Los obispos llaman a cerrar filas
La Conferencia Episcopal ve los colegios como ¨®rganos de evangelizaci¨®n - Los prelados exigen unidad para dar la batalla al Gobierno por la materia de Ciudadan¨ªa
Los obispos viven desde hace d¨¦cadas en constante disputa educativa contra los Gobiernos de turno. Pero sienten que ahora se juegan m¨¢s. El campo de batalla es la asignatura de Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa. Seg¨²n los prelados, el Estado pretende con esa materia "la formaci¨®n obligatoria de las conciencias", un campo en que la Iglesia cat¨®lica se siente desde siglos due?a y se?ora. Lo sostiene con ah¨ªnco el portavoz de la Conferencia Episcopal Espa?ola (CEE), el jesuita Juan Antonio Mart¨ªnez Camino. El cardenal Antonio Ca?izares, primado de Toledo y vicepresidente de la CEE, remacha esa idea con mayor severidad. "Colaborar en la implantaci¨®n de la nueva asignatura es colaborar al mal", dice.
El cardenal primado y el portavoz episcopal son los arietes principales de la CEE en la preparaci¨®n, para el pr¨®ximo oto?o, de una guerra abierta contra esa asignatura. De momento, predican la rebeld¨ªa ante la LOE, mediante la objeci¨®n de conciencia, pero maquinan medidas m¨¢s radicales. Mejor dicho, las est¨¢n buscando. Lo seguro es que habr¨¢ "oto?o caliente" Gobierno-Iglesia cat¨®lica por esta causa.
El reto -y el problema- al que se enfrentan los prelados para dar esta batalla es la unidad de la escuela cat¨®lica y de las organizaciones y congregaciones que la sustentan. Nunca como ahora se hab¨ªa escenificado una ruptura tan profunda en el sector. Mientras los obispos no dan tregua al Gobierno socialista, acus¨¢ndolo incluso de aplastar principios constitucionales, la poderosa Federaci¨®n Espa?ola de Religiosos de Ense?anza (FERE), que agrupa a la mayor¨ªa de los colegios cat¨®licos, sostiene que la pol¨¦mica est¨¢ desenfocada y es desproporcionada.
Profesionales por la ¨¦tica
"En los momentos dif¨ªciles, la unidad es garant¨ªa de esperanza", dicen los prelados. Complicada misi¨®n. De su parte est¨¢n medio centenar de organizaciones, bien coordinadas por una asociaci¨®n civil creada por un grupo de j¨®venes en 1992. Se llaman Profesionales por la ?tica y tiene ¨¢mbito nacional, pero tambi¨¦n est¨¢ constituida, con amplia autonom¨ªa operativa, en la mayor parte de las comunidades aut¨®nomas.
Tambi¨¦n se destaca en esta batalla, como siempre que los obispos reclaman su colaboraci¨®n, la Confederaci¨®n Nacional Cat¨®lica de Asociaciones de Padres de Alumnos (Concapa).
El problema de los obispos es la debilidad de sus argumentos, pese a la contundencia con que los reiteran. Un ejemplo. A la acusaci¨®n de Ca?izares, nada velada contra la FERE, de que quienes colaboren a la instauraci¨®n de la asignatura de Ciudadan¨ªa estar¨¢n colaborando "al mal", el secretario general de esta federaci¨®n de religiosos, el salesiano Manuel de Castro, responde: "Esa afirmaci¨®n nos parece un poco exagerada y, por supuesto, no la compartimos". Su criterio es que dando la asignatura como han negociado y pactado con el Ministerio de Educaci¨®n est¨¢n formando "buenos cristianos y buenos ciudadanos".
Un repaso a los manuales editados hasta ahora sobre esta pol¨¦mica asignatura -media docena de libros ya en el mercado y se esperan otros tantos- indica, efectivamente, que los temas pol¨¦micos, inaceptables para los obispos, como homosexualidad, matrimonios gays, en general el sexo y las tesis constitucionales sobre el g¨¦nero, se tratan con suma prudencia. Incluso ni siquiera se tratan en algunos de esos manuales, pese a lo ordenado por el Ministerio de Educaci¨®n en reales decretos ya en vigor.
Claro que, como reiteran los prelados, el problema no son los contenidos de un manual concreto, sino la propia asignatura. Sencillamente, la Conferencia Episcopal le niega al Estado derecho y capacidad para educar u opinar en tales materias. Lo sostiene en un documento aprobado por el pleno de la CEE en abril pasado, que los obispos han desempolvado ahora. Se titula La escuela cat¨®lica. Oferta de la Iglesia en Espa?a para la educaci¨®n en el siglo XXI.
