Malditos roedores
El 'Microtus arvalis' que ahora arrasa cosechas en Castilla y Le¨®n sol¨ªa vivir en las monta?as
Cuando cae el sol, miles de topillos salen de sus madrigueras y se extienden como una mancha nerviosa por los sembrados, cruzan la carretera, se los ve corretear por los corrales, entre las macetas, por todos lados. Los ni?os les atan petardos hasta que explotan, los agricultores reparten palos de ciego entre las pajas del cereal y hay quien ha visto a los presos entretenerse con ellos a pisotones en alguna c¨¢rcel castellano-leonesa. Hasta los gatos est¨¢n empachados de tanto topillo: los enganchan entre sus dientes y los abandonan ex¨¢nimes en cualquier rinc¨®n.
?De d¨®nde sale esa plaga de roedorcillos que ha arruinado algunas cosechas de cereal y que ha sacado de sus vacaciones al presidente de la comunidad, Juan Vicente Herrera, para reunirse con los agricultores? Donde no llegan los datos de los cient¨ªficos, se hace hueco la leyenda rural. "Yo nunca hab¨ªa visto nada parecido. ?ste no es el topo que siempre ha estado en estas tierras. ?ste es medio bobo, apenas lo tocas y ya se ha muerto; el de antes era m¨¢s vivo, no hab¨ªa quien lo pillara", dice un agricultor en un pueblo de ?vila. Unos kil¨®metros m¨¢s all¨¢ se oye todo lo contrario: "?ste no es el topo que conoc¨ªamos, es m¨¢s vivaracho, el de antes se cog¨ªa mejor". Y en otro pueblo: "Este bicho es de laboratorio, me lo ha dicho un m¨¦dico, que es un cruce de h¨¢mster con no s¨¦ qu¨¦". Y en otro: "?No ves? Si tiene m¨¢s cara de ardilla que de topo". Los agricultores, principales afectados, acusan a los ecologistas de haber desparramado los topillos para que sirvan de comida a las rapaces.
Los ni?os les atan petardos y los agricultores dan palos de ciego entre el cereal
El microtus arvalis o topillo campesino viv¨ªa en las monta?as de la mitad norte del pa¨ªs: la cordillera Cant¨¢brica, Pirineos, sistema Central e Ib¨¦rico. Gustoso de hierbas frescas, la mano humana le proporcion¨® un h¨¢bitat inesperado a finales de los setenta: donde hubo campos de secano se plantaron regad¨ªos, alfalfas. Y los cambios en el paisaje estrecharon el cerco a las aves rapaces. Con comida y sin enemigos, el topillo se ha ido ense?oreando de los sembrados castellanos en los que el arado ya no abre surcos profundos que quiebren las galer¨ªas de los roedores: cosas de la pol¨ªtica agraria com¨²n europea. "Tampoco podemos hacer laboreo profundo si no llueve, porque no hay forma de entrar en la tierra. Es que aqu¨ª todo el que pasa opina, pero no es tan f¨¢cil", se queja un agricultor en Villalar de los Comuneros (Valladolid). Su parcela parece un campo de golf, agujeros por todas partes.
"Tampoco fumigar indiscriminadamente es la soluci¨®n, porque cuantas m¨¢s rapaces caigan, mejor para el topillo", explica Jos¨¦ Antonio Garrido, bi¨®logo experto en topillos. Las curas que emprendi¨® la Administraci¨®n en Palencia en la primavera mataron liebres, palomas y aves protegidas. No hay constancia cient¨ªfica de que el veneno acabara con topillos (los investigadores no hallaron ponzo?a en los cad¨¢veres analizados), pero a la Administraci¨®n le cost¨® una denuncia y el caso est¨¢ en los tribunales. Entonces la peste se concentraba en Tierra de Campos y se hablaba de 300 millones de topillos. Ahora se ha extendido a Valladolid, ?vila, Soria, Zamora, Salamanca y los c¨¢lculos no bajan de 700 millones de malditos roedores que, segado el cereal, la emprenden con la remolacha, la patata, la cebolla. El topillo ha avanzado sin freno y ya pasea nocturno por los vi?edos de Rueda y Toro.
