Material explosivo
Terrorista -libro n¨²mero 22 del prol¨ªfico John Updike- comienza con alguien pensando "estos demonios quieren llevarse a mi Dios" y termina con ese mismo alguien, dolido y fascinado, lament¨¢ndose con un "estos demonios se han llevado a mi Dios". Y ese alguien es el adolescente y aprendiz de terrorista Ahmad Ashmawy Mulloy (hijo de egipcio e irlandesa) funcionando como explosivo v¨¦rtice de un tri¨¢ngulo -estamos en New Prospect, afueras de Nueva York, verano de 2004- al que se suman su madre, la pintora/enfermera Teresa Mulloy, y el jud¨ªo y sexagenario Jack Levy (consejero estudiantil del primero y s¨²bito amante de la segunda).
Y est¨¢ todo dicho y bienvenidos otra vez a Updikelandia. Porque por encima del envoltorio supuestamente novedoso de esta novela -tambi¨¦n supuestamente novedosas fueron sus excursiones al futuro o a ?frica o al Medioevo o a Brasil o a los territorios de lo mitol¨®gico o de lo expresionista abstracto-, Updike, por suerte, siempre escribe acerca de lo mismo con esa misma prosa magistral que lo convierte en uno de los estilistas m¨¢s exquisitos de su idioma luego de su maestro Vlad¨ªmir Nabokov y, junto a Philip Roth, en el actual gran pr¨®cer literario de su pa¨ªs.
TERRORISTA
John Updike
Traducci¨®n de Jaume Bonfill
Tusquets. Barcelona, 2007
330 p¨¢ginas. 20 euros
De ah¨ª que el tema y la trama de Terrorista -la investigaci¨®n de c¨®mo es que alguien se muestra dispuesto a inmolarse en nombre de su fe aniquilando, en el tr¨¢mite, a la mayor cantidad de gente posible- no sea otra cosa que una nueva ocasi¨®n para que Updike vuelva a explorar lo que m¨¢s le interesa: el sexo como peligroso material explosivo a la vez que redentor y desactivante de pasiones monstruosas. La carne como forma de virtud y no sin¨®nimo de pecado aqu¨ª en el contexto de, eso s¨ª, un tan inesperado como eficaz thriller con cami¨®n bomba donde el autor demuestra una habilidad para crear tensi¨®n digna de la serie de televisi¨®n 24.
Aunque -m¨¢s all¨¢ de ciertos gui?os a Los demonios de Dostoievski o a El agente secreto de Conrad o hasta a Caballos desbocados de Yukio Mishima- a lo que m¨¢s y mejor recuerda Terrorista es a ciertas novelas claustrof¨®bicas de Patricia Highsmith (pensar en ese otro descenso a los infiernos de la obsesi¨®n religiosa que es su Gente que llama a la puerta) donde todo parece en suspensi¨®n pero, siempre apretando los ojos y tensando los m¨²sculos, a la espera del impacto de la onda expansiva. En este esquema, Ahmad es el "h¨¦roe" del libro. Un joven envenenado por sus propios conflictos intentando compaginarlos con los problemas del mundo y buscando solucionar todo matando varios, demasiados, p¨¢jaros de un solo estallido. Ahmad es pariente lejano pero descendiente directo de Holden Caulfield en El guardi¨¢n entre el centeno. Un idealista. Pero con una diferencia atendible y definitiva: mientras Holden es un ser pasivo, Ahmad decide pasar a la acci¨®n contaminado por el veneno que destilan los yihadistas y por el cari?o y la sensibilidad y la maestr¨ªa con que Updike mueve sus rabiosos hilos sin por eso dejar de comprender sus actos y su guerra contra el m¨¢s ¨ªntimo terror. Esta decisi¨®n -el conseguir que un pich¨®n de Bin Laden sea un personaje por el que el lector se preocupa en el mejor sentido- le vali¨® a Updike no pocas cr¨ªticas de oportunista o de traidor a su patria. Hubo tambi¨¦n rese?as que cuestionaron la personalidad por momentos rob¨®tica de Ahmad. A los primeros no tiene sentido contestarles. A los segundos cabr¨ªa se?alarles que precisamente de eso trata Terrorista: del modo en que se deshace la mente de alguien dispuesto a deshacerse y a deshacerlo todo.
As¨ª, la intriga pasa por si, finalmente, Ahmad presionar¨¢ el bot¨®n del Big Bang y si Jack Levy har¨¢ algo para impedirlo. Pero eso no es todo. Ah¨ª afuera, Estados Unidos tiembla y un tambi¨¦n fanatizado Secretary of Homeland Security (Haffenreffer, gran personaje inspirado, dicen, en Tom Ridge, primer hombre en este cargo inventado por Bush en octubre de 2001) se pregunta: "Esa gente... ?Por qu¨¦ quieren hacer cosas tan horribles? ?Por qu¨¦ nos odian? ?Qu¨¦ pueden odiar?". Esa magn¨ªfica novela que es Terrorista no s¨®lo responde a esto sino que, adem¨¢s, propone otros interrogantes. "?C¨®mo es que Haffenreffer se hace una pregunta tan tonta?", podr¨ªa ser uno de ellos. "?C¨®mo hace John Updike para escribir cada d¨ªa mejor?", ser¨ªa otro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.