Brecht, en el desolladero
Este teatro nuevo, creado en la nave de despiece ovina del antiguo matadero de Legazpi, es fant¨¢stico, comparable a los de La Cartoucherie de Vincennes, en Par¨ªs: dar¨¢ mucho juego. P¨²blico y espacio esc¨¦nico se pueden colocar al gusto: en c¨ªrculo, a la italiana, en pasillo... Para su espect¨¢culo inaugural, Mario Gas y Jean-Guy Lecat, escen¨®grafo de Peter Brook, han creado un escenario panor¨¢mico que ocupa todo el lateral oeste de la nave y que integra inteligentemente el muro y los vanos. Lecat es un especialista en ambientar lugares ins¨®litos: transform¨® la cantera Callet, de Avi?¨®n, en monumental caja de resonancia del Mahabharata; el Mercado de las Flores barcelon¨¦s y un dep¨®sito de gas de Copenhague en el ruedo de Carmen...
Ascenso y ca¨ªda de la ciudad de Mahagonny
De Bertolt Brecht y Kurt Weill. Traducci¨®n: Feliu Formosa. Luz: Javier Aguirresarobe y Jos¨¦ Miguel L¨®pez S¨¢ez. Vestuario: Antonio Belart. Escenograf¨ªa: Jean-Guy Lecat. Direcci¨®n musical: Manuel Gas.
Direcci¨®n esc¨¦nica: Mario Gas. Madrid. Matadero Naves del Espa?ol. 28 de junio.
Aqu¨ª ha dispuesto un espacio longitudinal enorme, por el que circulan una masa de cincuenta y tantos int¨¦rpretes, y hasta un coche de ¨¦poca. Es una versi¨®n teatral del cinerama: hacen falta varios golpes de vista para abarcarlo todo.
La primera parte de Mahagonny no acab¨® de arrancar en la noche del estreno. Cierta solemnidad se impon¨ªa a lo espectacular del montaje. Todo estaba en su sitio, o cerca, pero sin punta de energ¨ªa..., hasta la primera escena de masas, muy bien movida. Es ¨¦sta una pieza vocalmente m¨¢s exigente que la mayor¨ªa de las de Brecht: combina canciones de cabar¨¦ y arias oper¨ªsticas, momentos est¨¢ticos, propios de una cantata, con otros de acci¨®n pura. Resulta dificil¨ªsimo pillarle el pulso de cabo a rabo. Mario Gas se lo coge en el segundo acto, especialmente en los momentos corales. La navegaci¨®n de vuelta a Alaska sobre una mesa de billar volcada, el combate de boxeo desigual entre Joe Lobo y Mois¨¦s Trinidad, la vista oral donde el juez es parte, pero sobre todo ese final exaltando el dinero como valor supremo, el libre mercado por encima de las dem¨¢s libertades, tienen fluidez, empaque y teatralidad verdadera.
Antoni Comas canta bien, aunque le est¨¦ cayendo un chorro de agua en la cabeza, como demostr¨® en El compositor, la cantante, el cocinero y la pecadora. Adem¨¢s, es un actor con garra. Su Jim Mahonney transmite energ¨ªa todo el tiempo, y un desvalimiento cr¨ªstico cuando se ve acosado y abandonado por quienes cre¨ªa sus amigos, y por su chica. M¨®nica L¨®pez es una Jenny Hill sexy, pero a su interpretaci¨®n del c¨¦lebre Alabama Song le falta deje canalla. Todo no se puede pedir. Por cierto, esta canci¨®n la escribi¨® Elisabeth Hauptmann: su nombre deber¨ªa figurar en el programa. Teresa Vallicrosa dibuja una viuda Begbick imp¨ªa, estupenda en lo vocal y en lo dram¨¢tico. Tambi¨¦n Constantino Romero y Xavier Fern¨¢ndez se mueven como peces entre dos aguas. La orquesta, dirigida por Manuel Gas, suena muy bien, y el coro es rotundo.
Brecht reneg¨® de Mahagonny a los tres a?os de su estreno, y llam¨® a Weill "Richard Strauss disfrazado". Sus reparos eran puramente est¨¦ticos: dec¨ªa que el envoltorio oper¨ªstico de la obra lamina su intencionalidad dram¨¢tica. En esa opini¨®n hay mucho de rivalidad art¨ªstica y de desencuentros ideol¨®gicos con su colaborador. El mensaje de Mahagonny sigue teniendo fuerza, y est¨¢ servido de manera dial¨¦ctica. La puesta en escena de Mario Gas est¨¢ a su servicio: es extremadamente escrupulosa con las indicaciones del autor, dura tres horas y aparenta menos. Un indicador excelente.
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