Hay muchos, demasiados, pero es el mismo bicho de siempre: en los ochenta, el topillo que baj¨® de la monta?a ya hab¨ªa colonizado buena parte del valle del Duero. Es un animal de comportamiento c¨ªclico. Normalmente, comienza a procrear en primavera hasta alcanzar su m¨¢ximo en verano. La poblaci¨®n desciende en oto?o y unas buenas heladas pueden diezmarlo hasta la primavera. Pero otros ciclos se sobreponen a ¨¦ste, explica el investigador Juan Jos¨¦ Luque-Larena, de la Escuela T¨¦cnica Superior de Ingenier¨ªas Agrarias de Valladolid. As¨ª, cada cuatro o cinco a?os se habla de sobrepoblaci¨®n, aunque las ¨²ltimas que se recuerdan, a principios de los noventa, no adquirieran las dimensiones de ¨¦sta. Un c¨¢lido invierno ha podido colaborar a ello.
Pero los cient¨ªficos tienen a¨²n muchas dudas porque no han podido explorar el fen¨®meno como debieran. "No sabemos si se han extendido de un sitio a otro o los brotes en cada provincia son aislados; no podemos saberlo porque no se han tomado muestras de ADN. Tambi¨¦n desconocemos las caracter¨ªsticas propias de esta poblaci¨®n, que tienen mucho que ver con la densidad que toma la plaga", sigue Luque-Larena.
"Hemos perdido una buena oportunidad para estudiar esta plaga porque, aunque no hubi¨¦ramos podido combatirla, tendr¨ªamos estudios avanzados para la siguiente", lamenta el investigador, contento de que, por fin, se haya constituido un comit¨¦ cient¨ªfico t¨¦cnico permanente que cuenta con el compromiso de la consejera de Agricultura, Silvia Clemente, de dotarlo de los recursos necesarios.
Pero este mes de agosto pasar¨¢ en vano porque el comit¨¦ no se reunir¨¢ hasta septiembre. Mientras, cabe esperar que la plaga vaya remitiendo, como ha ocurrido en Palencia, donde se inici¨®. En general, con todas las cautelas, podr¨ªa esperarse que eso ocurriera entre los pr¨®ximos tres o cinco meses, dicen los expertos, echando mano para ello de la experiencia en otros pa¨ªses. La densidad actual de topillos por hect¨¢rea en las zonas afectadas es de unos 1.300, cuando la convivencia pac¨ªfica entre el topillo y los sembrados no recomienda m¨¢s de 50 roedores para la misma extensi¨®n de terreno.
La investigaci¨®n cient¨ªfica no alcanza a comprender el fen¨®meno ni mucho menos a encontrar f¨®rmulas exitosas para combatirlo. La Administraci¨®n regional anda ahora removiendo cunetas para romper las madrigueras y repartiendo granos de cebada con veneno. Pero al topillo no le gusta tanto el grano como la hierba y suele alimentarse en el frescor de sus galer¨ªas, no en la superficie, donde se asolana la enga?osa cebada. Tambi¨¦n se han autorizado quemas controladas de las fincas que ya se han segado. Los agricultores no est¨¢n convencidos de que eso acabe con el topillo; ni siquiera de que, a estas alturas, prendan con fuerza las cuatro pajas que quedan en las parcelas.
De todas formas, el roedor ya ha minado, burl¨®n, regad¨ªos enteros. F¨¦lix Mart¨ªn, un campesino de Fuente de A?os, en la zona abulense de Ar¨¦valo, cava algunas eras de patatas, una cosecha a punto de recogerse. El tub¨¦rculo va saliendo, hermoso pero agujereado en un porcentaje que ensombrece el gesto del hombre. Con la azada va destrozando las huras y los topillos salen despavoridos y desaparecen por otro agujero. Son huidizos, de jab¨®n, y poco puede hacer F¨¦lix, que se empe?a en perseguirlos a grandes zancadas dando palos entre las hojas de la remolacha. Alguno cae. Pero es una batalla desigual que lo mismo despierta la risa de los agricultores que los impele a jurar hasta en hebreo. Se entretienen por los carriles de tierra persiguiendo con las ruedas del tractor la carrera huidiza del roedor.
