El color del dinero
Cromofobia: aversi¨®n morbosa a los colores. Chromophobia: pel¨ªcula brit¨¢nica dirigida por Martha Fiennes incomprensiblemente rebautizada para su estreno en Espa?a como Alta sociedad (entre otras cosas, porque remite al famoso filme del mismo t¨ªtulo protagonizado en 1956 por Grace Kelly). En definitiva, Chromophobia (o Alta sociedad) pretende mostrar los diferentes tonos con los que se puede dibujar a la aristocracia brit¨¢nica contempor¨¢nea. Una m¨¢s de las pel¨ªculas sobre vidas cruzadas que, a imitaci¨®n de las short cuts de Robert Altman, han invadido la narraci¨®n cinematogr¨¢fica de la ¨²ltima d¨¦cada y que est¨¢n provocando cierto hartazgo.
Entre el materialismo m¨¢s banal y el idealismo m¨¢s ilusorio, los personajes de Alta sociedad deambulan entre un torrente de intereses que amenaza con sepultarlos. La caprichosa compra de modernas obras de arte que apenas se entienden se une con la imparable adicci¨®n al bistur¨ª supuestamente rejuvenecedor y a la, c¨®mo no, especulaci¨®n con dinero negro. Fiennes, hermana del actor Ralph y responsable de la estimable traslaci¨®n al cine de Onegin (1999), novela en verso de Alexander Pushkin, establece en ¨¦sta su segunda pel¨ªcula un retrato de caracteres reconocible, aunque un tanto irregular en su desarrollo, lastrado por una duraci¨®n (dos horas y cuarto) a todas luces innecesaria y por una puesta en escena en la que se mezcla la estricta profesionalidad con la m¨¢s grandilocuente de las intromisiones, como esas insufribles c¨¢maras lentas a destiempo que pretenden ensalzar lo que est¨¢ pidiendo a gritos algo de mesura.
ALTA SOCIEDAD
Direcci¨®n: Martha Fiennes. Int¨¦rpretes: Kristin Scott-Thomas, Ralph Fiennes, Ben Chaplin, Pen¨¦lope Cruz. G¨¦nero: drama. Reino Unido, Francia, EE UU, 2005. Duraci¨®n: 136 minutos.
"Soy una actriz de personajes. Prefiero participar siempre en pel¨ªculas corales"
"A la mujer se le exige un carrer¨®n, aparentar diez a?os menos y ser una madre ejemplar"
Aunque con algo de parsimonia, la pel¨ªcula avanza gracias a la mutaci¨®n de los caracteres de los personajes y al evidente inter¨¦s de algunas de las tramas, donde Fiennes pone de manifiesto que los privilegios del origen ya no ejercen el inexpugnable control de anta?o. El problema es que aunque los personajes evolucionen, terminan ejercitando las acciones contrarias a las que les han ido llevando tales cambios, lo que s¨®lo demuestra el capricho narrativo de la directora.
Menos pija y pretenciosa que la reciente Breaking and entering, de Anthony Minghella, con la que comparte ciertas actitudes y escenarios, Alta sociedad contiene una nueva demostraci¨®n de lo bien que maneja Pen¨¦lope Cruz los papeles carnales y apaleados por la vida, m¨¢s cercanos a Anna Magnani que a Audrey Hepburn.
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