La prodigiosa racha del zurdo
Un f¨ªsico explosivo, una zurda terror¨ªfica y una dedicaci¨®n absoluta. Con estas armas, Nadal logr¨® 81 victorias seguidas en tierra. Lo nunca visto. Ahora le toca Roland Garros
Jamie Foxx, m¨²sico frustrado y actor de ¨¦xito, tiene una agenda sin espacios en blanco. Apretada. Le acosan los fans desde que dej¨® peque?o a Tom Cruise en Collateral. Le acompa?a el respeto de Hollywood desde que gan¨® el Oscar por Ray. Y le invitan a tantas fiestas, le ofrecen tantas pel¨ªculas, que s¨®lo un tenista, espa?ol y veintea?ero, ha sido capaz de alterar el gui¨®n de su vida de dise?o.
Rafael Nadal, n¨²mero dos del tenis mundial, lleg¨® en marzo a Miami para jugar un torneo. Foxx lo dej¨® todo. Llam¨® a su agente. Y reserv¨® el superexclusivo O, minimalismo al servicio de la mejor comida asi¨¢tica, para cenar con el espa?ol. El actor mide con exactitud la importancia de los mitos. Encarn¨® a Ray Charles porque ten¨ªa que agradecerle "su legado, su vida". Y sab¨ªa que no iba a cenar con un cualquiera: a los 20 a?os, Nadal ya ha ganado dos veces Roland Garros y desde hoy busca su tercer grande en Par¨ªs. En su curr¨ªculo brillan 21 torneos. M¨¢s de siete millones de euros en ganancias. Y una racha hist¨®rica, probablemente inigualable, que s¨®lo Roger Federer, el mejor tenista del mundo, fue capaz de romper hace siete d¨ªas: 81 victorias consecutivas sobre tierra.
"El dinero es importante", afirma, "pero yo juego por los t¨ªtulos". Ya ha ganado 21
El campe¨®n argentino Vilas vio pasmado c¨®mo Nadal igualaba y luego ridiculizaba su r¨¦cord de victorias
Foxx se present¨® en la cena de riguroso negro. Nadal, con americana y vaqueros. Parec¨ªan dos j¨®venes de ¨¦xito disfrutando de la zona VIP del restaurante. La vida de Nadal, que basa su tenis en ser zurdo, que ha construido su ¨¦xito sobre sus potentes golpes con efecto, tiene estas cosas. Muy de vez en cuando, una cena. Muy de vez en cuando, entradas de honor para un partido de baloncesto de la NBA, visita guiada a un acuario de Melbourne, remoj¨®n en un tobog¨¢n de agua en Dubai o partidillo por alg¨²n exclusivo campo de golf de California. Siempre, tenis. Siempre, los entrenamientos, la voluntad de mejora, la vida monacal. Siempre, Toni, su t¨ªo y entrenador. Siempre, la competici¨®n.
Reducir el a?o de Nadal a cifras resulta mareante: desde el 1 de enero, 56 partidos, 45 ganados y 11 perdidos. Viajes a la India, Australia, Suiza, Francia, Estados Unidos, Italia, Espa?a, Montecarlo y Alemania. Una decena larga de aviones. Otros tantos cambios horarios. Cientos de entrenamientos. Y un respirito, menos de 20 d¨ªas en lo que va de a?o, para descansar. A nadie, sin embargo, puede sorprenderle: "Yo no creo en las vacaciones. Creo en el trabajo", dice Toni, su t¨ªo y entrenador. Federer, por poner un ejemplo, s¨®lo ha jugado 34 partidos.
Subido al trabajo diario y al talento, el espa?ol se ha puesto a la altura de los m¨¢s grandes jugadores de siempre. Guillermo Vilas, gran campe¨®n argentino, vio pasmado c¨®mo Nadal igualaba y luego ridiculizaba su r¨¦cord de victorias seguidas sobre arcilla. La cifra alcanzada por Vilas, autor de una queja para el anecdotario -"A m¨ª no me derrot¨® un tenista, me derrot¨® una raqueta", dijo sobre el doble cordaje ilegal usado por su rival-, pone en perspectiva el r¨¦cord de Nadal: el argentino consigui¨® 53 en 1977. Nadal, 81. Dos a?os imbatido sobre tierra. Dos a?os imponiendo sus golpes liftados, el efecto, la bola curvada, el bote alto, que le hacen casi indestructible. Dos a?os de piernas inagotables, de pulmones incansables. Dos a?os de mente dura y preparaci¨®n f¨ªsica inmejorable, a la ¨²ltima, siempre en manos de Joan Forcades. Dos a?os ganando sin descanso. Una barbaridad.
