Las ingenier¨ªas y el espacio europeo de educaci¨®n superior
BENJAM?N SU?REZ ARROYO y DOMINGO DOCAMPOLa organizaci¨®n profesional espa?ola constituye una singularidad europea. La Constituci¨®n establece la necesidad de regular por ley el r¨¦gimen jur¨ªdico de los colegios profesionales, cuya funci¨®n es la ordenaci¨®n del ejercicio de las profesiones, la representaci¨®n exclusiva de las mismas y la defensa de los intereses de los colegiados. El sistema competencial asociado se regula mediante la ley de atribuciones, de muy dif¨ªcil encaje ya que la convivencia de titulaciones de ciclo corto y largo que otorgan atribuciones profesionales muy pr¨®ximas constituye una continua fuente de conflicto, con repercusiones laborales y administrativas relevantes.
Dificultar el cambio real por culpa de disputas propias de otra ¨¦poca es un riesgo que la sociedad no se puede permitir
En la cuesti¨®n europea hemos visto nacer y morir propuestas bajo el fragor medi¨¢tico
Colegios y Asociaciones profesionales participan intensamente en los debates que est¨¢ propiciando en nuestro pa¨ªs la incorporaci¨®n al Espacio Europeo de Educaci¨®n Superior, con la l¨®gica pretensi¨®n de proteger a sus afiliados y a unas profesiones en muchos casos centenarias: en las tituladas, para defender que los t¨ªtulos del futuro no pongan en peligro las atribuciones profesionales atesoradas en el pasado; en las dem¨¢s, para alcanzar un statu quo equiparable.
Se explica entonces que, ante una coyuntura de cambio, los colegios profesionales traten de defender sus intereses; cada colectivo con sus expectativas (a conseguir) y/o sus conquistas (a conservar). Es comprensible la posici¨®n de las organizaciones profesionales, comprensible pero preocupante, ya que al final condiciona el progreso en muchos campos de estudio y puede hacer que los ¨¢rboles (intereses corporativos) impidan ver el bosque del inter¨¦s social general.
Ha llegado la hora de profundizar sobre las causas que limitan las posibilidades de cambio real en la educaci¨®n superior en el ¨¢mbito de las ense?anzas t¨¦cnicas, que a nuestro juicio se encuentran fundamentalmente en las singularidades enunciadas al comienzo. Creemos que se deben dar los pasos necesarios para armonizar y simplificar la organizaci¨®n de las profesiones, haci¨¦ndolas m¨¢s competitivas, din¨¢micas e innovadoras, m¨¢s acorde, en suma, con los retos que se le plantean y plantear¨¢n a Espa?a en Europa y en la sociedad globalizada; no ser¨¢ luego tan dif¨ªcil que estos cambios propicien profundas reformas, al parecer por todos deseadas, en el sistema universitario. Mucho nos tememos que si esos pasos no se dan, las reformas educativas seguir¨¢n empantanadas por mucho tiempo.
El Espacio Europeo de Educaci¨®n Superior se valora en todos los foros sociales, acad¨¦micos, empresariales y profesionales como una gran oportunidad. Desde la firma de la Declaraci¨®n de Bolonia, hace ya ocho largos a?os, hemos sido testigos del ¨ªmpetu legislativo y regulador de la administraci¨®n educativa espa?ola, aunque quiz¨¢s no haya acertado a elaborar y a explicar con tino un modelo conceptual con la solidez suficiente para enraizar en ¨¦l la educaci¨®n superior del futuro. En particular, en la cuesti¨®n europea hemos visto nacer y morir propuestas bajo el fragor medi¨¢tico, en unos casos inspirado desde dentro de las aulas, en otros, como ha ocurrido recientemente con los estudios de ingenier¨ªa, cuando los leg¨ªtimos intereses profesionales en conflicto se convierten en el principal obst¨¢culo para la modernizaci¨®n del sistema educativo.
Por su parte, la empresa espa?ola crece y est¨¢ explotando con ¨¦xito sus oportunidades de negocio en un mercado globalizado, y sabe que necesita apostar con decisi¨®n por el conocimiento, la innovaci¨®n y la competitividad. Ser¨ªa importante implicar en ese proceso a toda la sociedad, y de paso persuadir a los colegios profesionales, desde el propio mundo empresarial e industrial, de que ha llegado la hora de pasar de una atribuci¨®n profesional gen¨¦rica (de todo el colectivo) a otra basada en la competencia espec¨ªfica de los profesionales, como es norma en los pa¨ªses con los que estamos o vamos ineludiblemente a competir. Ello ser¨ªa tambi¨¦n la mejor ayuda para la imprescindible reforma de las ense?anzas t¨¦cnicas.
Aprendizaje, conocimiento, competencia, innovaci¨®n y productividad son los pilares en los que descansa la competitividad. Debilitar alguno de estos eslabones es poner en peligro el conjunto. Los sistemas educativos est¨¢n al principio y a lo largo de toda la cadena y por ello son determinantes; dificultar el cambio real en la educaci¨®n superior y, en particular, en las ingenier¨ªas, por culpa de disputas propias de otra ¨¦poca es un riesgo que la sociedad no se puede permitir.
Benjam¨ªn Su¨¢rez Arroyo es catedr¨¢tico de la Universidad Polit¨¦cnica de Catalu?a. Domingo Docampo es catedr¨¢tico de la Universidad de Vigo.
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