El abogado contra el Diablo
Si un porcentaje elevado de las afirmaciones que formul¨® ayer la defensa del procesado Youssef Belhadj, uno de los tres acusados de ser autor intelectual de los atentados en los trenes, resultan ser ciertas, la acusaci¨®n contra ¨¦l caer¨ªa al vac¨ªo m¨¢s profundo.
Durante la instrucci¨®n, y ya avanzado el juicio oral, siempre llam¨® la atenci¨®n la dificultad de la Fiscal¨ªa y de todas las acusaciones para formular pruebas -perfectas o imperfectas, Cesare Beccaria dixit, lo mismo da- discernibles contra el acusado. La defensa -de oficio- hizo ayer una impecable desactivaci¨®n de aquello que farfullaron contra su cliente.
El trabajo en el juicio oral, sobre todo en esta fase final de la vista del 11-M, consiste en lo siguiente. Las defensas desgranan sus argumentos f¨¢cticos y jur¨ªdicos.
?Por qu¨¦ hacer una causa general contra la instrucci¨®n sumarial? ?Por qu¨¦ generalizar?
Los dos abogados de oficio han sido precisos en la desactivaci¨®n de los hechos
Mientras eso ocurre, uno, al mirar hacia el tribunal, observa que los tres magistrados toman nota, unas veces m¨¢s y otras menos. Y sobre todo uno de ellos, el presidente del tribunal que juzga el atentado y ponente de la sentencia, Javier G¨®mez Berm¨²dez, trabaja con las notas que anota y con el ordenador.
All¨ª va confirmando si ciertos datos y afirmaciones de los letrados se ajustan a la verdad, incurren en inexactitudes o simplemente son insolventes. La sentencia se va estructurando paso a paso primero desde el barbecho.
Los magistrados sabr¨¢n, pero muchos de los datos que la defensa de Youseff Belhadj cuestion¨® son, en efecto, prima facie, inexactos, vagos e inconsistentes. Ya era posible advertir esta realidad desde las conclusiones; pero una eficaz y pausada exposici¨®n ha arraigado esa idea previa.
Es verdad que las pruebas inquisitoriales o diab¨®licas son quiz¨¢ el hueso duro m¨¢s dif¨ªcil de roer y no s¨®lo en derecho penal sino en la vida en general. Que se lo pregunten al dictador iraqu¨ª, hoy sepultado varios metros bajo tierra, al que se le exigi¨® que probase la inexistencia de las armas de destrucci¨®n masiva.
El onus probandi es la carga de la prueba. Quien acusa debe probar. A quien afirma incumbe la prueba.
En dos casos muy serios desde el punto de vista de la acusaci¨®n -Hassan El Haski y Youssef Belhadj- no se ha cumplido dicho principio. Y los dos abogados de oficio de la defensa han sido muy precisos en la desactivaci¨®n de los hechos durante la vista oral.
"En la instrucci¨®n de este sumario ha habido siete muertos, cuatro fugitivos y se han hallado cinco o seis ADN en los escenarios de los atentados del 11-M. Son 17. Hab¨ªa que meter a esta gente [en el banquillo] y hab¨ªa que internacionalizar con Al Qaeda el conflicto...", dijo el letrado de Belhadj al terminar su alegato con el que reclam¨® del tribunal de la absoluci¨®n de su cliente.
?Por qu¨¦ esta defensa general de todos, los 28 procesados, que esperan sentencia? ?Por qu¨¦ hacer una causa general contra la instrucci¨®n sumarial? ?Por qu¨¦ generalizar?
Una cosa es lograr superar la prueba diab¨®lica y otra hacer de abogado general de todos los acusados. Su cliente quiz¨¢ sea su principal perjudicado.
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