Tanto los l¨ªderes sindicales como los campesinos de a pie acusan al Gobierno regional de no haber tomado medidas eficaces ni a tiempo para amortiguar esta peste. Pero en el campo, cuando no toca mirar al cielo (este a?o ha habido una cosecha de cereal estupenda) toca mirar al suelo para ver c¨®mo la devora una plaga. Y ?qui¨¦n sembrar¨¢ de nuevo si el animal sigue en la tierra en octubre?
Por los campos castellanos pasan las cosechadoras con las pacas de paja que alimentar¨¢n al ganado en invierno. A veces el olor delata cad¨¢veres en los dorados fardos. Cuando los segadores recogieron el cereal, en algunas parcelas parec¨ªa que hab¨ªan llovido topillos.
Ahora hay que salvar el regad¨ªo. Goyo Villar ha puesto, como tantos otros, dep¨®sitos de agua que rodean la parcela. Cada ma?ana sale temprano a recoger los cad¨¢veres que han ca¨ªdo ahogados cuando se inclinaron a beber. Los saca por cientos, por miles en todo julio. "Es asqueroso, huele fatal, corrompen el agua y la tengo que cambiar cada poco, no hago otro oficio, y ?qui¨¦n me paga a m¨ª esto?", lamenta. Si no se sacan pronto los cad¨¢veres, las aves bajan a buscarlos.
Cuando cae el sol, la plaga contin¨²a en los pueblos, en las piscinas, en los jardines. En Bercial de Zapardiel (?vila), el Ayuntamiento ha contratado a Juan para que limpie el c¨¦sped municipal. El muchacho ha adiestrado a su perro, Spido, que mete el hocico en cada boca de las madrigueras, mata al rat¨®n y lo deposita a sus pies; Juan recoge uno a uno con una pinza de cocina. En el cubo hay a primeras horas de la tarde un considerable dep¨®sito de cadaveritos de cola corta.
Verlos correr por centenares es todo un espect¨¢culo m¨¢s cercano a lo literario que a la realidad.
Una plaga que afecta al campo y a la salud
La coordinaci¨®n de la lucha contra esta plaga implica a cuatro consejer¨ªas, Agricultura, Medio Ambiente, Fomento y Sanidad. El jueves pasado, sus responsables se reunieron con los l¨ªderes sindicales del campo. Tambi¨¦n asisti¨® el presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, haciendo un par¨¦ntesis en sus vacaciones. Miles de agricultores se hab¨ªan manifestado a las puertas de presidencia.
Discut¨ªan indemnizaciones, pero no s¨®lo eso preocupa a los agricultores. La tularemia es una enfermedad end¨¦mica en Castilla y Le¨®n que transmite el conejo, la liebre, y tambi¨¦n el topillo si est¨¢ infectado. La consejer¨ªa de Sanidad reconoce 41 casos, aunque no culpa al roedor de todos ellos. Parece haber mucha tranquilidad en ese departamento. Un portavoz contaba el jueves que la gente sabe a qu¨¦ atenerse, que conoce la enfermedad, que se combate f¨¢cilmente con antibi¨®ticos.
Pero los campos est¨¢n infectados de moscas, lo justo para transmitir la tularemia y los agricultores est¨¢n preocupados. "Es preocupante, aunque no para llevar el Ej¨¦rcito, desde luego", explica Juan Jos¨¦ Badiola, presidente de los veterinarios y experto en sanidad animal. Recomienda desparasitar bien a los animales dom¨¦sticos y observar algunas medidas higi¨¦nicas m¨ªnimas, como el uso de guantes y mascarilla cuando se manipulen topillos muertos.
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