La democratizaci¨®n de la energ¨ªaLa econom¨ªa del hidr¨®geno
El hidr¨®geno es el elemento m¨¢s b¨¢sico y ubicuo del univers, la materia de la que est¨¢n hechos el sol y las estrellas. En este inicio del siglo XXI, el hidr¨®geno puede paliar la dependencia del mundo respecto a las importaciones de petr¨®leo y contribuir a enfriar el peligroso juego geopol¨ªtico que se genera entre algunos pa¨ªses productores y el mundo occidental. Adem¨¢s, el uso del hidr¨®geno como nueva fuente de energ¨ªa supondr¨ªa un recorte espectacular de las emisiones de di¨®xido de carbono y mitigar¨ªa los efectos del calentamiento global. Esta es la tesis de Jeremy Rifkin, profesor del Executive Education Program de la Wharton School, presidente de la Foundation on Economics Trens de Washington DC y autor de bestsellers como El fin del trabajo, La era del acceso y El sue?o Europeo.
La econom¨ªa del hidr¨®geno
Jeremy Rifkin
Ediciones Paid¨®s Ib¨¦rica
ISBN 978-84-493-1960-0
Pero, subraya Rifkin, ello no garantiza que el hidr¨®geno vaya a ser compartido de forma justa y equitativa entre todos los pueblos. La cuesti¨®n, afirma, depende en buena medida de c¨®mo valoremos el hidr¨®geno: ?ser¨¢ visto como un recurso compartido, igual que los rayos del sol o el aire que respiramos?, ?como una mercanc¨ªa que se compra y se vende en el mercado?, ?o tal vez como algo intermedio?
Pero, si bien es cierto que el hidr¨®geno est¨¢ en todas partes y que, por lo tanto, no es un recurso escaso, el ingenio humano debe arrancarlo de su entorno y explotarlo para generar electricidad. El proceso de extracci¨®n requiere cierta inversi¨®n de tiempo, trabajo y capital, al igual que su almacenamiento y utilizaci¨®n. Sin embargo, prosigue razonando el autor, a medida que baje el coste de producir energ¨ªa a partir del hidr¨®geno su estatus como patrimonio com¨²n seguir¨¢ ganando terreno, porque est¨¢ distribuido de forma homog¨¦nea por todo el mundo y porque, a diferencia de lo que ocurre con los combustibles f¨®siles, los recursos de hidr¨®geno son ilimitados. As¨ª que es posible imaginar un futuro -"tal vez s¨®lo de un centenar de a?os"- en el que producir cantidades ilimitadas de hidr¨®geno tenga un coste cercano a cero. Este esquema, por otra parte, requerir¨¢ un dise?o radicalmente nuevo que ponga las actividades p¨²blicas y privadas, lucrativas y no lucrativas, en una relaci¨®n simbi¨®tica que refleje tanto el aspecto privado como el aspecto comunitario del nuevo r¨¦gimen energ¨¦tico.
Y aqu¨ª Rifkin se lanza a la utop¨ªa. Parte de la base de que la generaci¨®n distribuida propiciar¨¢ que todas las familias, las empresas, los barrios y las comunidades del mundo se convertir¨¢n potencialmente en productores, consumidores y vendedores de su propio hidr¨®geno y electricidad. Las pilas de combustible estar¨¢n ubicadas geogr¨¢ficamente en los mismos lugares donde el hidr¨®geno y la electricidad ser¨¢n producidos y en parte consumidos, raz¨®n por la que la capacidad de integrar grandes cantidades de productores-usuarios en asociaciones ser¨¢ fundamental para descentralizar el poder energ¨¦tico y para promocionar la concepci¨®n democr¨¢tica de la energ¨ªa...
As¨ª que, insiste Rifkin, la econom¨ªa del hidr¨®geno va a traer consigo una nueva forma de entender la sociolog¨ªa de nuestra existencia, igual que sucedi¨® con la era de los combustibles f¨®siles. Y es que esa "democratizaci¨®n de la energ¨ªa" plantear¨¢ inevitablemente la cuesti¨®n de si deber¨ªamos reorganizar las instituciones pol¨ªticas y las fronteras existentes, ya que en la econom¨ªa del hidr¨®geno, con su red energ¨¦tica descentralizada y democratizada, se pueden establecer asentamientos humanos adaptados a las bio-regiones, eco-regiones y geo-regiones que reflejan los patrones de asentamiento de las comunidades bioqu¨ªmicas del planeta. Rifkin concluye, pues, que la creaci¨®n de una arquitectura econ¨®mica y social que constituya un microcosmos de la propia fisiolog¨ªa de la Tierra abre un nuevo mundo de posibilidades de naturaleza afirmativa y regeneradora de nuestra especie. Una posibilidad cuyo fracaso no descarta el propio Rifkin si nos desviamos hacia un escenario de "proyectos frustrados y oportunidades perdidas".
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