Una toga de marca
Tres meses y medio de juicio ya han provocado una aut¨¦ntica transformaci¨®n en algunos abogados
El d¨ªa que lo detuvieron tambi¨¦n la polic¨ªa se llev¨® por delante a sus padres y a su hermano. ?l ten¨ªa 19 a?os. Y aquella madrugada, durante el tiempo que pas¨® detenido en un s¨®tano, escuch¨® a su padre gritar en el calabozo de la izquierda y a su madre lamentarse en el de la derecha.
No le llegaron a poner una mano encima, pero le hablaban a gritos, no le dejaban dormir y lo amenazaban dici¨¦ndole que le caer¨ªan 40 a?os de c¨¢rcel, que lo deportar¨ªan a Marruecos, que le cortar¨ªan las manos... Hasta mucho tiempo despu¨¦s Mohamed Moussaten no supo a ciencia cierta de qu¨¦ lo acusaba la polic¨ªa, pero lo que de verdad no le entraba en la cabeza es de qu¨¦ pod¨ªan culpar a Safia, su madre, una mujer que desde que lleg¨® de Marruecos apenas hab¨ªa cruzado el umbral de su casa.
Junto a la m¨¢quina del caf¨¦, conteniendo el nerviosismo a duras penas, Brahim Moussaten sigue el relato que el abogado de su hermano Mohamed hace de la detenci¨®n de su familia. En todo el edificio no se escucha un suspiro. Las v¨ªctimas, los periodistas, el resto de los abogados y hasta los polic¨ªas de la puerta ponen la oreja para escuchar el relato del abogado. Pero no siempre es as¨ª. Por la tarde, cinco letrados -cinco, uno detr¨¢s de otro- se fueron durmiendo durante la intervenci¨®n de Jos¨¦ Luis Abascal, el defensor de Jamal Zougam y Basel Galhyoun. Y eso que Abascal, principal baluarte del bulo de la conspiraci¨®n, ven¨ªa anunciado en los carteles como la gran estrella del d¨ªa. El estribillo de su alegato, en el que atribuy¨® la organizaci¨®n del 11-M a las cloacas del Estado y se qued¨® tan pancho, fue el siguiente:
-Aqu¨ª est¨¢ pasando lo mismo que en Alabama en los a?os 50. Los negros eran detenidos por ser negros y escuchar jazz. Aqu¨ª se detiene a los ¨¢rabes por ser musulmanes y rezar. Los americanos fueron capaces de vencer aquella pandemia. ?Seremos capaces nosotros?
Pues nada. Los cinco abogados durmientes no se despertaban.
El juicio del 11-M, adem¨¢s de otras muchas cosas, marcar¨¢ un antes y un despu¨¦s para muchos de los casi 50 abogados -uno arriba, uno abajo- que est¨¢n participando en el juicio. Uno de los casos m¨¢s claros es el de Endika Zulueta, que ayer present¨® el alegato de defensa del minero Ra¨²l Gonz¨¢lez y el ¨²ltimo d¨ªa buscar¨¢ la absoluci¨®n de El Egipcio.
Hasta ahora, Zulueta era conocido por defender a okupas y a insumisos. Miembro del turno de oficio de la Audiencia Nacional, acept¨® defender a El Egipcio -el peso pesado de la habitaci¨®n de cristal blindado- intuyendo que aquello le pod¨ªa cambiar la vida. El primer d¨ªa del juicio, las televisiones difundieron la imagen de un abogado sudoroso, que balbuceaba ante la presi¨®n del juez G¨®mez Berm¨²dez, quien lo utiliz¨® h¨¢bilmente para advertir a la sala qui¨¦n iba a mandar all¨ª. Tres meses y medio m¨¢s tarde y 50 sesiones despu¨¦s, Zulueta se subi¨® ayer el estrado con un traje de Roberto Verino -el primer traje de su carrera profesional-, camisa blanca y corbata oscura. No parec¨ªa el mismo abogado tipo colega que defendi¨® a los chavales de El Laboratorio, un centro que fue el santo y se?a del movimiento okupa de Madrid. No era raro que los okupas veteranos instruyeran a los nuevos:
-Oye, si hay un desalojo, t¨² llamas a Endika.
Ayer, el nuevo Endika inici¨® su intervenci¨®n con un discurso floreado, lleno de grandes palabras, y se fue gustando tanto que al final hilvan¨® una serie de gags m¨¢s propios de El Club de la Comedia que de un proceso como el del 11-M. Hasta se permiti¨® la osad¨ªa de remedar a G¨®mez Berm¨²dez, que lo observaba perplejo. Lo cierto es que, cuando se baj¨® del estrado, uno de los magistrados le regal¨® una discreta palmadita en el hombro. Su madre lo miraba complacida desde el final de la sala. Era su graduaci¨®n. Hab¨ªa pasado en s¨®lo 50 lecciones del pa?uelo palestino a la toga de Armani.
LA VISTA AL D?A
Alegato de la defensa del ex minero Trashorras
El abogado que defiende al ex minero Emilio Su¨¢rez Trashorras, pieza clave para que los terroristas lograr¨¢n el explosivo para atentar, hace hoy su alegato final.
CONCLUSIONES DE LA DEFENSA
Un alegato para sostener el 'bulo de la conspiraci¨®n
El abogado defensor de Basel Galyoun y Jamal Zougam, implicados en el atentado del 11-M, acus¨® a las cloacas del estado de no investigar lo ocurrido y consider¨® inocentes a sus defendidos.
250 kilos de Goma 2 al alcance de cualquiera
El abogado de un minero implicado en el 11-M se pregunt¨® en voz alta: "?C¨®mo un pa¨ªs con amenaza terrorista pod¨ªa tener 250 kilos de Goma 2 a la intemperie?"
El visto para sentencia llegar¨¢ en unos d¨ªas
El tribunal que juzga el 11-M espera proclamar el visto para sentencia el pr¨®ximo 3 de julio. Apenas quedan unos d¨ªas de vista oral.
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