Turqu¨ªa: ni 'shar¨ªa' ni golpe
Tal vez el indicio m¨¢s claro del fondo reaccionario que anida en la personalidad pol¨ªtica de Nicolas Sarkozy haya sido su terminante toma de posici¨®n contraria al ingreso de Turqu¨ªa en la Uni¨®n Europea. Fue el ¨²nico momento del debate con S¨¦gol¨¨ne Royal en que el hoy presidente utiliz¨® un estilo agresivo. En su ¨²ltima aparici¨®n electoral en Saboya volvi¨® a insistir: era europeo y dec¨ªa no al ingreso de Turqu¨ªa, que est¨¢ en Asia (?y Estambul?). Para concluir que el ingreso turco supondr¨ªa "la muerte de Europa".
Es preciso destacar el riesgo que representa tan ¨¢spera toma de posici¨®n en los momentos actuales, cuando Turqu¨ªa se encuentra sumida en una crisis pol¨ªtica y de identidad sobre cuya salida resulta dif¨ªcil hacer pron¨®sticos optimistas. Nadie debe olvidar el fuerte nacionalismo turco, que ya desde hace alg¨²n tiempo viene incubando la oposici¨®n a una Europa reacia a admitirla. Una asociaci¨®n econ¨®mica s¨®lo puede ser aceptada si tras un largo periodo de negociaciones, turcos y representantes europeos se muestran acordes en esa soluci¨®n. El no de entrada tendr¨¢ p¨¦simas consecuencias.
Ante todo por la posici¨®n geoestrat¨¦gica y por la influencia creciente del islamismo en la sociedad y en la pol¨ªtica turcas. La coincidencia en el seno de Europa de Turqu¨ªa y de sus enemigos hist¨®ricos supondr¨ªa alejar el riesgo de un enfrentamiento armado que no ha dejado de planear en las ¨²ltimas d¨¦cadas sobre el ¨¢rea del Egeo, en especial desde la invasi¨®n de Chipre en 1974. El problema chipriota sigue vivo, est¨¢ la cuesti¨®n de las aguas territoriales de Grecia y los incidentes menudean en la zona. Con Turqu¨ªa en la v¨ªa de Europa la tensi¨®n ser¨¢ menor y, en sentido contrario, el repliegue turco hacia el aislamiento, acompa?ado de la frustraci¨®n, incrementar¨ªa el peligro. Algo que Europa no puede permitirse.
La evoluci¨®n interna del islamismo turco tampoco debe ser desde?ada. Hasta su expulsi¨®n del Gobierno por los militares hace ahora diez a?os, el islamismo pol¨ªtico en Turqu¨ªa se encontraba dirigido por Necmettin Erbakan, decidido partidario de la "asiaticidad" de Turqu¨ªa. En cambio, los renovadores hoy al frente del movimiento, los yenilik?iler, el firme y discreto Tayyip Erdogan, y su inseparable Abdul¨¢ G¨¹l, el que habl¨® de conciliar el velo y la minifalda, ten¨ªan claro que el pa¨ªs no pod¨ªa situarse al margen de Europa, ¨²nica garant¨ªa del acceso de la mayor¨ªa de los turcos a niveles cada vez m¨¢s altos de bienestar econ¨®mico. Es un punto a tener en cuenta al enjuiciar la crisis de estos d¨ªas: el islamismo turco es un movimiento plural, sometido a una oscilaci¨®n pendular entre la tentaci¨®n de ortodoxia y su paso al conservadurismo social, y que hasta ahora se ha mostrado sensible a las presiones externas.
Por otro lado, el ingreso o la articulaci¨®n satisfactoria de Turqu¨ªa en o con Europa supondr¨ªa contar con un pa¨ªs dotado de grandes recursos econ¨®micos, culturales y militares en relaci¨®n con el ¨¢rea m¨¢s conflictiva del planeta. Ser¨ªa al mismo tiempo puente, cauce y muralla. De ah¨ª la apuesta, demasiado ingenua, tan frecuente entre nosotros, por la consolidaci¨®n pol¨ªtica del islamismo turco de corte supuestamente moderado, que abriera la posibilidad de una ejemplar y duradera conciliaci¨®n entre islam y democracia.
En fin, y por encima de todo, se encuentran los intereses de la propia Turqu¨ªa, amenazada, seg¨²n muestran las recientes tensiones pol¨ªticas, de un alto riesgo de desgarramiento interno. La europeizaci¨®n plena de Turqu¨ªa en nada estorba a su condici¨®n de pa¨ªs de mayor¨ªa musulmana. Es m¨¢s, garantiza la convivencia pac¨ªfica de un amplio sector de la Turqu¨ªa urbana dispuesto a profundizar en formas de vida propias del resto de Europa, con quienes en medios rurales, en Konya, o en los viejos barrios de Estambul optan por una pr¨¢ctica de tipo integrista, con aquellos que concilian con ¨¦xito islam y modernidad, y, por fin, permite respirar a unas minor¨ªas aun hoy en posici¨®n dif¨ªcil, desde los millones de semiocultos alev¨ªes a los residuos de los grupos tradicionales cristianos. El crecimiento econ¨®mico y la integraci¨®n cultural, que no asimilaci¨®n, podr¨ªan convertir en realidad irreversible el proyecto de Kemal Atat¨¹rk, fundamento -no el islam- de una deseable homogeneizaci¨®n nacional turca. Y el laicismo de Kemal en nada llevaba a introducir en Turqu¨ªa, como aqu¨ª ha escrito Al¨ª Bayramoglu, "una discriminaci¨®n comparable a la que han sufrido hist¨®ricamente los negros" (sic). "Una naci¨®n sin religi¨®n est¨¢ condenada a desaparecer", advierte Kemal en 1932. Otra cosa es un poder que impone la religi¨®n como norma suprema de la vida de los ciudadanos.
