Reflexiones presocr¨¢ticas sobre la educaci¨®n en Espa?a
En alg¨²n lugar parece que lo dej¨® escrito el sabio Her¨¢clito: todo se mueve, nada permanece. Para ning¨²n ¨¢mbito de la realidad parece tan cierta esta sentencia como para la educaci¨®n en Espa?a. Cierto que muchos de los cambios que afectan a nuestro sistema educativo tienen su raz¨®n de ser fuera de nuestras fronteras, en la necesaria adaptaci¨®n a un nebuloso espacio europeo. Pero otros son estrictamente de nuestra propia cosecha.
El Partido Popular, por ejemplo, la ¨²ltima vez que estuvo en el Gobierno de la naci¨®n dise?¨® un cambio en la ense?anza secundaria y en el bachillerato que no lleg¨® ni siquiera a implantarse debido a su derrota en las ¨²ltimas elecciones generales. Si en las pr¨®ximas el PSOE no revalida su mayor¨ªa, la reforma de este mismo nivel de la ense?anza que ahora propone el Gobierno correr¨¢ el mismo destino tr¨¢gico. Misterios de la dial¨¦ctica que conoc¨ªa bien Lampedusa: a veces, que todo cambie es la condici¨®n para que todo permanezca exactamente igual. Conciliaci¨®n de Her¨¢clito y Parm¨¦nides.
El constante cambio en el marco legislativo que la regula es ya, de por s¨ª, una mala noticia
A fin de cuentas, quien tenga tres tramos de investigaci¨®n ser¨¢ acreditado catedr¨¢tico; quien tenga dos, profesor titular
En la Universidad un problema secular es el de regular el acceso a sus cuerpos docentes. De nuevo el Partido Popular, en el 2001, modific¨® el sistema hasta entonces vigente de oposici¨®n para sustituirlo por el de la habilitaci¨®n. Hoy el Partido Socialista parece decidido a sustituir el modelo de la habilitaci¨®n por el de la acreditaci¨®n.
El proyecto de real decreto que el ministerio ha presentado a la consideraci¨®n del Consejo de Universidades presenta una novedad importante, a diferencia de la habilitaci¨®n, la acreditaci¨®n, condici¨®n necesaria pero no suficiente para poder ocupar un puesto docente en la Universidad espa?ola, no exigir¨¢ someterse a ning¨²n examen ante ninguna comisi¨®n cuyos miembros, todos o en parte, hubieran sido decididos por procesos aleatorios. Ser¨¢ una comisi¨®n designada por el Consejo de Universidades a propuesta de la Aneca (Agencia Nacional de Calidad) la que, bas¨¢ndose en el informe de dos expertos designados ad hoc para cada solicitud, conceda o deniegue la acreditaci¨®n.
Hay varios puntos por despejar en este procedimiento, por lo que es normal que haya levantado alg¨²n recelo. La l¨®gica y el baremo que se anexa al final del proyecto, en el que se estipula los puntos exactos que corresponder¨¢n a cada tramo de investigaci¨®n ya reconocido que puedan presentar los candidatos, invitan a pensar que la comisi¨®n no entrar¨¢ a valorar unos contenidos curriculares ya previamente evaluados de forma positiva (pero entonces, ?para qu¨¦ diablos se necesitan dos expertos?), de modo que, a fin de cuentas, quien tenga tres tramos de investigaci¨®n reconocidos ser¨¢ acreditado catedr¨¢tico; quien tenga dos, profesor titular. Con los profesores titulares de escuela universitaria se har¨¢ una excepci¨®n, pues a ellos el t¨ªtulo de doctor y la mera dedicaci¨®n docente los convertir¨¢, sin m¨¢s, en profesores titulares de universidad.
De ser correcta esta interpretaci¨®n, lo decisivo no estar¨¢ en el tr¨¢mite de la acreditaci¨®n, sino en el antes y en el despu¨¦s de ella. En el antes, en la concesi¨®n de tramos de investigaci¨®n. Y al respecto hay que decir que aunque el procedimiento para la evaluaci¨®n de los mismos que viene funcionando desde 1989 ha conseguido resultados globalmente positivos, instaurando una nueva cultura del rendimiento en nuestra Universidad, su funcionamiento es, en alg¨²n punto al menos, manifiestamente mejorable. Un ejemplo obvio: mientras permanezcan las actuales ¨¢reas de conocimiento los investigadores debieran tener el derecho a ser evaluados por los par¨¢metros propios de aquella a la que pertenecen.
En el despu¨¦s, en el concurso para sacar las plazas efectivas que las diferentes universidades convoquen. Si ¨¦stas disponen de recursos no habr¨¢ ning¨²n problema. Habr¨¢ un ascenso profesional bastante generalizado. En caso contrario, se generar¨¢n tensiones en el seno de las universidades y, en ¨²ltima instancia, de los departamentos.
?Y la endogamia? Bueno, de no alterarse los mecanismos vigentes para la provisi¨®n de las plazas convocadas por cada universidad es evidente que no desaparecer¨¢. La acreditaci¨®n ser¨¢ poco m¨¢s que papel mojado para quien no tenga una universidad que le ampare, como ocurre en el actual sistema de habilitaci¨®n que en su momento se present¨® como panacea para este problema. La pregunta pertinente ser¨ªa m¨¢s bien ¨¦sta: ?alguien quiere realmente tomarse en serio este problema?
Para terminar volvamos al principio. La educaci¨®n es un proceso que exige tiempo. El constante cambio en el marco legislativo que la regula es ya, de por s¨ª, una mala noticia. Los pol¨ªticos, y la comunidad educativa, debieran aminorar sus principios y aumentar su responsabilidad. Se necesita, y urgentemente, un pacto por la educaci¨®n que deje ¨¦sta fuera de est¨¦riles bander¨ªas. Un pacto que permita afrontar los desaf¨ªos y las graves amenazas que se ciernen sobre la educaci¨®n p¨²blica en los sectores no universitarios a la vez que permita seguir mejorando la calidad de estos ¨²ltimos. ?Dar¨¢ este pa¨ªs para tanto?
Vicente Sanf¨¦lix Vidarte es catedr¨¢tico de la Universidad de Valencia y presidente de la Sociedad Acad¨¦mica de Filosof¨ªa.
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