La tesis episcopal es que en la ra¨ªz de la nueva asignatura, como prop¨®sito del Gobierno socialista, est¨¢ "el intento de hacer prevalecer una antropolog¨ªa sin Dios y sin Cristo". Tambi¨¦n se quejan de que "no pocas familias tienen dificultades para ejercer su derecho de elegir el tipo de ense?anza que deseen de acuerdo con sus convicciones".
A?aden: "Son muchos los alumnos que quedan fuera de la escuela cat¨®lica por las trabas que suponen las condiciones establecidas por la Administraci¨®n educativa para su admisi¨®n. El mismo ejercicio del derecho del titular a establecer el car¨¢cter propio del centro se ve, a veces, dificultado por la obligada aceptaci¨®n de alumnos cuyos padres se oponen a que sus hijos reciban la ense?anza de la religi¨®n cat¨®lica".
La tesis episcopal es que las escuelas cat¨®licas est¨¢n abiertas "a todo tipo de alumno" con tal de que acepte el "proyecto educativo" del centro, pero que, en la pr¨¢ctica, "la aplicaci¨®n de la ley dificulta el ejercicio del derecho de opci¨®n de los padres, e incluso, obligan a recibir alumnos que se oponen a dicho proyecto".
A?oranzas del florido pensil
El Estado financia a los colegios cat¨®licos concertados -2.375 centros en 2006-, con algo m¨¢s de 3.000 millones de euros anuales. No es peque?a cantidad, pero los obispos la creen insuficiente. Opinan que sus servicios a la sociedad merecen mejor pago. El dinero lo administranlas congregaciones religiosas, propietarias de unos colegios que educan este curso a 1.368.237 alumnos. En algunas comunidades aut¨®nomas, sobre todo las gobernadas por nacionalistas con tinte democristiano, la mitad de la ense?anza primaria y secundaria est¨¢ en manos de religiosos.La Conferencia Episcopal -que recibe tambi¨¦n fondos estatales para sueldos de curas y obispos- se toma la contabilidad de la escuela cat¨®lica como propia. Las congregaciones est¨¢n a las ¨®rdenes y las opiniones de cada prelado en su di¨®cesis. Como dice el documento La Escuela Cat¨®lica. Oferta de la Iglesia en Espa?a para la educaci¨®n en el siglo XXI, cada colegio cat¨®lico es una prolongaci¨®n de la parroquia y tiene como misi¨®n la evangelizaci¨®n del alumnado.Se trata de un emporio educativo impresionante, que se prolonga con fuerza creciente en el nivel universitario. Pero los obispos se creen amenazados. Ven por todas partes obst¨¢culos legislativos y, adem¨¢s, asisten impotentes al vaciamiento de muchas congregaciones religiosas tradicionales en el sector -escolapios, jesuitas, agustinos, salesianos, teresianas, esclavas-, que pierden efectivos por falta de vocaciones y se ven obligadas a dejar en manos de gerentes y profesores laicos la direcci¨®n y el desarrollo de sus colegios.Los problemas de la escuela cat¨®lica son, por tanto, consecuencia de la crisis global del catolicismo espa?ol. Acostumbrada a un monopolio de siglos en la ense?anza, por dejaci¨®n de los Gobiernos o por imposici¨®n de dictaduras que ella misma hab¨ªa contribuido a instalar en el poder, la Iglesia cat¨®lica espa?ola echa de menos el florido pensil de la educaci¨®n del pasado, todopoderosa y de asfixiante y rid¨ªculo rigorismo tridentista, adem¨¢s de la ¨²nica existente en muchas grandes poblaciones.La repulsa del cardenal Ca?izares y del jesuita Mart¨ªnez Camino por la asignatura Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa tiene que ver con esa p¨¦rdida de poder e influencia. Quit¨¢ndole al Estado derecho alguno a intervenir en la educaci¨®n de los ciudadanos, parecen a?orar precisamente lo que echan en cara al Gobierno socialita. Es decir, el monopolio eclesi¨¢stico que fue en tiempos no lejanos la educaci¨®n de las conciencias y la formaci¨®n del esp¨ªritu nacional en un r¨¦gimen sin constituci¨®n, sin democracia, sin libertad religiosa -salvo para una sola religi¨®n, la del Estado de entonces- y sin derechos humanos.Los obispos no se oponen a la asignatura de Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa. Se oponen a que no sean ellos los encargados de seleccionar a los profesores que la impartan, por supuesto contratados y pagados por el Estado.
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