Marilyn en estado puro
Uno de los iconos del siglo XX sigue sorprendiendo 45 a?os despu¨¦s de muerta. En su ¨²ltimo posado muestra una cicatriz que, lejos de romper el mito, humaniza su figura.
Realmente nunca supo qu¨¦ le pasaba a su cuerpo, por qu¨¦ de repente un d¨ªa se le hab¨ªa llenado de tantas curvas mortales. A los 12 a?os, cuando era s¨®lo una adolescente de Los ?ngeles y a¨²n se llamaba Norma Jean Baker, se sorprend¨ªa de que los hombres volvieran bruscamente la cabeza a su paso con el peligro de romperse la nuca. A una edad en que cualquier ni?a apenas reconoce su propia sexualidad, ya se vio cercada por miradas de deseo que trepaban por su cuerpo como babosas: ¨¦sos fueron los primeros homenajes y tambi¨¦n las primeras heridas que recibi¨®, un hecho misterioso que al mismo tiempo la halagaba y la llenaba de p¨¢nico. Entre estos dos embates de admiraci¨®n y lascivia comenz¨® Marilyn Monroe a ser zarandeada por la vida hasta la madrugada del 5 de agosto de 1962, en que la criada Eunice Murray la descubri¨® muerta -boca abajo, con medio cuerpo fuera de la cama, el tel¨¦fono descolgado y un tubo vac¨ªo de Nembutal en la mesilla- en su casa de Brentwood.
Todos los hombres que se le acercaban deten¨ªan en la superficie su viaje
Entre ese costur¨®n y el lunar est¨¢ la historia de la mujer m¨¢s deseada del mundo
El cuerpo inmolado ante la c¨¢mara dej¨® a la intemperie su alma lacerada
Mientras el alma de esta chica luchaba con mucha dificultad por abrirse paso hacia el exterior a trav¨¦s de un cuerpo explosivo, todos los hombres que se acercaban a ella a su vez deten¨ªan siempre en la superficie su viaje porque unas formas detonantes les imped¨ªa ir m¨¢s all¨¢. Probablemente al interior de Marilyn s¨®lo lleg¨® Joe Di Maggio, y esa haza?a fue debida a la sensibilidad que este campe¨®n de b¨¦isbol escond¨ªa bajo la aparente rudeza. Por otra parte, Marilyn no guardaba dentro ning¨²n tesoro especial, sino los traumas de una infancia muy breada, siempre de ac¨¢ para all¨¢ entre padrastros y orfelinatos. Hija de un padre desconocido y de una madre esquizofr¨¦nica, que tuvo que ser recluida en un psiqui¨¢trico, Marilyn tem¨ªa que la locura la visitara tambi¨¦n a ella un d¨ªa en medio de la gloria.
En la ¨²ltima sesi¨®n de fotos, que en 1962 Bert Stern realiz¨® de la estrella en una suite del hotel Bel-Air de Los ?ngeles, el cuerpo m¨¢s adorado de Norteam¨¦rica fue inmolado ante la c¨¢mara del fot¨®grafo dejando a la intemperie su alma lacerada. Atr¨¢s qued¨® una larga historia en que Marilyn hab¨ªa sido sacrificada en el circo a sucesivos leones mucho m¨¢s carn¨ªvoros que los del coliseo romano en tiempos de Ner¨®n.
Aparte de que alg¨²n pariente rompiera a la ni?a mediante violaci¨®n y que luego ella se dejara devorar por alg¨²n tipo de su camada en la oscuridad de un callej¨®n, el cuerpo de Marilyn comenz¨® a ser oficialmente majado, batido y molturado a los 16 a?os por un vecino, soldado de la Marina, Jim Dougherty, que ser¨ªa su primer marido, del que se divorciar¨ªa en Reno al a?o siguiente. Despu¨¦s fue ofrecida al consumo de camioneros con su desnudo de calendario y declarada "conejita del mes" por la revista Playboy. Por su piel pasaron, sin dejar huella todav¨ªa, actores y directores de cine: Elia Kazan, el inevitable Sinatra, el gal¨¢n Yves Montand..., hasta terminar como una mu?eca rubia a punto de romperse de un Kennedy a otro.
