La parroquia de Entrev¨ªas
Comenzamos a preparar Princesas en un local vac¨ªo, justo enfrente de la parroquia de Entrev¨ªas. A ¨¦l se asomaban a veces los vecinos, intrigados; tambi¨¦n la seca realidad del barrio, preguntando de muchas maneras, con muchos acentos distintos, si tendr¨ªamos all¨ª trabajo para ellos. Al llegar cre¨ªmos que nos instal¨¢bamos en sus calles para rodar una pel¨ªcula, pero nos equivocamos: fue el barrio el que se instal¨® en nuestro rodaje, en nuestra pel¨ªcula. Pronto los chavales se organizaron en turnos para cuidar por las noches el local en el que rod¨¢bamos y los desocupados que ese verano paseaban por un descampado pr¨®ximo continuaron haci¨¦ndolo, pero ya como parte de la figuraci¨®n de la pel¨ªcula. Tambi¨¦n ella se col¨® en la vida de los vecinos, a veces literalmente: una se?ora se nos acerc¨® un d¨ªa para advertirnos de que en el televisor de su casa pod¨ªa ver los planos que rod¨¢bamos en la calle. La se?al de nuestro receptor se colaba en la parab¨®lica de su comunidad, convirti¨¦ndola en la primera espectadora de la pel¨ªcula. Y pronto en su primera cr¨ªtica: a menudo se dejaba caer por el rodaje al terminar la jornada para comentarme c¨®mo hab¨ªa visto a las actrices. En las calles de Entrev¨ªas encontramos as¨ª nuestra particular ciudad de la luz, nuestro Cinecitt¨¤ obrero; barrio duro y orgulloso, dolorido a¨²n por el atentado reciente de marzo, por los cotidianos atentados del desempleo y la droga, y aun as¨ª, paciente con nosotros, hospitalario y cercano.
En ¨¦l llevan muchos a?os Javier, Enrique y Pepe. Hacen un trabajo hermoso al frente de la parroquia de San Carlos, un trabajo que parte de su fe y llega limpio hasta los que m¨¢s lo necesitan: excluidos, inmigrantes y presos, hijos del paro, madres y hermanos de la droga.
Durante el tiempo que dur¨® el rodaje fuimos parte de su parroquia. Pasamos muchas horas en ella compartiendo experiencias, trabajo, comida. Las figurantes latinas se persignaban r¨¢pidamente antes de empezar a rodar ante la imagen de un gran Cristo crucificado y tiraban de sus faldas hacia abajo, tratando in¨²tilmente de alargarlas. El rodaje se integr¨® as¨ª con la vida de su comunidad, que era un espacio de participaci¨®n, una parroquia hecha por sus parroquianos.
Hab¨ªa estado antes en ella, a finales de los noventa. Proyectaban Barrio y los curas me hab¨ªan invitado a hablar de la pel¨ªcula con los chavales que, sin saberlo, la inspiraban. Fui yo el que m¨¢s aprendi¨® aquella tarde, de ellos y de los padres, de su dedicaci¨®n y de su entrega.
Hoy quieren cerrarla, y para hacerlo separan su fe, el modo en el que celebran la liturgia, de su trabajo a favor de los necesitados, sin entender quiz¨¢ que para ellos son la misma cosa. No relajan la liturgia, la acercan a la realidad del barrio haci¨¦ndola m¨¢s pr¨®xima, m¨¢s accesible.
Entre sus parroquianos est¨¢n las madres de uno de los barrios en los que a m¨¢s chavales se ha llevado droga. Algunas han perdido tres, cuatro hijos. Cuentan que all¨ª, entre esas paredes, aprendieron a no odiar, a aceptar su p¨¦rdida. Y que en ese lugar, con la ayuda de sus p¨¢rrocos, los recuperaron. Porque sin darse apenas cuenta formaron una cadena que empieza all¨ª abajo, en ellas, en su parroquia, y sube hasta el cielo, conect¨¢ndoles de regreso con sus hijos. Si se la cierran, dicen, quiz¨¢ esa cadena se rompa y vuelvan a perderlos.
La parroquia de Entrev¨ªas es el lugar en el que la Iglesia recupera su sentido ¨²ltimo de amparo, de acogimiento. Tomar Iglesia significa tomar en ella asilo, protecci¨®n. "Iglesia me llamo", dec¨ªan los perseguidos para no dar su nombre cuando se sent¨ªan en peligro; lo dice tambi¨¦n el que se siente a salvo al fin de persecuciones, de da?os. Los curas de Entrev¨ªas lo saben, y con su trabajo devuelven a la instituci¨®n ese sentido esencial.
Su parroquia no es la parroquia de los pobres. Es el lugar donde los marginados no est¨¢n fuera, en la puerta, sino dentro. Es el lugar de los que se llaman Iglesia; de los ¨²ltimos, de los que viven del otro lado de la fortuna. Pero es tambi¨¦n la parroquia donde todos caben. Hasta el rodaje de una pel¨ªcula.
Fernando Le¨®n de Aranoa es director de cine.
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