equivocarse que transform¨® (en positivo) la plaza George Orwell, adem¨¢s de ofrecer las pizzas m¨¢s originales y unas de las m¨¢s buenas de la ciudad. Cambiar de una punta a otra de Ciutat Vella tiene sus cosas y a Francesc no le importa hablar de ello.
"Aqu¨ª, en el Raval, la gente trabaja y hace su vida sin meterse con nadie. Son gente religiosa, seria, que se pasa la mayor parte del d¨ªa en la calle porque es su manera de vivir, de relacionarse. En George Orwell hay m¨¢s buscavidas y mucho turismo masificado. El Raval a¨²n no est¨¢ en el circuito tur¨ªstico y el que aterriza por aqu¨ª es alguien que sabe a d¨®nde va, que busca una alternativa a lo t¨ªpico". Francesc es consciente de que abrir locales nuevos ayuda a que la gente se acerque al barrio. "Si generas cosas interesantes el barrio se anima. Los establecimientos somos el motor que lo hace vivir. Lo extra?o e incomprensible es que el Ayuntamiento ponga tantas pegas. Yo me he tirado tres a?os para conseguir permisos, igual que cuando inaugur¨¦ en George Orwell".
Entro en el nuevo local y tengo la sensaci¨®n de seguir en el antiguo, porque el dise?o es el mismo, pero s¨®lo con mirar a trav¨¦s de los cristales el paisaje cambia radicalmente. Mujeres con el sador o vestidas con sari o chilaba, las gitanas exuberantes y guap¨ªsimas de la calle de la Cera, hombres muy elegantes que controlan cualquier establecimiento nuevo... Francesc me cuenta que desde el primer d¨ªa ha tenido la visita de m¨¢s de uno para preguntar si le interesaba traspasar el negocio. Son esos se?ores vestidos con traje impecable, como el que observo pasear dos y tres veces por delante de la pizzer¨ªa y se detiene y mira al interior sin disimulo; mientras, yo me como una ensalada de jud¨ªas deliciosa contemplando el laberinto de palmeras. Un poco m¨¢s tarde, empieza una cola de gente que espera la sopa gratuita de L'Hora de D¨¦u, el establecimiento vecino. En la otra acera se vislumbra el cartel del restaurante la Reina del Raval y, un poco m¨¢s escondido, el emblem¨¢tico Casa Leopoldo, que no necesita presentaci¨®n. "Es evidente que esta rambla est¨¢ copada por restaurantes de falafel y locutorios", comenta Francesc. "Y es curioso c¨®mo nosotros vamos a sus establecimientos y ellos nunca entran a los nuestros. Una pena".
Por la tarde me acerco al local de la Fundaci¨® Tot Raval, una entidad de segundo grado, es decir, una organizaci¨®n que agrupa asociaciones. Est¨¢ compuesta por 55 miembros de ¨¢mbito social, cultural y econ¨®mico, todos ubicados en el barrio. Desde el Casal dels Infants o la escuela Massana, pasando por el teatro Romea, el Colegio de Notarios de Catalu?a, el MACBA, el Centro Riojano, la joyer¨ªa Bagu¨¦s, la Asociaci¨®n Ibn Batuta, la de Comerciants del Mercat de la Boqueria o El Lloc de la Dona. Gente aparentemente inconexa que se ha encontrado gracias a convivir en el mismo sitio. El objetivo de Tot Raval es fomentar actividades conjuntas, coordinar proyectos, buscar la integraci¨®n y la participaci¨®n social de los inmigrantes, la gente mayor y los ni?os. En definitiva, impulsar y facilitar la mejora del barrio. Los encuentro en plena resaca de Sant Jordi, uno de sus actos culturales, como el Festival del Raval, que se celebra en noviembre, o las fiestas de la Merc¨¨. Juegos florales, jornada de puertas abiertas a las mezquitas del barrio, jazz en la calle, torneos de baloncesto, cursos, festivales... Fomentan la inserci¨®n laboral mediante talleres de ocupaci¨®n o empresas y apoyan las asociaciones de comerciantes entre otras muchas cosas. Me comenta Eduard Tabue?a que no es tan cierto que La Rambla est¨¦ copada por establecimientos de inmigrantes; que es m¨¢s una percepci¨®n porque se han concentrado en este barrio, pero que abundan locales como la Ver¨®nica, por poner un ejemplo. Quiz¨¢ tenga raz¨®n y vuelvo a La Rambla y me la pateo de arriba a abajo. Contin¨²o viendo falafels y locutorios en perfecta armon¨ªa con bares de copas y restaurantes como el de Francesc. El edificio del futuro hotel va subiendo y pronto empezar¨¢n las obras de la Filmoteca. El Raval es imparable, pero de vez en cuando est¨¢ bien dar una ojeada a lo que no se ve, a todo este trabajo de cientos de personas como los que llevan el Casal de Nens del Raval, El lloc de la Dona, el Raval Solidari o el Tot Raval que los aglutina a todos.
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