La culpa nunca es nuestra

Aumentan los accidentes de tr¨¢fico: la culpa es del mal estado de las carreteras, de la deficiente se?alizaci¨®n, de las inclemencias meteorol¨®gicas..., nunca de la gente que conduce de manera agresiva y demencial, de quienes presumen de "controlar" a 180 kil¨®metros por hora y adelantan a quienes van pisando huevos a 130.

Los programas de telebasura consolidan su liderazgo en la peque?a pantalla: la culpa es de las cadenas que los emiten y no ofrecen espacios culturales alternativos, de los pol¨ªticos que no dan una respuesta adecuada a la cuesti¨®n, de la pobreza cultural intr¨ªnseca al capitalismo..., nunca del esp¨ªritu chismoso y de la zafiedad de muchos integrantes de la sociedad, que ejercen apoltronados en su sof¨¢ una absoluta soberan¨ªa sobre su mando a distancia.

Se agrava el "efecto invernadero": la culpa es de las compa?¨ªas transnacionales, del capitalismo depredador, del Gobierno de Estados Unidos..., nunca de quienes emplean su todoterreno para hacer la compra en el s¨²per de al lado, de quienes ponen el termostato de la calefacci¨®n en 26? C y el del aire acondicionado en 17?.

Muchos sinverg¨¹enzas se enriquecen destruyendo el entorno natural y sembrando el caos urban¨ªstico a su paso: la culpa es del mundo de la pol¨ªtica, de las deficiencias en la legislaci¨®n del suelo, de la rapacidad del capitalismo..., nunca de quienes se muestran m¨¢s preocupados por la pol¨ªtica de fichajes de su equipo de f¨²tbol que por la gesti¨®n de su municipio o comunidad.

En suma, que la culpa nunca parece ser del pueblo, sino de sus gobernantes (?a qu¨¦ pol¨ªtico con intenci¨®n de medrar se le ocurrir¨ªa poner en duda la archisupuesta inteligencia y sentido com¨²n del pueblo!), de los empresarios, de los periodistas o de esa oscura abstracci¨®n llamada sistema.