Sentir la naturaleza

La finca de Artikutza, situada en terrenos de Goizueta (Navarra) y propiedad del Ayuntamiento donostiarra desde 1919, es conocida tambi¨¦n como el bosque del silencio. All¨ª no se oyen gritos, ni bocinazos, ni cualquier otro ruido molesto. S¨®lo el agua del r¨ªo, las ramas de los ¨¢rboles movidas por el viento y el canto de los p¨¢jaros. Una m¨²sica que ayer entr¨® por los o¨ªdos de Javier Garc¨ªa y le ayud¨® a sentir e imaginar un paisaje que no puede ver, porque es ciego.

Pero a partir de ahora esta discapacidad no ser¨¢ un obst¨¢culo, o al menos no un obst¨¢culo insalvable, para disfrutar de una parte del parque Artikutza, donde se ha adaptado un sendero de 300 metros para las personas invidentes. Es un tramo corto en relaci¨®n a las 3.700 hect¨¢reas que suma la finca, pero no deja de ser un gesto. "Han hecho de este lugar un espacio que nos incluye y eso siempre es de agradecer", coment¨® Garc¨ªa.

La iniciativa llega firmada por la obra social de Kutxa. Durante tres veranos, j¨®venes de entre 15 y 18 a?os han participado en el campo de trabajo organizado por la entidad en la finca. Su cometido era habilitar el citado sendero para hacerlo accesible a las personas con discapacidad visual, para que tambi¨¦n puedan disfrutar de la naturaleza.

Bajo la supervisi¨®n de monitores de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, los chavales han allanado el camino eliminando todo tipo de obst¨¢culos, han construido dos puentes de troncos para salvar sendas regatas, han colocado cuerdas a lo largo del sendero y han instalado paneles informativos en braille.

"Es una experiencia sobre todo relajante. Lo primero que te llama la atenci¨®n es el cambio de ruidos. Enseguida percibes el ruido del r¨ªo y su frescor, el ruido de los ¨¢rboles... En ese momento echas en falta no poder recrearte con la vista, pero enseguida te haces una composici¨®n e imaginas que tiene que ser un paisaje impresionante", relat¨® tras completar el paseo Garc¨ªa, de 44 a?os, quien perdi¨® la vista ya de adulto.

?l, que nunca hab¨ªa estado en Artikutza, recorri¨® el sendero acompa?ado por el perro que le sirve de gu¨ªa desde hace cuatro a?os y medio. Eso le ayud¨®. A¨²n as¨ª, pudo comprobar que se puede pasear s¨®lo sin dificultades. La cuerda sirve de gu¨ªa. Adem¨¢s, es de un tacto "agradable".

No es el ¨²nico detalle en el que repar¨®. "Los paneles en braille, aunque est¨¢n a pleno sol, no queman", asegur¨®. Y es que a veces, se queja, "ponen placas met¨¢licas que no hay quien las toque".

"Tiene que servir de modelo para que otros equipamientos se adapten", subray¨® Garc¨ªa, quien no dud¨® en asegurar que volver¨¢ a Artikutza y que recomendar¨¢ la experiencia a compa?eros de la ONCE, a la que est¨¢ afiliado. De hecho, un t¨¦cnico de esta organizaci¨®n ha colaborado en este proyecto. "Conoce muy bien cu¨¢les son las pegas que tenemos las personas con deficiencia visual. Ha marcado unas cuantas pautas y aqu¨ª est¨¢n los resultados", explic¨®.

Unos resultados que combinan los aspectos medioambientales y sociales, como se ha transmitido a los j¨®venes participantes. Han aprendido a trabajar en equipo, a valorar el medio ambiente y a sensibilizarse con las personas que tienen alguna discapacidad, en este caso con quienes no ven.