Cuando a Nadal, que pasa por un chico cercano por ser conocedor del drama del mileurismo, se le pregunta por qu¨¦ sigue viviendo con sus padres teniendo novia, dinero en el banco, una barca para pescar en Palma de Mallorca y carn¨¦ de conducir, contesta sorprendido: "?Y t¨² qu¨¦ har¨ªas? Yo es que no cambiar¨ªa nada de mi vida. Estoy encantado de estar con mis padres. Estoy feliz de estar donde estoy. Me llevo muy bien con mi padre y con mi madre, mi hermana y mi familia en general. Ni mucho menos me gustar¨ªa estar lejos de ellos, aunque a lo mejor tengo la oportunidad de vivir solo". Y, claro, enseguida habla de gloria y de historia: "El dinero es importante... pero yo juego por los t¨ªtulos".
As¨ª, pensando en t¨ªtulos, empez¨® todo, como recogen Manel Serras y Jaume Puyol-Galceran en Rafael Nadal, cr¨®nica de un fen¨®meno. Nadal siempre se ha sentido "orgulloso" de su t¨ªo Miguel ?ngel. Le considera "un ejemplo". Todav¨ªa hoy se maravilla escuchando sus an¨¦cdotas, los recuerdos de Miguel ?ngel Nadal, ex defensa de la selecci¨®n, el Bar?a y el Mallorca. Rafael iba para mediapunta. Alguien, sin embargo, decidi¨® darle una raqueta, ense?arle a agarrarla con la mano izquierda y convencerle de que se olvidase de que escrib¨ªa y com¨ªa con la derecha. Fueron las ¨®rdenes de Toni, su t¨ªo y entrenador. Fueron las decisiones que dieron forma al n¨²mero dos del mundo. Y son las razones que explican que Foxx cambie su agenda para cenar con un veintea?ero en Miami.
Nadal-Federer, los amigos adversarios
"BUSCAR? A ESE HIJO DE PUTA de Borg hasta el final del mundo. Le estar¨¦ esperando. Cada vez que mire a su alrededor ver¨¢ mi sombra". Jimmy Connors, miembro de pleno derecho del Olimpo del tenis, siempre tuvo las cosas claras: ser n¨²mero uno era un privilegio por el que hab¨ªa que luchar. Cualquier otro tenista era el enemigo. Connors, que hoy entrena a Andy Roddick, n¨²mero tres del mundo, guiaba su carrera bajo un lema contundente: "S¨®lo hay un n¨²mero uno. Es un puesto solitario, pero que tiene las mejores vistas de todos. Salgo a la pista para machacar a mis enemigos".
Por eso es normal que a Connors, como a casi todo el mundo, le sorprenda la extra?a pareja. El d¨²o que forman Roger Federer y Rafael Nadal, los dos mejores tenistas del circuito, que comparten amistad y patrocinador, Nike.
A Federer, que tiene dificultades para imponerse en el mercado americano, con su imagen de campe¨®n amable, sin aristas, se le ve ahora siempre en compa?¨ªa de Nadal, el aspirante, un chico disfrazado de guerrero, los brazos musculosos al aire y los pantalones de pirata. Nadal y Federer se entienden y se ayudan. Comparten la visi¨®n de hacia d¨®nde debe ir el futuro de su deporte. Y por eso se arriesgan a participar en partidos de exhibici¨®n. A fotografiarse juntos. A posar sonrientes. Connors no lo entiende. Aunque, claro, Jimmy, como recordaba Chris Evert, una de las mejores tenistas de todos los tiempos, no es ejemplo de muchas cosas buenas: "Un d¨ªa, Jimmy y yo fuimos juntos a confesarnos. ?l sali¨® media hora m¨¢s tarde que yo. Me dijo: 'No he terminado. El cura me ha dicho que vuelva el pr¨®ximo domingo".
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