La mirada sombr¨ªa de Am¨¦rica
Robert Frank, referente de la fotograf¨ªa contempor¨¢nea, recibe el Premio PHotoEspa?a 2007
Tiene 83 a?os y sigue llevando una peque?a c¨¢mara Lomo en el bolsillo. De vez en cuando la saca y, con una mano, como ha hecho en millones de ocasiones en las ¨²ltimas d¨¦cadas, dispara una foto. "Mientras sea curioso, seguir¨¦ haciendo fotograf¨ªas", afirmaba ayer Robert Frank (Z¨²rich, 1924) en Madrid, horas antes de recibir, en el Teatro Espa?ol, el Premio PHotoEspa?a 2007 (12.000 euros m¨¢s un trofeo creado por Eduardo Arroyo). Le acompa?a en su visita June Leaf, su segunda esposa, escultora, que cuidaba de que los periodistas fueran clementes con el jet lag de un artista que defini¨® el curso de la fotograf¨ªa en la segunda mitad del pasado siglo.
Una trayectoria que comenz¨® cuando Frank decidi¨® instalarse en Nueva York, en 1947. Fue, a su pesar, fot¨®grafo de moda para la revista Harper's Bazaar: "No ten¨ªa un especial talento para la ropa, pero fue una oportunidad que tuve que aprovechar".
Aunque pronto abandon¨® el glamour y lo cambi¨® por a?os de viajes por todo el mundo. A finales de los cuarenta, tras haber vivido en Par¨ªs, lleg¨® a Valencia, "en un viejo Renault de 1928", y se qued¨® cuatro meses; durante ese tiempo ensay¨® el tipo de fotograf¨ªa que luego desarroll¨® plenamente en su serie The americans (Los americanos), 83 im¨¢genes que fueron el resultado de un peregrinaje de dos a?os por 48 Estados de EE UU. Pudo hacerlo gracias a la beca que le concedi¨®, con ayuda de Walker Evans, otro mito de la fotograf¨ªa del siglo XX, la Fundaci¨®n Guggenheim, en 1955. Una aventura en la que se vio acompa?ado por su primera esposa, Mary Lockspeiser, y sus dos hijos, Pablo y Andrea.
Pero la visi¨®n que Frank recogi¨® de la Am¨¦rica de los cincuenta se alejaba demasiado de la imagen de bienestar y poder que reclamaba la superpotencia en plena guerra fr¨ªa. Los americanos, m¨¢s bien, refleja una realidad sin m¨¢scaras que deja el ¨¢nimo taciturno. Por eso, el libro con la serie se public¨® antes en Par¨ªs, en 1958, gracias al editor Robert Delpire. Un a?o m¨¢s tarde, Grove Press lo hizo en Estados Unidos. Para Delpire, Frank no se limit¨® a documentar la realidad: "Los reporteros, por definici¨®n, transmiten los hechos, dan testimonio. Frank no muestra: ¨¦l se muestra. Todas sus im¨¢genes son autorretratos", escrib¨ªa en Les cahiers de la photographie.
El desencanto con la sociedad estadounidense que rezumaba en Los americanos encaj¨® con el esp¨ªritu de Jack Kerouac, sant¨®n de la beat generation, a quien el fot¨®grafo conoci¨® en una fiesta neoyorquina: "Robert Frank, suizo, discreto, con esa peque?a c¨¢mara que maneja con una mano, ha sorbido un triste poema de Am¨¦rica y ya forma parte de los poetas tr¨¢gicos del mundo", escribi¨® el autor de En la carretera en la introducci¨®n de la edici¨®n estadounidense del libro. Frank tambi¨¦n se hizo amigo de por vida de Allen Ginsberg y trabaj¨® con otros beat, como Gregory Corso o Peter Orlovsky. "Ellos articularon la posibilidad de ser m¨¢s libres y eso, por s¨ª mismo, provoc¨® un cambio. La forma en que vest¨ªan, o c¨®mo hablaban, fue importante para abrir las puertas. Ginsberg era un profeta de lo que deb¨ªa cambiar, muy inteligente, un gran profesor; Kerouac, sencillamente, amaba Am¨¦rica y fue capaz de describirla de una forma incre¨ªble".
Las fuertes cr¨ªticas recibidas tras Los americanos lo empujaron a abandonar la fotograf¨ªa entre 1959 y 1972 para dedicarse en cuerpo y alma al cine experimental. A esta etapa pertenecen t¨ªtulos como Pull my Daisy (Arranca mi margarita, escrito y narrado por Kerouac), This song for Jack (Esta canci¨®n para Jack, en memoria del escritor) o Energy and how to get it (Energ¨ªa y c¨®mo conseguirla, con William Burroughs en el papel de zar de la energ¨ªa). Y, sobre todo, su documental Cocksucker Blues (Blues del chupapollas), probablemente su pel¨ªcula m¨¢s conocida, sobre la gira que los Rolling Stones realizaron en 1972. La banda de Mick Jagger trat¨® de impedir la exhibici¨®n del filme y, por una decisi¨®n judicial salom¨®nica sobre la paternidad de la obra, s¨®lo puede mostrarse cinco veces al a?o, en presencia de Frank.
En 1972, volvi¨® a la fotograf¨ªa con el autobiogr¨¢fico trabajo Las l¨ªneas de mi mano. Seg¨²n los cr¨ªticos, Frank, que en 1974 sufri¨® la doble tragedia de la muerte de su hija en accidente de aviaci¨®n y el diagn¨®stico de esquizofrenia de su hijo, nunca ha recuperado la altura de Los americanos."Ginsberg, m¨¢s bien, era un profeta; Kerouac, sencillamente, amaba su pa¨ªs"
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