Hijos, da?os colaterales del exceso de trabajo
El IDE¡¤CESEM organiza unos cursos para que los profesionales optimicen su tiempo y atiendan mejor las necesidades familiares
Educar a los hijos parece hoy m¨¢s dif¨ªcil que nunca. "El compromiso que exigen las empresas impide que muchos trabajadores sean due?os de su tiempo", se?alan los expertos en conciliaci¨®n. "Y lo lamentable", a?aden, "es que en el nombre del estatus y del dinero cada vez m¨¢s personas viven como si su ocupaci¨®n fuera el centro de su existencia, descuidando las necesidades emocionales de sus familias". Una de las consecuencias, concluyen, es la falta de dedicaci¨®n hacia los hijos, que desarrollan "conductas violentas e hiperactivas para llamar la atenci¨®n". El IDE¡¤CESEM organiza los primeros cursos en Espa?a para ayudar a los profesionales a "optimizar su tiempo" y dejar as¨ª de ser padres a distancia.
El 74% de los profesores achaca la agresividad de ciertos ni?os al abandono de la tarea educativa por parte de los padres, seg¨²n el estudio Cisneros X
"Si el actual modelo laboral impide que los padres tengan tiempo para jugar con sus hijos es que algo no estamos haciendo bien", dice O?ate
Lejos de ser una moda pasajera, el humanismo en la empresa empieza a contar con datos que avalan la reclamaci¨®n que los expertos en psicolog¨ªa y filosof¨ªa del trabajo llevan haciendo desde hace a?os: "La conciliaci¨®n entre vida laboral y personal no puede ser un privilegio, sino un derecho universal para todas las personas que trabajan para poder vivir digna y equilibradamente".
No en vano, se estima que el 38% de los asalariados -unos 7,6 millones de espa?oles- padece alg¨²n s¨ªntoma nocivo derivado del exceso de trabajo (estr¨¦s y burnout) o que es v¨ªctima de las relaciones agresivas que a veces se generan dentro de las empresas (mobbing), seg¨²n el informe Cisneros VI, del Instituto de Innovaci¨®n Educativa y Desarrollo Directivo (IIEDDI), especializado en prevenci¨®n de riesgos psicosociales.
Pero m¨¢s all¨¢ de estos malestares psicol¨®gicos, que parecen ir in crescendo entre la poblaci¨®n activa, el actual modelo de desarrollo empieza a generar otro importante da?o colateral: "la soledad afectiva y emocional de muchos hijos, que carecen del cari?o y de la orientaci¨®n de sus padres", demasiado ocupados en cumplir con las exigencias de sus respectivas ocupaciones profesionales, se?ala Araceli O?ate, directora general del IIEDDI.
Con la progresiva incorporaci¨®n de la mujer a la actividad productiva -la tasa de ocupaci¨®n femenina es ya del 43,05%, seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica-, "la educaci¨®n de los hijos se est¨¢ delegando cada vez m¨¢s a los centros escolares", constata O?ate. "Pero sin el apoyo directo de los padres y de las madres, est¨¢ m¨¢s que demostrado que los hijos no pueden desarrollarse sanamente", afirma O?ate. "No se trata de culpabilizar a nadie", concluye, "pero si la manera en la que hemos organizado la actividad laboral impide que los padres tengan tiempo para jugar cada d¨ªa con sus hijos, es que algo no estamos haciendo bien".
Lo cierto es que seg¨²n las conclusiones de otro estudio -el Cisneros X, centrado en la violencia y el acoso escolar en Espa?a y elaborado en colaboraci¨®n con la consultora Mobbing Research-, cerca del 80% de los ni?os mayores de siete a?os muestran conductas agresivas hacia s¨ª mismos, hacia sus compa?eros y, sobre todo, hacia sus profesores. Entre ¨¦stas, destacan el hostigamiento verbal (60% de los casos); la intimidaci¨®n y las amenazas (24%) y el chantaje emocional, una forma de agresi¨®n que representa el 6% de los conflictos registrados en las aulas, seg¨²n el informe.
Agresividad en las aulas
Pero detr¨¢s de esta fachada tan amenazadora y conflictiva, el ni?o agresor esconde una "profunda falta de autoestima, de cari?o y de confianza", que el 74% de los 6.000 profesores encuestados achaca, en primer lugar, al abandono sistem¨¢tico de la tarea educativa por parte de los padres.
En opini¨®n de la psic¨®loga infantil Nuria Garc¨ªa, que trabaja en una escuela de Barcelona, "el problema no radica en la incapacidad de los padres para querer a sus hijos, sino en su inhabilidad para hacer que se sientan queridos". Y es que "los ni?os perciben r¨¢pidamente si sus padres les est¨¢n dedicando un tiempo de calidad, y ¨¦ste tan s¨®lo existe cuando se produce una entrega amorosa e incondicional", asegura.
A trav¨¦s de conversaciones con los ni?os m¨¢s conflictivos, esta psic¨®loga ha constado que la mayor¨ªa de sus padres regresan a sus hogares a la hora de cenar, "normalmente demasiado cansados para atender a sus hijos como estos necesitan y se merecen". As¨ª, "los ni?os se acostumbran a ser educados por abuelos, ni?eras extranjeras y, en la gran mayor¨ªa de los casos, por la televisi¨®n y los videojuegos, que los entretienen, pero tambi¨¦n los convierten en adictos potenciales a la evasi¨®n constante de s¨ª mismos", sostiene Garc¨ªa.
Volver a casa para cenar
Adem¨¢s, "para compensar esta ausencia", concluye, "los padres suelen decirles que s¨ª a todo, bombarde¨¢ndolos con obsequios materiales que no refuerzan una adecuada educaci¨®n, precisamente".
Pese a todo, "algunos de estos padres reconocen sentirse culpables por no poder estar m¨¢s tiempo en casa y estas inquietudes y preocupaciones suelen distraerles cuando est¨¢n trabajando", explica el psic¨®logo y ex defensor del menor en la comunidad de Madrid, Javier Urra, socio director de Urrainfancia, consultora especializada en educaci¨®n infantil.
En orden a encontrar soluciones que permitan a los profesionales mejorar sus relaciones familiares sin descuidar sus ocupaciones laborales, el Instituto de Directivos de Empresa (IDE¡¤CESEM), en colaboraci¨®n con Urrainfancia, organiz¨® recientemente el primer curso de formaci¨®n para "padres profesionales".
El objetivo de este curso, que consta de 24 horas lectivas y que se ofrece de forma personalizada a las empresas, es "analizar casos pr¨¢cticos para comprender de qu¨¦ manera los padres que trabajan pueden encontrar un sano equilibrio entre vida profesional y personal", as¨ª como "hacer ver a las empresas que la flexibilidad de horarios conlleva notables mejoras de productividad a medio plazo", destaca Urra.
En su opini¨®n, "una cosa es trabajar para ganar el dinero que necesitamos para vivir y otra perder la perspectiva y convertirnos en esclavos de nuestro empleo". Y es que como dijo el cient¨ªfico estadounidense Albert Einstein: "La palabra progreso no tiene ning¨²n sentido mientras haya ni?os infelices".
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