Un recorrido atento por Estambul permite apreciar la existencia de esas fuerzas centr¨ªfugas, cuyo enfrentamiento resultar¨ªa inevitable de no impulsar la convergencia de las mismas en el marco de una evoluci¨®n progresiva, ligada de un modo u otro a Europa. Caminando hacia el interior de la ciudad intramuros, m¨¢s all¨¢ de la mezquita de Selim, la ciudad se convier-
te en un simulacro de Kabul, con las mujeres envueltas en negro y las barbas afganas, contrapunto de los turcos plenamente europeos de la otra orilla del Cuerno de Oro. Entre ambas se encuentran esas clases medias pr¨®speras que compran en las tiendas de moda isl¨¢mica moderna, en la avenida cercana a la mezquita del Conquistador, en torno a la emblem¨¢tica "Tekbir" , con sus estrategias de mercado propias de un capitalismo agresivo, al servicio de una estricta fidelidad a la ortodoxia del vestido. Ser¨ªa una ¨®ptima ilustraci¨®n de lo que representa el islamismo de Erdogan.
Las elecciones de 2002 ilustraron el ¨¦xito de la f¨®rmula, y nadie hubiese encontrado extra?o que el AKP, el partido de Erdogan, lograse ahora repetir un ¨¦xito que entonces fue arrollador en n¨²mero de esca?os, casi los dos tercios, pero no tanto de votos, un 3%. Lo que hizo sonar la alarma entre los laicos fue la pretensi¨®n de ocupar una presidencia de la Rep¨²blica que ha venido actuando hasta ahora como garante del principio kemalista de laicidad que sigue siendo un componente crucial del orden constitucional turco. A la vista de esta insistencia, adquieren otro significado las cautelas de Erdogan al no seguir adelante con sus proyectos de castigar el adulterio de ambos sexos, restringir la venta de alcohol, oficializar los centros de ense?anza isl¨¢mica (iman hatip) o introducir el velo en los centros p¨²blicos. En contra de lo que piensan desde una ceguera voluntaria nuestros progresistas a la violeta, el velo, emblema de la subordinaci¨®n femenina, encaja mal con la libertad propia de las instituciones democr¨¢ticas. Tal contenci¨®n habr¨ªa sido entonces una actitud forzada, en espera de que un islamista al frente del Estado elimine los riesgos de veto, lleve el mandato cor¨¢nico de cubrir los cabellos de la mujer al palacio presidencial, antesala de su generalizaci¨®n en la esfera p¨²blica, y designe al jefe del Ej¨¦rcito.
Hay que recordarlo: nada limita en Turqu¨ªa la pr¨¢ctica de la fe religiosa ni el cumplimiento de las normas de vestido isl¨¢micas, salvo en los edificios p¨²blicos. El intento de ampliar el castigo del adulterio supone un aviso de que el triunfo del islamismo con monopolio de las instituciones puede en cambio desembocar en el regreso siquiera parcial de la shar¨ªa, con las consiguientes restricciones a la libertad individual de todos. Hace poco m¨¢s de diez a?os, antes de aquella famosa cita sobre las mezquitas que son "nuestros cuarteles" y los minaretes "nuestras bayonetas", Erdogan compar¨® la democracia a un recorrido por ferrocarril, donde la estaci¨®n de llegada era otra. La desconfianza de los laicos se encuentra as¨ª del todo justificada, m¨¢s a¨²n con el intento de reformar a toda prisa la Constituci¨®n con las elecciones ya convocadas. Por otra parte, la ret¨®rica de la Alianza de Civilizaciones en nada ha mejorado el trato dado por el Gobierno a ortodoxos, armenios y alev¨ªes. ?Erdogan "islamo-dem¨®crata"? Ojal¨¢.
Lo que no vale es acudir al t¨®pico del imposible retroceso en las libertades. Tal fue el mensaje tranquilizador al resultar elegido Ahmadineyad en Ir¨¢n, y la renovada persecuci¨®n de las mujeres por el vestido o el mech¨®n de pelo prueba lo contrario. Por ahora en Estambul los inicios son modestos: prohibici¨®n del bikini en la publicidad. En este momento cr¨ªtico, el camino hacia Europa constituye para Turqu¨ªa una necesidad y una pol¨ªtica islamista con su carga de interferencia en la vida social, s¨®lo servir¨ªa para dar argumentos a quienes como Sarkozy expresan frente a Turqu¨ªa una ciega actitud de rechazo.
Antonio Elorza es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.