Medina Mayrit, Madrid siglo IX
?Sab¨ªan que Madrid fue una de las pocas ciudades de Al Andalus creadas de la nada por nuestros antecesores musulmanes? Pues s¨ª, y la plaza de Oriente fue en tiempos de reconquista un campo de cultivo del arrabal de esa min¨²scula Medina Mayrit donde el pueblo se reun¨ªa a rezar los viernes en la mezquita. Una aldea en la que hasta hubo una revuelta chi¨ª. Y tantos moros tuvo en su origen que los cronistas del XVII se tuvieron que sacar de la manga que el fundador de la ciudad fue nada m¨¢s y nada menos que Alejandro Magno ?o incluso Nabucodonosor! (grandes risas) para evitar con la invenci¨®n que la capital oficiosa de la cristiandad tuviera un nacimiento tan poco digno de reyes como Felipe II, azote de infieles donde quiera que los hubiera.
La plaza fundada por Mohamed I se pobl¨® con 'yihadistas' que luchaban contra la cruz
Un paseo por las escasas huellas del origen musulm¨¢n de la capital revela multitud de historias y personajes desconocidos
Pues s¨ª, esas y muchas m¨¢s historias jugosas del Madrid primero y moro las cuenta Paco Juez, un gu¨ªa ameno y riguros¨ªsimo con los datos (es historiador), que este viernes organiza un paseo nocturno por Mayrit con los que quieran acompa?arle. "Les pido un esfuerzo de imaginaci¨®n", arranca Juez, porque poco queda de esa ¨¦poca fascinante, aunque la gracia del gu¨ªa consigue resucitar la ciudad perdida durante el paseo.
La ruta comienza en la plaza de la Armer¨ªa, en el n¨²cleo de ese hisn o castillo de segunda clase con medina (ciudad) adyacente que el emir de C¨®rdoba, Mohamed I mand¨® construir para evitar que los cristianos tuvieran v¨ªa libre hasta Toledo, porque ya hab¨ªan llegado al Duero. Estamos en el siglo IX, y la flamante Mayrit no med¨ªa m¨¢s de cuatro hect¨¢reas. Sus habitantes eran una especie de yihadistas, luchadores de la fe isl¨¢mica, pobres y bereberes, que acud¨ªan a la vanguardia de la lucha contra la cruz. A ese primer Madrid pronto acudieron moz¨¢rabes para trabajar para la soldadesca de la media luna, en la que "probablemente estaba la familia del que fue San Isidro", cuenta Juez.
El lugar elegido cumpl¨ªa las dos condiciones exigidas para ser poblado: seguridad, con un emplazamiento estrat¨¦gico cuyos flancos este y sur estaban protegidos (por el farall¨®n del valle del Manzanares que hoy cae hasta el Campo del Moro y el valle que separa la zona de Las Vistillas); y abundancia de agua, de ah¨ª su apelativo, Mayrit (pron¨²nciese la y a la argentina, como un "yo" de Gardel), "nombre ¨¢rabe que remite a los viajes de agua potable que exist¨ªan en el lugar", explica Juez.
El grupo baja m¨¢s tarde al arranque de la Cuesta de la Vega donde su pastor explica las mil lecturas de la muralla ¨¢rabe que languidece descuidada por el Ayuntamiento en el parque del Emir Mohamed I, el ¨²nico rinc¨®n que la ciudad de hoy dedica a su fundador. Los sillares de s¨ªlex oscurecidos y los de caliza que a?adi¨® el gran Abderram¨¢n III tras el saqueo de estos pagos por el rey asturleon¨¦s Ramiro II; los muros de ladrillo del palacio de los Malpica que se construy¨® mucho despu¨¦s sobre la muralla..., cada piedra, cada textura habla de tiempos pret¨¦ritos que resucitan glosados por el gu¨ªa.
Tras explicar de d¨®nde viene el gentilicio felino de los madrile?os (se dice que un soldado de Alfonso VI trep¨® cual gato por la muralla para ganar la ciudad a Cristo, ya definitivamente en 1085), y la denuncia del destrozo reciente de lo poco que heredamos de la Puerta de la Vega, la excursi¨®n contin¨²a por la Cuesta de Ram¨®n, caminito que pasa bajo el viaducto siguiendo la muralla: el n¨²mero 5, una casa construida en los sesenta, se alza, ?ay! sobre un pa?o del muro desmochado.
Todos pasan luego a visitar los restos de Santa Mar¨ªa de la Almudena, iglesuca montada sobre la mezquita mayor de Mayrit que fue derribada en 1868. De ella queda, frente a Capitan¨ªa y bajo unos cristales en la acera de la calle de la Almudena, el ¨²nico resto rom¨¢nico en esta ciudad vapuleada.
Seguro que se han fijado alguna vez en el talud de hierba de la calle de Factor que se alza frente a la catedral de Madrid. Pues bien, all¨ª arriba, en el punto m¨¢s alto de aquel Mayrit, -en Los Altos del Rebeque, que as¨ª se conoce al lugar porque un embajador flamenco de nombre similar all¨ª vivi¨®-, Juez habla de un gran moro madrile?o desconocido, Maslama el Mayrit¨ª, eminente cient¨ªfico que, entre otras proezas adapt¨® las tablas de Tolomeo al meridiano de C¨®rdoba.
Luego se va a San Nicol¨¢s, con su torre mud¨¦jar, la m¨¢s antigua de Madrid, humilde con sus adobes, preciosa con sus arquillos polilobulados. Y a la plaza de Ramales, donde estuvo el templo de San Juan. All¨ª se ven los pozos donde los alfareros isl¨¢micos tiraban las cazuelas defectuosas, honduras surgidas al construir un estacionamiento que arras¨® con el resto de ruinas hace bien poco (y por cierto, sin encontrar el cuerpo de Vel¨¢zquez, que all¨ª yac¨ªa seg¨²n se cree).
El paseo por lo m¨¢s antiguo que nos queda (al que se pueden apuntar en la agencia Tierra de Fuego, 91 521 52 40) termina en la plaza de Oriente, tambi¨¦n en otro aparcamiento subterr¨¢neo, donde se conserva una atalaya de la ¨¦poca en que Madrid era parte del reino taifa de Toledo, cuadrada y recia, el ¨²ltimo vestigio de ese periodo en la capital.
![Plaza de la Armer¨ªa.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/CBSAOWFL2XTVH5C6Q3TIWJDLQI.jpg?auth=c9f6fc94286afd3ce2b6da02fb43670464e6d8a40800c22bebf563a2c15a7133&width=414)
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