Realmente s¨®lo se la vio enamorada del intelectual Arthur Miller, quien la exhibi¨® en Nueva York como un trofeo de caza mayor. ?l le impart¨ªa desde las alturas de la inteligencia una sonrisa complaciente y conmiserativa. Ella le correspond¨ªa desde abajo con una mirada bizca de admiraci¨®n. Cuando este dramaturgo escribi¨® para la actriz una historia de caballos salvajes, que se llam¨® Vidas rebeldes, los tres protagonistas de la pel¨ªcula ya estaban a punto de estallar. A Clark Gable, el gal¨¢n de la sonrisa de bigotillo y las orejas desabrochadas, fue el primero al que se le revent¨® el coraz¨®n. A continuaci¨®n, el neur¨®tico Montgomery Clift, que ya no era nadie despu¨¦s de haberse partido la cara en un accidente de coche, atiborrado de drogas hasta las cejas, baj¨® definitivamente los brazos y se fue hacia las tinieblas de la eternidad. Durante el rodaje, Marilyn aparec¨ªa muy macerada. Ten¨ªa una mirada desvalida y parec¨ªa dispuesta a entregarse tambi¨¦n a un destino aciago. Hab¨ªa pasado el tiempo de esplendor en que el lunar situado en su mejilla izquierda, a una distancia perfecta de la comisura de los labios, era el punto sobre el que giraba todo el universo de la fascinaci¨®n. No obstante, quebradiza dentro de aquel jersey de punto gordo, estaba m¨¢s seductora que nunca.
Cuando al final del camino el cuerpo de Marilyn ya no imped¨ªa llegar a su alma, el fot¨®grafo Bert Stern y la revista Vogue trataron de convencer a la estrella para que se sometiera a una sesi¨®n. Su manager les llam¨® con la noticia de que la estrella aceptaba. Sin salir todav¨ªa de su asombro, Bert Stern apost¨® muy fuerte. Le propuso fotografiarla en estado puro, desnuda, sin maquillaje, s¨®lo con un toque de rojo en los labios.
-Entiendo. Se trata de un trabajo creativo, ?no es eso? -exclam¨® Marilyn con iron¨ªa.
-Eso es -contest¨® el fot¨®grafo.
-Acabo de operarme de la ves¨ªcula hace poco m¨¢s de un mes. Espero que no se me ver¨¢ la cicatriz.
-Descuida. La vamos a ocultar.
Fue el m¨¢s humano de sus caprichos. El fot¨®grafo Bert Stern comenz¨® a sacrificar su cuerpo con 2.571 disparos de Hasselblad y a abrasarlo con fogonazos de magnesio hasta extraer todo el desamparo que llevaba dentro, con la espl¨¦ndida belleza madura a punto de ajarse. En la misma sesi¨®n, Marilyn tambi¨¦n pos¨® vestida de negro. Fue el ¨²nico trabajo que Vogue se atrevi¨® a publicar. El n¨²mero de la revista sali¨® a los quioscos d¨ªas despu¨¦s de la muerte de Marilyn. El auricular del tel¨¦fono descolgado se balanceaba al pie de la cama con el pitido de una llamada sin respuesta.
La cicatriz en forma de queloides que divide el vientre de Marilyn, lejos de romper el mito, es todo un homenaje a la humanidad. Entre ese costur¨®n y el lunar por encima del labio est¨¢ la historia de la mujer m¨¢s deseada del mundo. Fotografiar a Marilyn era como fotografiar la luz. Joyas, champa?a, soledad. En este ¨¢lbum de fotos, al desnudo de Marilyn se le ha evaporado el Chanel n? 5, que era el ¨²nico pijama con que dorm¨ªa. Ahora aquel perfume s¨®lo es su alma derrotada, bell¨ªsima.
El libro 'Marilyn, la ¨²ltima sesi¨®n', del fot¨®grafo Bert Stern, publicado en Espa?a por la editorial Electa, sale a la venta el pr¨®ximo viernes 25 de mayo.
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